Happy Together. Wong Kar Wai







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BELLÍSIMA PELÍCULA DE WONG KAR WAI, MUY ADELANTADA A SU TIEMPO



Ficha técnica:


Título original: Happy Together
País: Hong Kong
Año:  1997
Duración: 94 minutos

Dirección: Wong Kar Wai
Guión: Wong Kar Wai
Casting: Nomeri Granata
Dirección de Fotografía: Christopher Doyle
Música: Danny Chung
Montaje: William Chang Suk-Ping, Wong Ming Lam
Edición de sonido: Tu Duu-Chih
Efectos especiales: Tom Cundom

Productor: Wong Kar-Wai
Supervisor producción: Jacky Pang Yee-Wah
Productor ejecutivo: Chan Ye-Cheng
Productores asociados: Hiroko Shiohara, T.J. Chung, Christophe Tsen Ching-Chao
Diseño de producción: William Chang Suk-Ping
Coordinador de producción: Joseph Chi Chong-Chavez
Productor en línea: Eliseo Zanusso
Block 2 Pictures, asociado con Prenom H.Co., Ltd, Seowoo Film Co., Ltd, Prenom H.Co., Ltd. presentan a Jen Tone Production


Intérpretes:


Leslie Cheung Kwok-Wing: Lai Yiu Fai
Toni Leung Chiu-Wai: Ho Po-Wing
Chang Chen:Chan



Premios:


1997: Premios al Mejor Director del Festival de Cannes


SINOPSIS


Una pareja homosexual de Hong Kong, con pasaporte británico,viaja a Argentina atraída por la exuberancia de las cataratas de Iguazú. En el trayecto riñen y al llegar a Buenos Aires se separan, buscando cada uno la forma de sobrevivir en el intrincado mundo gay de los barrios bajos. Son hombres, son homosexuales. No se soportan. No pueden vivir separados, pero tampoco juntos. Han recorrido medio mundo, de Hong Kong a Buenos Aires, para volver a empezar. Esta es la crónica de tantas reuniones y de uno de tantos reencuentros. Una película sobre el amor y el desamor, de intensos sentimientos y grandes emociones.


CRÍTICA:


Una de las más bellas crónicas del desamor. Un film en el que la violencia de género entre dos amantes, tan psicológico como física se hace patente en una pareja en la que en otro tiempo hubo una atracción pero que se ha tornado tan turbulenta o más que la pasión que los unió, tema que Wong Kar Wai aborda con su habitual posición dialéctica en la que los contrarios se oponen con fuerza y se establece entre ellos una lucha más o menos soterrada:  el capricho, la frivolidad y la inconsistencia de Ho Po-Wing, quien domina la situación, frente la sensibilidad, la reflexión y el sentido trágico de la vida de Lai Yiu-Fai; entre el tiempo que discurre sin que podamos asirlo y aquellos instantes en que se vive con tal intensidad y sufrimiento que parecen no acabar nunca; la utilización del color como un efecto de extrañamiento que nos obliga a reflexionar sobre  la razón que le impulsa a utilizar el color en unas ocasiones y el blanco y negro, con fuertes claroscuros y filtrado en verde a azul, en otras. Pero algo velado una especie de bruma se interpone en todo momento entre el sufrimiento  del protagonista  y el tormento que atenaza su espíritu que no lo deja respirar y el que asiste acongojado al espectáculo; el joven no exterioriza su estado de ánimo ante los demás, prefiere, a diferencia de su amigo que rompe con la misma facilidad que pide volver a empezar, sobrellevar su dolor en solitario. Este vivir sin vivir en sí de sus personajes, una constante de sus películas, lo lleva a situarlos en la transición entre dos estancias, pobremente decoradas, claustrofóbicas y con papeles desgastados en sus paredes, un clima que contribuye a la desazón de los espectadores.


