La Duquesa. Saul Dibb. Ficha técnica ampliada.





Ficha de identificación:

Título original: The Duchess
País: Reino Unido
Año: 2008
Duración: 111 minutos

Dirección: Saul Dibb
Guión: Jeffrey Hatcher y Anders Thomas Jensen y Saul Dibb, basado en el libro "Georgiana, Duquesa de Devonshire· de Amanda Foreman
Casting Director: Lucy Bevan
Dirección de Fotografía: Gyula Pados
Música: Rachel Portman
Montaje: Masahiro Hirakubo
Director artístico: Karen Wakefield
Decorador del set: Rebecca Alleway

Diseño de Vestuario: Michael O'Connor
Diseño de maquillaje: Daniel Phillips
Diseño de Peluquería: Jan Archibald

Productores: Gabrielle Tana, Michael Kuhn
Co-productores: Colleen Woodcock y Alexandra Arlango.
Productores ejecutivos: Francois Ivernel y Cameron McGracken, Christine Langan y David M.Thompson; Carolyn Marks-Blackwood, Amanda Foreman
Productor en línea: Andrew Warren
Diseño de producción: Michael Carlin
Compañías.Productoras: Pathè y  BBC Films presentan, asociados con Pathè Renn Production y Bim Distribuzione a Qwerty Films/Magnolia Mae Films Production,  Distribución: Vértigo Films; DVD De APlaneta



Intérpretes: 


Ralph Fiennes: El Duque
Keira Knightley: Giorgiana
Charlotte Rampling: Lady Spencer
Dominic Cooper: Charles Grey
Hayley Atwell: Miss Foster
Simon McBurney: Charles Fox
Aidan McArdle : Richard Sheridan
John Shrapnel: General Grey



Sinopsis:


Hermosa, llena de glamour e idolatrada por su pueblo (Keira Knightley) fue la mujer más fascinante de su época, en pleno siglo XVIII. Su belleza y carisma le proporcionaron un lugar preferente en la historia. Casada de joven con uno de los hombres más ricos de Inglaterra, el Duque de Devonshire (Ralph  Fiennes), fue confidente de políticos y miembros de la Casa Real, llegando a ser un icono de la moda, madre modélica e influyente política del partido liberal.

Pero, a pesar de esta vida ejemplar, la ausencia de un amor verdadero marcó su existencia. Desde el apasionado pero fatídico romance con Earl Gray hasta el complicado triángulo sexual con su marido y su mejor amiga Lady Bless Foster, ninguna de sus relaciones íntimas consiguió colmar sus ansias de plena felicidad.



Comentario:


Los estrenos de Maléfica, (Id.Robert Stronberg, 2014), o  Belle (Id. Amma Assante, 2014), nos empujan a revisar filmes como La Duquesa (Id. Saul Dibb, 2008), o Tetro (Id. francis Ford Coppola, 2009), una serie de películas en las que desde distintas épocas históricas, texturas cinematográficas, géneros e incluso formas de representación muy diferentes, se aborda el análisis del constructo que define a hombres y mujeres, en el que en ocasiones, y, dependiendo de lo enraizada que esté esta ideología milenaria, el hombre puede ser la víctima, si está dotado de una extrema sensibilidad, y algunas mujeres los puntales del sistema, algo que ha hecho que los seminarios universitarios, especialmente norteamericanos, hayan decidido dejar de hablar de 'la mujer' para ocuparse de 'las mujeres'. En el sometimiento entran en juego otros factores que se añaden a la división de la sociedad por sexos, como la raza (Belle), la posición económica (El diablo se viste de Prada de David Frankel), o la actividad creativa  (Tetro, opus.cit.)

