La guerra de Charlie Wilson. Mike Nichols






Ficha técnica:


Título original: Charlie Wilson's War
País: Estados Unidos
Año: 2008
Duración: 97 minutos aprox.

Dirección: Mike Nichols,
Guión: Aaron Sorkin, basado en el libro de George Crile
Casting: Ellen Lewis
Dirección de Fotografía: Stephen Goldblatt, a.s.c., b.s.c.
Música: James Newton Howard
Edición: John Bloom, Antonia Van Drimmelen
Supervisor efectos visuales: Richard Edlund, a.s.c.
supervisor dirección artística: Bradford Ricker
Diseñador del set: Joshua Lusvy
Decorador del set: Nancy Haigh

Diseño de Vestuario: Albert Wolsky
Jefe del departamento de maquillaje: Luisa Abel
Jefe del departamento de peluquería: Janice Alexander

Productores: Tom Hanks y Gary Goetzman
Productores ejecutivos: Celia Costas, Ryan Kavanaugh, Jeff Skoll
Co-Productor: Mike Haley
Productores asociados: Mary Bailey, Edward Hunt, Paul A.Levin
Diseño de producción: Victor Kempster
Universal asociada con  Relativity Media y  Participant Productions, Playtone Production


Intérpretes:



Tom Hanks: Charlie Wilson, congresista de los Estados Unidos
Julia Roberts: Joanne Herring, una mujer muy rica de Houston, Texas, y virulenta anticomunista
Philip Seymour Hoffman: Gust Avakrotos
Amy Adams:  Bonnie Bach, ayudante administrativa del congresista Charlie Wilson
Ned Beatty: Doc Long
Emily Blunt: Jane Liddle
Rachel Nichols: Suzanne
Om Puri: Presidente Zia
Ken Scott: Zvi
John Slattery: Cravely
Denis O'Hare. Harold Holt
Jud Tylor: Crystal Lee
Peter Gerety: Larry Liddle
Shiri Appleby: Jailbait
Brian Markinson: Paul Brown


Sinopsis:



La guerra de Charlie narra la  escandalosa historia real de cómo un congresista al que le encantaba la nueva vida, una mujer de la alta sociedad de Houston a la que le gustaban las buenas causas, y un agente de la CIA al que le encantaba la lucha, conspiraron para destapar la operación encubierta más grande de la historia. Pero ¿Quién es Charlie? Un caballero sin espada, no muy popular, un político que no escribía sus discursos y quería derribar el mismo al maligno gobierno ruso y que tenía muy claro, a la vez, que no son los votantes los que los eligen, sino los que los financian. 



Premios: 




2007: Nominada al Oscar: Mejor actor de reparto (Philip Seymour Hoffman)
2007: 4 nominaciones al Globo de Oro, incluyendo mejor película comedia o musical
2007: Nominadaa los Premios BAFTA: Mejor actor de reparto (Philip Seymour Hoffman)
2007: 2 nominaciones Critics' Choice Awards: Mejor guión, actor secundario


Comentario:




Mike Nichols nos cuenta como los americanos se quitaron la espina de Vietnam ayudando a los muyahidines en su lucha contra las fuerzas armadas de la República Democrática de Afganistán, apoyadas por el ejército soviético, con una guerra encubierta. El cineasta nos narra esta historia de una dudosa operación política, a cuyo frente estuvieron un congresista frívolo y mujeriego, un agente de la CIA y una fundamentalista religiosa de Texas, que quería dirigir su guerra particular contra los comunistas, allí donde estuvieran, y se sirve de un modo de representación institucional, el propio de un relato de cinema verité, que intenta ser una fiel representación de hecho reales, cuya narración apenas se ve distorsionada por un score musical muy discreto a cargo de James Newton Howard. La idiosincrasia sureña, conservadora, cavernaria, populista y sexista, salta a un primer plano cargado de significado, en el que el congresista recibe a unos de los financiadores de su partido, y en un gesto de camaradería y comadreo, ambos ponen sus pies cruzados encima de una mesa forrada con la piel de una vaca, mostrando sus botas camperas, un detalle folclórico que los identifica; el ricacho acude a su despacho a reivindicar un belén colocado ante un parque de bomberos, que la población exige que se retire; antes de entrar en el despacho de Wilson el visitante hace notar a las secretarias que todas son mujeres y muy guapas. Y una de ellas responde que el político afirma que a las chicas se les puede enseñar a archivar, pero no a que les crezcan las tetas. Un par de secuencias, de apenas unos minutos emblematizan a los tres personajes que van a protagonizar la operación encubierta que puso fin a la ocupación de la Rusia todavía soviética.