Pero Wong Kar Wai muestra también en su estilo un mestizaje entre la estética oriental y las formas de hacer occidentales. En su cine vemos a Françoise Truffaut y sobre todo a Godard; pero otros como Fransci Ford Coppola, en esta especie de ir y venir, en este círculo de influencias, también celebrará del cine del hongkonés en las calles bonaerenses. Música americana, pero también de Caetano Veloso (Cucurrucucu Paloma de Tomas Mendez), Prologue (Tango apasionado de Astor Piazzolla) e incluso de Mónica Naranjo; Happy Together (Garry Bonner y Alan Gordon) constituye el leitmotif del film. En el final de esta, en parte, road movie, Fai, antes de volver a su casa con su padre, quiere cumplir el objetivo que le había llevado a Argentina junto con su amante, ahora prostituido: ver las cataratas de Iguazú. La turbulencia de sus aguas simboliza la inquietud y el desasosiego que lo invade y que evoca los célebres versos de Teresa de Jesús, enamorada de un dios que ignoramos si le corresponde. Mientras el joven amigo que conoce en Buenos Aires, Chang, llega, por otro camino, al faro de Usuhaia, donde se halla su particular castillo de Kafkaen,  donde encontrará respuesta a las cuestiones que lo atormentaron en el pasado: que de nada vale huir de un lugar, escapar de tus orígenes, si arrastras cargas con tus contradicciones, y entiende que su felicidad está en Taipei, en el hogar de sus padres ayudándoles en el modesto restaurante donde se sirve comida típica, y no en los barrios bajos argentinos. Fai comprende al acudir al puesto nocturno de los padres del chico en Taipei por qué es tan libre: porque siempre tiene un sitio a dónde volver. Pero a la vez encuentra otra certeza: sabe donde puede encontrarlo, si lo desea, una vez superada la pasión sórdida y venenosa que siente. o ha sentido por Wing.



Apenas comenzamos a escribir este blog, dedicamos un espacio a este film que hoy retomamos e incorporamos la ficha técnica. "Nuestra admiración por el autor de culto hongkonés es conocida, pero hoy, aprovechando las posibilidades que nos ofrecen los diarios de acceder a múltiples películas, que no habíamos visto en su momento, ha caído en mis manos una, que quizás sea la que más me ha gustado de él: Happy Together, con la que consiguió la meta de cualquier 'autor', el premio al mejor director en Cannes (1997). Fiel representante de la política de los autores aborda dos temas principales, que forman parte de los monstruos que genera la mente humana: la imposibilidad de mantener el amor en la pareja, trascendida al mundo gay, y la cuestión de la emigración mal resuelta, que deja en la cuneta a muchos seres humanos que luchan por mejorar sus condiciones de vida. Dos jóvenes amantes, asimilables a cualquier pareja independientemente de su orientación sexual, que con gran maestria te hace olvidar el director, emigran desde Taipei a Argentina con el propósito de cumplir el deseo de presenciar el milagro de la naturaleza, la inmensidad , la amenaza del agua de las Cataratas de Iguazú, cerca de la triple frontera de Argentina, Paraguay y Brasil. Atracción por lo turbulento, lo inmanente, o lo descomunal de las aguas revueltas, despeñadas en grandes saltos a vacío, desplazamiento significativo de la virulencia de sus vidas. 

Estos sentimientos quedan aplacados por la suave, dulce y tranquila música de Caetano Veloso. En la metadiégesis el tiempo, como protagonista de una historia de encuentos y desencuentros amorosos, " la imagen-tiempo directa que nos permite acceder a esa dimensión proustiana, según la cual las personas y las cosas ocupan en el tiempo un lugar incomensurable con el que ocupan en el espacio (GilesDelenze) ". El tiempo de estancia en Buenos Aires está estancado, en suspensión, como un antes y un después del discurrir de la vida de Fai; la fotografía, con luz semantizada, que va desde un degradado en blanco y negro, filtrado en verde, casi no-color, de los espacios de convivencia, hasta el color de la máquina de un aficionado de los bajos fondos bonaerenses, donde la única forma de vida para un emigrante pasa por la prostitución. Y, por último, la música diegética del Bar Sur, y el tango provocador, extradiegético, de encuentros y desencuentros, en un constante bucle de experiencias pasionales dentro y fuera de la pareja. La música que abre y cierra el film, y de cuyo título toma el nombre, Happy Togheter, canción de Turtles en versión de Frank Zappa, rememora lo que pudo haber sido y no fue, pero cuya belleza (tendemos a recordar sólo los buenos momentos ) queda en el recuerdo. 

