Runner Runner. Ficha técnica ampliada y comentario.
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Ficha técnica:
Título original : Runner, Runner
País: Estados Unidos
Año: 2013
Duración: 91 minutos
Dirección: Brad Furman
Guión: Brian Koppelman y David Levien
Casting: Ronna Kress, c.s.a.
Dirección de Fotografía: Mauro Fiore A.S.C. (UAvatar)
Música: Christophe Beck
Edición: Jeff McEvoy
Director artístico: Sarah Contant
Diseñador del set: Luís López-Baquero
Decorador del set: Mónica Monserrat Llenza
Coordinador de especialistas: Mark Norby
Diseño de Vestuario: Sophie de Rakoff
Jefe de Departamento de peluquería: Anne Morgan
Jefe de Departamento de maquillaje: Michelle Vittone -McNeil
Productores: Arnon Milchan, Jennifer Davisson Killoran, Michael Shanberg, Leonardo DiCaprio; Michael Shamberg, Stacey Sher, Brian Koppelman, David Levien
Productores ejecutivos: Erick Holmberg, Brad Weston
Diseño de producción: Charisse Cardenas
Compañías. Productoras: Twentieth Century Fox presenta a New Regency, Appian Way, Double Feature Films
Género: economía
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Intérpretes:
Justin Timberlake: Richie Fukst
Ben Affleck: Ivan Block
Gemma Asterton: Rebecca Shafran
Anthony Mackie: Shavers
Michael Esper: Billy 'Pet' Petxicoff
John Heard: Harry Furst
Ben Schwartz: Craig
Yul Vazquez: Delegado Herrera
Bob Gunton: Dean Alex Monroe
Oliver Cooper: Andrew Cronin
Christian George : Wilson
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Sinopsis
Richie (Justin Timberlake), alumno de la universidad de Princeton, tras sufrir un batacazo en la prensa, cree que ha sido timado y viaja a Costa Rica para enfrentarse al magnate de los juegos online Ivan Block (Ben Affleck). Pero una vez allí, se ve seducido por las promesas de inmensas riquezas de Block hasta que descubre la inquietante verdad de su benefactor. Cuando el FBI trata de coaccionar a Richie para que les ayude a arrestar a su jefe, Richie tiene que jugar la partida de su vida: ser más hábil que las dos fuerzas que se le vienen encima, el joven persigue una nueva versión del sueño americano: riqueza fácil, instantánea e ilimitada, tras perder todo en la bolsa, cuando se desplomaron los mercados. Ahora quiere empezar de nuevo, graduándose en la universidad. Después de ser timado por una página web de juegos que le hace perder todo el dinero de su matrícula de universidad, vuela a Costa Rica para enfrentarse a la leyenda del juego que se encuentra detrás de todo: Ivan Block. (Foxprensa).
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Comentario:
Runner, runner es una película más de las que han ido contribuyendo a proporcionar al público una explicación racional de la crisis que estamos padeciendo, cuyo pistoletazo de salida fue la caida de Lehman Brothers; esta labor de análisis es impagable y muy útil para los espectadores del mundo globalizado que tengan interés por conocer. Ahora le toca el turno a lo que Brad Furman llama 'nuevo sueño americano' que se basa en una carrera por hacerse rico y famoso en el menor tiempo posible, apoyándose en las posibilidades que ofrecen las nuevas tecnologías para el desarrollo de los juegos de azar, cuyos centros económicos y financieros se encuentran en lugares alejados de los centros económicos tradicionales, en el oriente próximo y lejano o en nuevos enclaves como Dubai; el personaje interpretado por Ben Affleck , el magnate de los juegos, advierte de que detrás del dinero fácil siempre hay algo fraudulento, deshonesto, corrompido, malo y sin cortapisas morales que impidan pisotear al prójimo. En definitiva trata del poder, la riqueza y la avaricia, y se elige como destino Costa Rica, un país en el que se produce la intersección de opulencia y riqueza, de respeto de las normas y de corrupción, y donde se aglutinan jóvenes de todo el mundo que buscan sus paraísos fiscales y la forma de escudarse en la globalización para ni siquiera pagar impuestos. La nota humana y poética la aporta la relación de Rickie con su padre, un pobre jugador de tres al cuarto, que ha arruinado su vida y ha decepcionado a su familia y del que debe cuidar el joven hasta el final.