El film adopta la forma de un gran racconto, un flashback que, partiendo de la condecoración de Charles Wilson con la medalla de 'Colaborador de Honor' que se otorga a los civiles, retrotrae la historia al momento en que los tres actores comienzan a conspirar, liderados por la dama sureña, para llevar a cabo estas acciones; cuando todo parece que se ha realizado felizmente, Gust frena el entusiasmo del político con una nota de realismo. Le cuenta la historia del maestro  zen y el chaval, que ilustra como nada ni nadie lo que le ocurrió a los tres protagonistas, que impulsaron esta guerra encubierta contra los comunistas: "Al cumplir los catorce años a un joven le regalaron un caballo, y todos en la aldea dijeron: "¡Qué maravilla! El muchacho tiene un caballo". Y el maestro Zen dijo: "Ya se verá." Dos años después se rompió una pierna al caer del caballo, y todos en la aldea dijeron: " ¡Qué terrible! ", y  el maestro Zen dijo: "Ya se verá." Entonces estalló una guerra, y todos los jóvenes fueron al frente, menos el chico que tenía la pierna destrozada. Y todos en la aldea dijeron: ¡Que maravilla! Y el maestro Zen dijo: "Ya se verá! . ¿Lo has cogido?, le pregunta  Gust a Wilson, pero éste le responde: "No. No lo he cogido, Gust, soy imbécil: hay que enviar más dinero. Si, responde el agente de la CIA: primero las carreteras, luego las escuelas, las fábricas..., reponer los rebaños, crear empleo, renovar las esperanzas... El congresista no ve ningún problema en el horizonte, ya que abrió el camino para los Stinger y los  Milan, logró que un congreso demócrata respaldara a un presidente republicano. Lo que no sabe es que, según un informe del N.I,E. (Estimado de Inteligencia Nacional, un informe de la Agencia)  los fanáticos están llegando a miles a Kandahar y que los empresarios de su país no están dispuestos a invertir un duro para mejorar las condiciones de vida de una población masacrada.

El mismo día de su triunfo, el congresista Wilson entendió que en su lucha contra el comunismo había sentado las bases de la derrota de su propio país: quienes habían  invertido más de mil millones de dólares para infringir una derrota a los comunistas, a los invasores rusos que odiaban los afganos, no estaban dispuestos a gastarse ni un solo dolar en reconstruir las escuelas, ignorando que más de la mitad del país aún no había alcanzado los catorce años y, al volver a casa verían que habían matado a sus familias y quemados sus aldeas con napalm, y olvidarían  pronto que en su guerra se sirvieron de las armas que les proporcionaron los norteamericanos, utilizando como intermediario a Israel, entre otras cosas porque eran todavía unos niños, no conocían los entresijos de la política y no leen la prensa norteamericana. De nuevo se repite la historia, afirma Wilson: los americanos siempre están cambiando el mundo con sus ideales, pero intervienen militarmente y se van dejando un recuerdo de guerra y horror, porque intervienen movidos por intereses económicos;" como siempre ", -recuerda un texto que se inscribe en la pantalla antes de los títulos de crédito - "jodimos la jugada final". Ni tan siquiera los tres protagonistas y propulsores de esta guerra encubierta jugaban el mismo juego, a excepción de golpear a los comunistas; tan sólo veinte años después, cuando los niños crecieron y se hicieron hombres adultos, llenos de odio y resentimiento, agotados por la miseria, la pobreza y la desolación, liderados por un antiguo amigo de los norteamericanos, Osama Bin Laden,  pusieron a sus mejores hombres, ingenieros formados en los Estados Unidos, al frente de una operación que derribó el emblema de la prosperidad y el business global, el 11 de septiembre de 2001; el 7 de octubre de este mismo año, cuando apenas había transcurrido algo más de un mes desde los cruentos atentados de Nueva York, comenzó una nueva invasión del territorio afgano, conocida con el nombre de 'Operación Libertad Duradera', en la que intervino una coalición de países occidentales, bajo el paraguas de la ONU, y algunos de los que protagonizaron la guerra encubierta que denuncia  Mike Nichols.  El cuento del maestro Zen y el chaval aún no ha terminado y la coalición liderada por los americanos combate hoy a los mismos que hace unas décadas pelearon con  los rusos: los muyahidines.

Dice Jordi Costa que, a veces, la alta política se convierte en baja política, olvidando, desde una posición adanista, que la lucha por el poder nació en el mismo momento en el que el hombre cogió un instrumento con sus manos y lo usó de forma agresiva contra su contrincante. Quien tiene el poder y la capacidad de invertir más de mil millones de dólares en armas para defender sus negocios golpeará tantas veces como se sienta amenazado, algo que algunos están dispuestos a admitir, como A.O.Scott (The New York Times) que sostiene que los responsables de llevarla a la pantalla lo hacen con claridad y con brío. Ellos conocen su país mejor que nosotros, que aún no hemos osado contar estas cosas del nuestro.

Hoy, un periódico nacional rinde homenaje a Philip Seymour Hofman y lanza al mercado una colección de las obras que protagonizó el malogrado actor. Entre ellas este interesante y oportuno film de Mike Nichols, que nos recuerda que  nadie parte de cero, sobre todo porque quienes tienen el poder y vigilan sus intereses, están dispuestos a impedirlo a toda costa.

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