Grace de Monaco. Olivier Dahan. Comentario





Grace de Mónaco. Ficha técnica y Comentario. 


No yerra la crítica a uno y otro lado del Atlántico cuando afirma que la película de Olivier Dahan es perfectamente olvidable, a lo que se puede añadir que la mezcla de géneros, un thriller político y una película de hadas y de princesas, puede decepcionar al público que busque cualquiera de ambas expresiones en estado puro. El film comienza con el trayecto por una carretera que asciende serpenteante por una colina desde la que se ve el pequeño principado en su totalidad, un guiño al espectador que conoce el fin trágico de la actriz que se convirtió en la esposa del príncipe, perteneciente a la dinastía más antigua de Europa, y que en otra ocasión la recorrerá de forma suicida. Del mismo modo se sentirá decepcionado quien crea que se le va a contar una historia contextualizada en un paraíso fiscal, que vive en torno a un casino, y que 'corteja' a empresas francesas con el señuelo de gozar de vacaciones en el pago de impuestos, que provocará un serio conflicto entre el poderoso estado de Francia y el pequeño enclave en el que muchos ven su paraíso particular, con la suficiente profundidad para revivir unos tiempos en que la evasión de capitales, aunque ilegal, era entendida por muchos 'ciudadanos'.

Si el cineasta se explaya hasta el aburrimiento en mostrarnos cómo transcurre la vida de la ex-actriz por el palacio de los Grimaldi, es extraña la molestia que han hecho pública sus herederos, porque el film es una elegía de su madre, aunque, eso sí, la muestran como el anverso de la moneda de la actitud que han mantenido ellos mismos, basada muchas veces en escándalos y en un desprecio absoluto a una población modesta, aunque casposa y reaccionaria, que, en un primer momento, rechazó a una mujer, hija de un 'albañil', (en realidad de un constructor con una gran fortuna), que se vio obligada a estudiarse el protocolo para saber desenvolverse entre las diferentes clases del principado. Dahan prueba que la experiencia vicaria de la gente es tan fuerte, sus deseos de disfrutar de la belleza que fomenta su fantasía son tan poderosos, que amplios sectores de la población prefiere pasar penalidades en su propia vida privada, con tal de apostarse ante un recinto acotado para ver pasar a una verdadera princesa vestida con tules y engalanada con joyas, emociones que  pasan a formar parte de su ideología, y que quienes tienen otra sensibilidad apenas comprenden. La secuencia en la que Nicole Kidman, convertida en una princesa de manual y de cuento de hadas, desciende de su coche y se acerca a la plebe vociferante y entregada, completamente fascinada por la belleza de su princesa, es muy, pero que muy elocuente. Las buenas viandas, la buena música y el glamour son exquisiteces vedadas a la 'chusma'.

Esto es algo que no ignoran las clases poderosas, a las que la cámara contempla con cierto grado de censura y severidad, especialmente cuando aprovechan para enjoyarse y engalanarse en fiestas espectaculares, a las que no faltaban María Callas y su amante Aristóteles Onassis, como las organizadas por las damas monagescas de la Cruz Roja, que controlaban esta institución, cuando todavía no proliferaban, como ahora, las llamadas ONGs. Los discursos políticos, eficaces al parecer en el marco diplomáticos, en el contexto de la crisis política elegida para narrar el momento en que Alfred Hitchcock ofreció a Grace Kelly el papel protagonista de Marny la ladrona son de una estupidez sonrojante, y las pautas de vida que ella misma se marca, siguiendo los consejos de su padre espiritual, el sacerdote interpretado por  Frank Langella, un pastor norteamericano, Francis Tucker, dan vergüenza ajena: "Decidí ser una madre entregada, una esposa complaciente y una líder compasiva." Sería interesante conocer la opinión de profesoras expertas y teóricas influyentes en políticas de sexo y género y el tratamiento fílmico de las mujeres  como Gayle Rubin.

La cinta comienza con buen pie, con una tratamiento de la imagen, un cuidado del encuadre y una gama cromática que nos retrotrae a la época en la que Grace Kelly trabajó con Hichcock y triunfó en el cine que se hacía en Hollywood, y paulatinamente va iniciando una transición hacia el thriller con movimientos más agresivos de la cámara que intenta evitar el ensimismamiento romántico en la contemplación de una bella mujer interpretada por otra, más expresiva, que no le queda a la zaga. Los travellings, las cámaras circulares, los planos secuencia, zooms atrevidos y enfoque y desenfoques, evitan al máximo el corte continuado y el enfrentamiento ininterrumpido de plano/contraplano, para dar mayor dinamismo  al desarrollo de la historia.Tim Roth resulta creíble en su papel de Rainiero, aunque estamos de acuerdo, por esta vez, con  Boyero en que: "  Lo único salvable en este esquemático, torpe y cursi pasteleo es la interpretación de Nicole Kidman. "

A pesar de la crueldad que exhibe, no le falta razón a  Peter Brandshaw cuando describe la cinta de Dahan como "un anuncio de Chanel de 104 minutos, pero sin su sutileza y profundidad." (En Filmaffinity).


Comentarios

  1. La verdad es que nunca esperé nada de ella. Siempre la relacioné con 'Diana', aunque aún no he podido ver ninguna de las dos (son los típicos bodrios que apetece ver jeje)... Un saludo :)

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  2. Diana no la he visto, pero ésta es decepcionante, a pesar de que el director se ha querido alejar del biopic convencional y enlazar con cuestiones más actuales. Pero es tan poderosa la glorificación de la princesa de cuento, cuyos deberes como jefa de estado la hacen desgraciada, que ha acabado arruinando su proyecto, que empezaba de forma prometedora. Una lástima. Saludos.

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