El nombre del film responde a una jugada de póquer, que consiste en ligar cartas correctas, que conocen los miles de jugadores que invaden las redes y captan incautos. Había que hacer esta reflexión y Runner, Runner ha decidido hacerla. El cine norteamericano está procediendo a explicar al mundo el crack financiero que se gestó a finales del 2007 y que condujo a la primera crisis global, seguida de una gran depresión cuya consecuencia más grave ha sido el empobrecimiento de la población mundial y el debilitamiento de las clases medias. Pero entretanto el dinero se está concentrando y el número de ricos, más ricos que los de antes, se está incrementando. Ahora Brad Furman intenta arrojar luz sobre las nuevas formas de hacer dinero en negocios aparentemente legales, pero que en algún punto pierden esta cualidad, lo que explica el hecho de que, en este terreno del juego, haya más posibilidades de enriquecerse más rápidamente que en el de la 'Bolsa', pero también la de pisar más de un charco.
Esta contribución es de un valor inapreciable y exige un lugar cada vez más amplio en nuestra videoteca, junto a In side Job, The Company Man, Up in the air, Margin Call, El soplón, y tantas otras, gracias a las cuales el espectador ha empezado a comprender algo de una situación incomprensible, una caída sin explicación. Si el ladrillo generó una burbuja, alguien sigue jugando con el jabón, con la diferencia de que este juego es mucho más oscuro y difícil de entender por las masas. El dinero, 'virtual', ahora procedente del póquer, 'circula' por las redes y se aloja en paraísos fiscales, sin contribuir a la riqueza de ningún país, ni tan siquiera el de aquellos en los que teóricamente se deposita, estados fallidos pobres como Costa Rica, cuyos tejados de uralita y sus calles sin asfaltar son un fiel reflejo de la pobreza del escenario elegido por Furman, en los que el dinero 'de verdad', esos papelitos a los que la confianza del ciudadano da todo el valor, van a parar a las manos de policías corruptos y funcionarios locales que cada vez exigen más, en la medida que crece el negocio.
No se entiende bien por qué existen estas islas de impunidad, pero al parecer se cobra un buen tributo por acoger a los mafiosos del mundo entero, que se concentran en fiestas en las que cada cual sabe quién es quién. La parte más débil es la de los jugadores que están en la base de la pirámide, cuyas cuentas con frecuencia están vacías, engrosando las de los poderosos, hechos que tienen pocas posibilidades de denunciar, hecha la excepción de colaborar con la policía como 'arrepentidos' y recibir a cambio protección del FBI, la Interpol o el cuerpo que actúe en cada lugar. El protagonista es un parado de Wall Street que se ha matriculado en Princeton para conseguir un nuevo puesto en la Bolsa, y que es descubierto por el rector como organizador de una timba virtual que, aunque no es ilegal, provoca el desdoro de la institución. Es un joven experimentado y dispuesto a batirse el cobre para no acabar siendo un fracasado como su padre, un jugador de tres al cuarto. Estas son las nuevas élites que salen de los escombros y que hacen bueno el axioma de Balzac: "Detrás de cada gran fortuna, hay un gran crimen." Los Gatsby de la década de los 20 eran unos blancos corderos, comparados con los tiburones que pululan por la bolsa y los emporios de estos negocios oscuros, con empresas tapaderas sustentadas en la corrupción.