Una mujer, (Kyra Knightley, muy metida en papeles de época),  ataviada a la antigua usanza, a la manera dominante de la Inglaterra de finales del siglo XVIII, camina decidida con un tricornio en la mano, objeto que forma parte de un juego adolescente, dando la espalda al espectador y advirtiéndole de que lo va a introducir en una historia de amor romántico en la época de la obediencia debida al pater , el asfixiante corsé y el abultado miriñaque, en un momento en el que estaba a punto de estallar en Francia la revolución burguesa; cuando realice el camino a la inversa y camine de frente dirigiéndose hacia los espectadores con la mirada fija en ellos, ya será una mujer desposada. La duquesa introduce un rasgo distintivo en las imágenes que ofrece, no sólo el cine, sino la prensa en cualquiera de sus manifestaciones: no es habitual ver a mujeres de las clases altas con lesiones por agresiones físicas o violaciones, porque, cuando hay otros intereses en juego, estas agresiones se silencian, para no caer en la exclusión de los de su clase y  mantener una apariencia de dignidad, cuando su situación es realmente miserable. Saul Dibb, no sabemos si por influencia de la muerte de Lady Di, tan popular en su país, no ha podido resistir la tentación de llevar este tema a la pantalla y abrir esta ventana al mundo: el de unas mujeres metidas debajo de sucesivas capas de ropas inútiles, a las que sus maridos no tiene  ninguna obligación de dirigirles la palabra.

La situación de la mujer en la Inglaterra del siglo XVIII era insostenible. Las mujeres eran objeto de malos tratos, palizas y chantajes de todo tipo, incluso en la Alta Nobleza: triunfaban en público, sufrían en privado. Las humillaciones y vejaciones , incluidas violaciones por parte de su marido, llevarían a cualquier hombre hoy ante los tribunales; pero incluso las madres apreciaban más, como afirma Mankiewicz ('La huella')  las propiedades y la posición que el bienestar de sus hijas, y los consejos que les deban eran monstruosos. El hombre se escuda en su deber, consciente del mal que hace, pero no puede añorar su libertad, que es absoluta; quizás, si le queda un gramo de conciencia, sabe que ha prodigado a su esposa una vida que no merece ser vivida.

Las críticas masculinas son duras con el film, con el consabido calificativo de 'predecible', 'frío', 'de corpiño'..., pero pocas veces hemos visto en el cine el maltrato físico de la alta sociedad, en este caso de la nobleza. El film es la adaptación de una obra homónima de Amanda Foreman, basada en un personaje real, que recuerda mucho a Lady Di, mujer amada y admirada por el pueblo por su glamour ( en este caso, cabellos muy rellenos que elevaban artificialmente su altura, como María Antonieta) y por su cercanía al partido liberal inglés. Su contrato matrimonial tenía una cláusula difícil de cumplir en aquella época, en que no se podían manipular los genes: la mujer debía tener un hijo varón. Hasta ahí, tema conocido. Lo que se oculta habitualmente es que en esa sociedad más que patriarcal, la mujer debía soportar todas las infidelidades del marido, ya que su contrato sólo le obligaba a mantener su estatus económico y social; si ella tenía algún amante él sufría una doble humillación: no tener hijos varones legítimos (naturales no contaban) y ser un 'cornudo'.

Georgina (Kira Knigtley) es desposada con el Duque de Devonshire (Ralph Fiennes), uno de los hombres más ricos e influyentes de Inglaterra en el siglo XVIII; todos quieren a Georgina menos su marido; pero el desprecio a los sentimientos de la mujer llega al extremo de establecer una relación permanente con la mejor amiga de su esposa Lady Bess Foster, que a pesar de querer a la duquesa, acepta la relación, chantajeada, para poder recuperar a sus hijos. Despreciada, obligada a vivir este ménage à trois, conviviendo en la misma casa (las comidillas respecto a la mujer se veían de otra forma) y sentándose los tres juntos a comer, Georgina decide no resistirse a su amor por un político liberal, Charles Grey. Enterado el marido, no sólo amenaza con dejar caer el peso del poder sobre los amantes, sino que fuerza a la duquesa y la deja embarazada.

Las agresiones, maltratos, mala vida se suceden...Georgina sabe que no puede hacer otra cosa que cambiar su vida por la de sus hijas. Si algo ha cambiado en estos dos siglos y pico ha sido la situación de la mujer. Vida sólo hay una y el lema carpe diem vale tanto para los hombres como las mujeres. Aunque las clases privilegiadas escondan el maltrato éste es transversal, y muy bien descrito en La Duquesa. No es que también los ricos lloren, es que nos hacen llorar a los demás. En su medio, de vez en cuando surge un alma rebelde que no se quiere plegar y sacrificar su vida entera, pero el sistema la aplasta. Todos deciden de forma consciente mirar a otra parte, lo que casi es preferible, pues si miran a la mujer es para hundirla más.


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