Happy Family. Gabriele Salvatores








Ficha técnica:


Título oeiginal: Happy Family
País: Italia
Año: 2010
Duración: 90 minutos

Dirección: Gabriele Salvatores
Guión: Alessandro Genovesi y  Gabriele Salvatores
Casting: Francesco Vedovati
Dirección de Fotografía: Italo Petriccione (a.i.e.)
Música: Louis Siciliano
Montaje: Massimo Fiocchi (a.m.e.)
Escenografía: Rita Rabassini
Sonido: Mauro Lazzaro (a.i.t.s.) y Luca Novelli

Diseño de Vestuario: Patrizia Chericoni
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Productor: Maurizio Totti
Organización general: Antonio Tacchia
Compañías. Productoras:  RAI Cinema, Colorado Film; distribución: O1 Distribution


Intérpretes:


Margherita Buy: Madre de Filippo
Fabrizio Bentivoglio: Vincenzo, padre de Filippo
Fabio de Luigi: Ezio/Gabriele Salvatores
Diego Abatantuono: padre de Marta
Carla Signoris: madre de Marta
Valeria Bilello: Caterina
Alice Croci: Marta
Gianmaria Biancuzzi : Filippo
Corina Agustoni: madre de Vincenzo
Sandra Milo: madre de Ezio


Sinopsis:


Ezio es un hombre soltero, rico, que tiene casi cuarenta años y que sueña con ser guionista cinematográfico. No es preciso que sea de culto, sólo de éxito. Dedicada a aquellos que tienen miedo.


Comentario:  


El personaje principal: el antídoto contra el miedo, que va a situar sobre un escenario, tan pronto se descorran las cortinas, (homenaje al célebre dramaturgo siciliano Luigi Pirandello), a una serie de personajes que transitan por situaciones cotidianas, a las que la poderosa mente humana puebla de fantasmas amenazantes, sin mostrar la más mínima alteración en su optimismo vital. Entre ellos el realizador crea su propio 'avatar', su doble, el protagonista de su película, Ezio/Gabriele, un pesimista que decide abordar este proyecto tras ser abandonado por su compañera, que se ha llevado con ella la música y le ha dejado un vinilo de Simon y Garfunkel, un detalle altamente significativo, que intenta calificarlo como un hipster, un progre trasnochado de 38 años, y que, informa finalmente a su público de que lo que ha narrado : "No es una historia real, no ha pasado nada de lo que os he contado, pero me gusta contar historias, siempre me ha gustado." Un travelling final, muy diferente al de Ciudadano Kane, recorre su mesa de trabajo, ubicada en el amplio espacio de una vieja nave industrial que ahora alberga oficinas, y se va deteniendo en aquellos objetos significativos que definen al autor: un letrero escrito en papel de estraza: "Prefiero leer o ver una película que vivir...la vida no tiene argumento." Groucho Marx; publicaciones de  manga y anime, cintas VHS, un cartel en lengua ideográfica china que él traduce como 'relax total', maquetas de coches, cajas-fetiche, dibujos de una vespa, un emblema de Italia, el disco de Simon & Garfunkel, cervezas y el objeto más preciado, el que le da de comer: una pragmática bola, contenedora de detergente, como las que ponemos en las lavadoras, que inventó su padre. No es un objeto equivalente al trineo que responde al nombre de Rosebud, no corresponde al pasado, sino que justifica su presente. El poeta, el idealista, el bohemio, puede mantener esa actitud vital, y,  por cierto, con altas dosis de cinismo, gracias a que su padre fue un soñador de otra estirpe, que intentó hacer dinero persiguiendo el 'sueño' que algunos llaman americano pero que está bastante generalizado, y que lo equipara con el descubridor del hula-hoop, el protagonista de 'El gran salto' , un gran film de Joel Coen  de 1994, protagonizado por Tim Robins.