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Comentario:
Runner, runner es una película más de las que han ido contribuyendo a proporcionar al público una explicación racional de la crisis que estamos padeciendo, cuyo pistoletazo de salida fue la caida de Lehman Brothers; esta labor de análisis es impagable y muy útil para los espectadores del mundo globalizado que tengan interés por conocer. Ahora le toca el turno a lo que Brad Furman llama 'nuevo sueño americano' que se basa en una carrera por hacerse rico y famoso en el menor tiempo posible, apoyándose en las posibilidades que ofrecen las nuevas tecnologías para el desarrollo de los juegos de azar, cuyos centros económicos y financieros se encuentran en lugares alejados de los centros económicos tradicionales, en el oriente próximo y lejano o en nuevos enclaves como Dubai; el personaje interpretado por Ben Affleck , el magnate de los juegos, advierte de que detrás del dinero fácil siempre hay algo fraudulento, deshonesto, corrompido, malo y sin cortapisas morales que impidan pisotear al prójimo. En definitiva trata del poder, la riqueza y la avaricia, y se elige como destino Costa Rica, un país en el que se produce la intersección de opulencia y riqueza, de respeto de las normas y de corrupción, y donde se aglutinan jóvenes de todo el mundo que buscan sus paraísos fiscales y la forma de escudarse en la globalización para ni siquiera pagar impuestos. La nota humana y poética la aporta la relación de Rickie con su padre, un pobre jugador de tres al cuarto, que ha arruinado su vida y ha decepcionado a su familia y del que debe cuidar el joven hasta el final.
El nombre del film responde a una jugada de póquer, que consiste en ligar cartas correctas, que conocen los miles de jugadores que invaden las redes y captan incautos. Había que hacer esta reflexión y Runner, Runner ha decidido hacerla. El cine norteamericano está procediendo a explicar al mundo el crack financiero que se gestó a finales del 2007 y que condujo a la primera crisis global, seguida de una gran depresión cuya consecuencia más grave ha sido el empobrecimiento de la población mundial y el debilitamiento de las clases medias. Pero entretanto el dinero se está concentrando y el número de ricos, más ricos que los de antes, se está incrementando. Ahora Brad Furman intenta arrojar luz sobre las nuevas formas de hacer dinero en negocios aparentemente legales, pero que en algún punto pierden esta cualidad, lo que explica el hecho de que, en este terreno del juego, haya más posibilidades de enriquecerse más rápidamente que en el de la 'Bolsa', pero también la de pisar más de un charco.
Esta contribución es de un valor inapreciable y exige un lugar cada vez más amplio en nuestra videoteca, junto a In side Job, The Company Man, Up in the air, Margin Call, El soplón, y tantas otras, gracias a las cuales el espectador ha empezado a comprender algo de una situación incomprensible, una caída sin explicación. Si el ladrillo generó una burbuja, alguien sigue jugando con el jabón, con la diferencia de que este juego es mucho más oscuro y difícil de entender por las masas. El dinero, 'virtual', ahora procedente del póquer, 'circula' por las redes y se aloja en paraísos fiscales, sin contribuir a la riqueza de ningún país, ni tan siquiera el de aquellos en los que teóricamente se deposita, estados fallidos pobres como Costa Rica, cuyos tejados de uralita y sus calles sin asfaltar son un fiel reflejo de la pobreza del escenario elegido por Furman, en los que el dinero 'de verdad', esos papelitos a los que la confianza del ciudadano da todo el valor, van a parar a las manos de policías corruptos y funcionarios locales que cada vez exigen más, en la medida que crece el negocio.
