El dragón rojo. Brett Ratner





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Ficha técnica:

Título original:
País: Estados Unidos
Año: 2002
Duración:

Dirección: Brett Ratner
Guión: Ted Tally, basado en el libro de Thomas Harris
Casting: Francine Maisler, c.s.a.; Kathlee Driscoll-Mohler Associate
Director de Fotografía: Dante Spinotti, a.s.c., a.i.c.
Música: Danny Elfman
Edición: Mark Helfrich, a.c.e.
Director artístico: Steve Saklad
Decorador del set: Karen O'Hara
Diseñadores del set: Nancy Deren, Jeff Markeith, James F.Truesdale

Diseño de Vestuario: Betsy Heimann
Responsable de maquillaje: Randy S.Westgate; maquillaje efectos especiales: Matthew W.Mungle
Estilista de peluquería: Trish Almeida
Diseño del tatuaje: Tom Berg

Productores: Dino de Laurentiis, Martha De Laurentiis
Productor ejecutivo: Andrew Z.Davis
Diseño de Producción: Kristi Zea
Universal Pictures  &  DDLC (Dino de Laurentiis Company) en asociación con Metro-Goldwy-Mayer Pictures; Macrovision Quality Protection


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Intérpretes:

Anthony Hopkins: Hannibal Lecter
Edward Norton: Will Graham
Ralph Fiennes: Francis Dolarhyde
Harvey Keitel: Jack Crawford
Emily Watson: Reba McClane
Mary-Louise Parker: Molly Graham
Philip Seymour Hoffman: Freddy Lounds
Anthoy Heald: Dr. Chilton
Bill Duke: Jefe de Policía
Ken Leung: Lloyd Bowman
Frankie Faison: Barney
Stanley Anderson: Jimmy
Azura Skye: Bookseller

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Sinopsis:

 El agente del FBI Graham (Edward Norton), prematuramente retirado, se reincorpora al servicio activo para atrapar a un asesino múltiple conocido como 'El Dragón Rojo'. Para impedir que continuen los brutales asesinatos. Graham tiene que dejar que Lecter penetre en su mente.

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Crítica:

Pablo Kurt se une en su crítica en Filmaffinity a quienes creen que el film de Brett Ratner es el más fiel continuador de la película que dio origen a la franquicia : "La precuela de "El silencio de los corderos" pierde la dirección elegante y lujosa de Ridley Scott en "Hannibal", pero vuelve a las claves que hicieron de aquella un magistral thriller psicológico (una mayor profundización en los personajes, un gore insinuado, esas miradas de Anthony Hopkins...), y ofrece un formidable entretenimiento que sin duda supera a su predecesora sin alcanzar el impacto de la obra de Demme. Una más que recomendable intriga que dividió a la crítica de Estados Unidos y Europa, pero que se alza por encima de la casi totalidad de mediocres thrillers americanos de los últimos tiempos -de los que, eso sí, copia algunos convencionalismos, formato y estructura-."

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Comentario:

La temprana muerte de Philip Seymour Hoffman ha provocado muchas reacciones, entre ellas la publicación de una colección de películas en un periódico, 'El País', en las que interviene en papeles más o menos importantes, entre ellos esta cinta del realizador de Miami, Brett Ratner, interpretando a Freddy Lounds,  un periodista de una publicación sensacionalista, Tattler, que cubrió el 'Caso Lecter' y escribió un libro sobre los horribles crímenes de 'El Canibal' y ahora pretende una exclusiva de lo que el mismo ha bautizado como 'El Caso del duende dentudo', ( Tooth Fairy).