El film está basado en un relato del escritor argentino Manuel Puig, The Buenos Aires Affair, y protagonizada por el actor fetiche de Wong Kar Wai, Tony Leung Chiu Wai, en el papel de Lay Yiu Fai, y por Leslie Chung, como Ho Po - Wing. Conmueve el retrato de una pareja, en la que dos hombres se destrozan en la vida cotidiana, en la que surgen todas las contradicciones que tienen su cuna en la educación, las tendencias, el ambito familiar. Por razones que nadie puede interpretar correctamente, Lai es responsable, trabajador, activo, pero ello le quita poder ante un Wing caprichoso, ocioso, desleal y que provoca situaciones de tensión y violencia en el compañero pacífico y comprensivo, pero que en determinados momentos se ve desbordado. Lo mima, le compra tabaco, le cura las heridas que otros le han causado, trabaja para él y como pago recibe el desagradecimiento . Fai, consciente del eterno retorno de los avatares de la vida, piensa que todo lo que se va siempre vuelve, por desgracia para él. En momentos de la mayor desesperación se encuentra con Chang, joven heterosexual, que le toma un gran cariño; con problemas de vista cuando era pequeño, se ha acostumbrado a aguzar el oído y cuando Fai vuelve a Taipei, va a cumplir el deseo del amigo ausente y visita Iguazú. La última vez que Chang aparece en la película, en un travelling circular maravilloso, desde la elevada atalaya que le proporciona un faro en Ushuaia, (Argentina), piensa en Fai y recuerda una cinta de casette en la que parece que todo se ha borrado y sólo escucha un canto con sus oidos privilegiados, el sollozo de Fai. 

En un tiempo no fijado, Fai acude en Taipei, a la tienda de comidas de los padres de Chang, y se lleva la foto del faro, al tiempo que piensa que si lo necesita sabe dónde encontrarlo. En este establecimiento descubre algo importante: el trabajo que realizaba en Buenos Aires, como captador de clientes para el bar donde trabajaba, es considerado propio de un mendicante en su país. Muchas veces ocurre esto, uno emigra para mejorar y acaba realizando tareas que no haría en su tierra; claro que su emigración no es económica, sino que responde a una llamada de la fantasía de los jóvenes. Fai, desprendido de la mochila de Wing está en el camino de recobrar su felicidad, mientras éste, que ha quedado en Buenos Aires no puede abandonar la senda elegida de la prostitución, el maltrato físico, los golpes y la soledad autoimpuesta. Su última imagen, tendido en el suelo, agotado y triste es conmovedora. Wong Kar Wai cumple con el ritual que le impone su política de autor, con temas transcendentes, como el amor, la imposibilidad de su supervivencia en la pareja, la emigración del hombre en busca de su subsistencia o de disfrutar de paisajes exóticos... Todo ello revuelto por el torberllino de un tiempo, que fija a las personas y las deplaza en un bucle continuo, en un torbellino que las lleva de un lugar a sus antípodas (Imagina Hong-Kong al revés ). Junto a estas turbulencias las aguas más tranquilas de una amistad, que en algún momento, tiene cierta ambiguedad. Lai he vivido realizando uno de los esfuerzos intelectuales más serenos, penetrantes y desprovistos de cualquier intención a priori de la relación de una pareja, en este caso de dos hombres, como seres humanos, independientemente de su orientación sexual, que apenas percibes, evitando en todo momento dar ningún tipo de satisfacción al morbo ni a la demagogia. Estupenda contribución, de gran belleza, a la convivencia en paz y feliz del ser humano. Nada es perfecto, ni tiene por qué serlo, pero siempre está en manos del hombre el poder elegir, aunque en este proceso se deba sacrificar algo que quieres, y que no renuncias a recuperar, aunque no sea de la misma manera, cuando la Ocasión se presente de nuevo en su eterno retorno. A todo lo dicho se une la enorme , la gran belleza de su realización.

 

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