No se entiende bien por qué existen estas islas de impunidad, pero al parecer se cobra un buen tributo por acoger a los mafiosos del mundo entero, que se concentran en fiestas en las que cada cual sabe quién es quién. La parte más débil es la de los jugadores que están en la base de la pirámide, cuyas cuentas con frecuencia están vacías, engrosando las de los poderosos, hechos que tienen pocas posibilidades de denunciar, hecha la excepción de colaborar con la policía como 'arrepentidos' y recibir a cambio protección del FBI, la Interpol o el cuerpo que actúe en cada lugar. El protagonista es un parado de Wall Street que se ha matriculado en Princeton para conseguir un nuevo puesto en la Bolsa, y que es descubierto por el rector como organizador de una timba virtual que, aunque no es ilegal, provoca el desdoro de la institución. Es un joven experimentado y dispuesto a batirse el cobre para no acabar siendo un fracasado como su padre, un jugador de tres al cuarto. Estas son las nuevas élites que salen de los escombros y que hacen bueno el axioma de Balzac: "Detrás de cada gran fortuna, hay un gran crimen." Los Gatsby de la década de los 20 eran unos blancos corderos, comparados con los tiburones que pululan por la bolsa y los emporios de estos negocios oscuros, con empresas tapaderas sustentadas en la corrupción.
Rickie encuentra la forma de autojustificarse ante sí mismo y ante la sociedad." Todo el mundo hace alguna apuesta, ya se le llame de este modo o inversión en el mercado de valores o en bienes
inmuebles, pero nadie debe llamarse a engaño, si se arriesga se está apostando..." Hasta hace poco los casinos de
Atlantic City o Nevada, veían el juego online como una competencia,
pero al observar que esta forma de juego había alcanzado grandes proporciones en
todo el mundo, se percataron de que su reconocido nombre de marca
les permitiría quedarse con un pedazo importante de la recién estrenada tarta. Los tramposos han conseguido quebrantar la Ley Fiduciaria y no hay recurso
legal posible. Esta nueva mentalidad se extiende a las universidades como Princenton, donde se originó el negocio de Rickie, que ha aprendido que si uno no nace rico, debe sangrar para poder sentarse en sus aulas; las autoridades académicas no se oponen
frontalmente al 'marketing', como cínicamente llaman a estas transacciones económicas, sino que se esconden tras su propia hipocresía utilizando principios éticos con el argumento de que se promocione el juego en el campus,
iniciando a los jóvenes en el camino de la perdición utilizando el vehículo de los casinos
virtuales; "Ud. tiene un don y quiero que permanezca en esta Universidad", le dice el rector a su alumnos, " pero saque las manos de los bolsillos de sus compañeros".
La cuestión reside en que el dinero sabe protegerse del control de los estados y la persecución de sus leyes. Las actividades del protagonista no son ilegales. Rickie es afiliado a 'apuestas on line', lleva tráfico a la web y le pagan una comisión. Todo limpio: cobra una cuota por cada jugador que ficha, para pagarse los cursos universitarios. Su riesgo es bajo, juega al póquer con novatos, hastas que cae en una trampa de un jugador inexperto, que sólo lo es en apariencia, que se desenvuelve con una teoría de juego no ponderada,en la que parece el pringado que te encuentras una vez al año con suerte.Para un verdadero jugador de poquer la suerte no existe; "No puedo rendirme ante una variante a corto plazo, este tío juega muy mal: No enseña sus cartas, tan sólo sube o se retira cuando intentan tenderle una trampa. Eso no es bueno, es genial. Aquel tío no era genial, jugaba haciendo trampas." Un forma más de extraer los excedentes a los incautos.
La cuestión reside en que el dinero sabe protegerse del control de los estados y la persecución de sus leyes. Las actividades del protagonista no son ilegales. Rickie es afiliado a 'apuestas on line', lleva tráfico a la web y le pagan una comisión. Todo limpio: cobra una cuota por cada jugador que ficha, para pagarse los cursos universitarios. Su riesgo es bajo, juega al póquer con novatos, hastas que cae en una trampa de un jugador inexperto, que sólo lo es en apariencia, que se desenvuelve con una teoría de juego no ponderada,en la que parece el pringado que te encuentras una vez al año con suerte.Para un verdadero jugador de poquer la suerte no existe; "No puedo rendirme ante una variante a corto plazo, este tío juega muy mal: No enseña sus cartas, tan sólo sube o se retira cuando intentan tenderle una trampa. Eso no es bueno, es genial. Aquel tío no era genial, jugaba haciendo trampas." Un forma más de extraer los excedentes a los incautos.
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