El motor de la historia, que pone en acción a los personajes es  el matrimonio entre dos jóvenes de 16 años, un absoluto desafío a las normas, que pone en contacto a dos familias totalmente diferentes: una convencional, burguesa, que ha acumulado dinero pero no ha gozado de los placeres de la vida en libertad, y otra bohemia, que vive al margen de las reglas y convenciones sociales impuestas por el patriarcado y que ha vivido a tope; el encuentro de estas dos formas de ver la vida tan diferentes constituye el núcleo de la trama argumental del film pirandelliano que dirige o realiza, sin equipo visible, Gabriele Salvatores, que dedica a sus padres por la sencilla razón de que se lo merecen, conjurando el temor que la sociedad patriarcal ha insuflado a los hombres de sustituir al machote, -su figura central sobre la que se cimenta la organización sexista de la sociedad-, por el mamoni o bamboccioni , que la crisis ha triplicado, al empujar a los individuos a elegir el lugar donde vive mejor; si vive mejor. Uno de sus personajes que, como los de Pirandello, buscan al autor porque no se conforman con desaparecer, una chica que inspirará  a la Ruby Sparks de Jonathan Dayton, interpretada por Zoe Kazan, nieta de Elia Kazan,  se enamora del guionista-director y toma cuerpo en su vida ficticia: Caterina. El padre de Marta, la chica de 16 años que quiere casarse,  desarrolla su curriculum ante las cámaras, interrogado por  el padre de Filippo, Vincenzo,  Presidente de un Consejo de Administración y enfermo terminal de cáncer: "Trabajé de enfermero en Túnez, fui chófer en Brasil, Dj en Tailandía, abrí una heladería en Chechenia, una estupidez ( un día me dispararon a la stratachela ); después conocí a mi mujer en Ibiza, me hice patrón de barco, y , ahora, en cuanto puedo me hago a la mar. Si, pero en la práctica, le pregunta Vincenzo ¿Qué es lo que haces?

Ezio/Gabriele representa una síntesis de ambos mundos, de una universalidad que, en una y otra orilla, es fácilmente maleable por el miedo. Miedo de que el tranvía pueda descarrilar, de los blancos, de los negros, de la policía, de perder el trabajo, de acabar calvos, gordos, jorobados, perder los trenes, no llegar a tiempo a las citas, de que estalle una bomba, de quedarnos inválidos, de perder un brazo, un pie, un ojo, un hijo, una hoja donde habíamos escrito algo importante (el papelito de Juan Perro), de los terremotos, de los virus, de equivocarnos, de morir, de que nuestro hijo se vuelva homosexual...y a derrotar estos miedos se entrega Gabriele Salvatores, hipster o no. Comienza su aventura cinematográfica presentando a unos personajes atípicos, que chocan porque no parecen ser sensibles a los fantasmas que atemorizan al hombre corriente: dos jóvenes que se quieren casar a los dieciséis años, uno de los cuales acaba optando por la homosexualidad; un aventurero que jamás ha tenido un trabajo fijo ni se ha sometido a los demás por un sueldo, un hombre que tiene que afrontar un cáncer terminal, una mujer insatisfecha, una joven soñadora...Una foto de Panamá, el último lugar al que 'viajaron juntos en un yate' los padres ficticios de los jóvenes ficticios, que finalmente deciden no casarse (Marta se hace un tatuaje y Filippo se busca un amigo) y la presencia de una vecina, cuya bicicleta esta atada junto a la puerta de su cas, como la de Ezio, y que ha inspirado el personaje de Caterina, son detalles que nos recuerdan que con frecuencia la linea que separa la ficción de la realidad es extremadamente fina y delgada, y la podemos  quebrar sin percatarnos.

Javier Ocaña, el más exigente de los críticos, que miraron con cierta complacencia el film del italiano, hace un análisis un tanto injusto de una cinta que no satisface sus aspiraciones de trascendentalidad desde la primera línea de su escritura cinematográfica: "Eso sí, la presencia aterrorizada de los personajes, el sinsentido de sus no-vidas aquí no tiene cabida. Estamos ante una relectura puramente lúdica, melodramática y superficial, un juego metaliterario pero nunca una angustia sobre la falta de existencia. Salvatores, de hecho, juega no sólo a ser Pirandello, sino también a ser Fellini. ¿Demasiado? Sí, sin duda. Los ecos del Ocho y medio de Federico también resuenan en este Happy family, y, sin embargo, tampoco es la última resonancia. Aún hay más." (Salvatores busca a Pirandello. Diario 'El País' 7 de febrero de 2014). Entiende mejor el film  Lluís Bonet Mojica cuando afirma que : " (...)  el napolitano Gabriele Salvadores se inspira en Pirandello para mostrarnos una serie de personajes en busca de autor. Aquí el autor es un guionista y director cuarentón, con ansias de éxito, que pone en juego una serie de personajes que se rebelan, incluido él mismo." ("Happy family: En busca de autor". La Vanguardia. com, 4 de junio de 2014) .Es obvio que Salvatores se rebela contra los miedos que insufla el poder en una sociedad moderna, emblematizada en la industriosa ciudad de Milán, y utiliza la misma metáfora que Pirandello para reflexionar, no acerca de la existencia, sino de la posibilidad de vivir sin temor, aunque se parte del pesimismo de que hace gala su protagonista. Y no me parece superficial el miedo que paraliza al hombre y no le deja avanzar, y menos aún reflexionar sobre su propia existencia.

 

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