Brett Ratner sitúa su precuela de 'El silencio de los corderos' (Jonathan Demme, 1991) en  Baltimore, una ciudad del populoso estado de Maryland, en  1980 y, en sintonía con la esencia de la franquicia el background está constituido por una competencia intelectual entre agentes y criminales, sociópatas que actúan cumpliendo un ritual que el investigador debe saber interpretar para salvar a las víctimas potenciales. En 'El dragón rojo', como es habitual en la saga, desde su origen, la partida se juega a tres bandas :  Will Graham (Edward Norton) un agente intuitivo y con imaginación;  Hannibal Lecter, un  inteligente siquiatra, viejo protagonista de la saga, un personaje muy conocido por los espectadores,  y un neófito,  Francis Dolarhyde (Relph Fiennes), un joven traumatizado por su abuela, que ha crecido sin el cariño de unos padres, que se enroló en el ejército, mató en la guerra, tiene la cara desfigurada  a causa de una labio leporino que le obliga a usar dentadura postiza y lleva un enorme dragón tatuado que le cubre toda la parte trasera de su cuerpo.

Estos personajes son un subproducto de la sociedad posmoderna, que ha perdido los valores de respeto y tolerancia hacia el ser humano y que, afectados por la locura,  no dudan en  usar cualquier procedimiento para satisfacer sus instintos. El propio Hannibal Lecter afirma que, una sociedad racional, usaría sus servicios en lugar de encarcelarlo. 'El Canibal' es un  hombre exquisito, de gran cultura, que sienta a su mesa a la que denomina reluciente piara de Epicuro, inspirándose en Horacio, y hace las delicias de sus comensales, entre ellos toda la Junta Sinfónica de su ciudad con su presidenta al frente, y los humilla y ridiculiza sirviéndoles una delicatessen: un miembro de la orquesta exquisitamente cocinado. El peculiar galeno sabe cómo satisfacer a  una élite hipócrita que vomitará asqueada cuando conozca la fuente de la que mana la satisfacción de sus placeres.

No defrauda a sus fans cuando el psicópata, condenado a cadena perpetua en una cárcel de máxima seguridad, se muestra absolutamente impenetrable a las pruebas psicólógicas, -tests de Rorschach y de apercepción temática...- e incluso humilla a los facultativos haciendo papiroflexia con ellas, algo que consigue desequilibrar al psiquiatra que lleva su caso, el Doctor Chilton, jugando a  su favor, no sólo su gran inteligencia, sino su preparación académica, perfil muy trabajado en anteriores entregas de la saga. Si en otras ocasiones utilizaba las debilidades de los policías que intentaban resolver los asesinatos, apoyándose en la poderosa mente del psicópata, ahora entrarán en el juego la intuición y la razón, a pesar de que Lecter tiene una desventaja que desvirtúa su esquema de pensamiento racional: la locura.

La puesta en escena repite no sólo la misma decoración y distribución de los enseres en el set de la primera entrega de la franquicia, 'El silencio de los corderos', sino la posición de los interlocutores en el interior y exterior de la celda, en la que Lecter intenta establecer una conexión con Will: ambos son niños tímidos atenazados por el miedo, que, privados de su intuición serían tan zopencos como los demás. Pero hace falta experiencia para dominar este miedo: Will resultó herido no  por un fallo de su percepción o sus instintos, sino porque no obró en consecuencia hasta que fue demasiado tarde. La intuición más la razón servirán para desarmar a un joven que ha carecido del cariño de sus padres y ha padecido una infancia terrible, acosado por una abuela inhumana, rectora del Hogar de Ancianos de Dolarhyde. El caserón de esta institución, abandonado, destartalado, sin residentes, constituye el espacio gótico, finalmente devorado por las llamas en una secuencia que evoca el desastre originado por Carrie, con una joven ciega, Reba (Emily Watson) en el centro del infierno. Este ambiente dantesco en torno al joven Francis Dolarhyde se ve reforzado por su terrible diario, un legajo en el que pega recortes de prensa, un enorme dragón que  cubre toda la parte posterior de su cuerpo, copiado de una ilustración de William Blake, que se conserva en el Museo de Brooklin y que el joven devora para completar su obra macabra, para devorar al vástago de la mujer embarazada (en este caso su fruto), que para unos es el símbolo de la Iglesia, y para otros de Israel o de la propia Virgen María. O el de la mujer que posee una belleza de la que él cree carecer, razón por la que respeta a Reba, una joven ciega.



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