La madre muerta

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Título original :

Título original: La Madre muerta
País: España
Año: 1993
Duración: 107 minutos

Dirección: Juanma Bajo Ulloa
Guión: Juanma Bajo Ulloa, Eduardo Bajo Ulloa
Castings: Margen, Bideo  1, Via Libre
Dirección de Fotografía: Javier Aguirresarobe
Música: Bingen Mendizábal ; Música: Interpretada por la Orquesta Ciudad de Granada; dirigida por Juan de Udaeta
Montaje: Pablo Blanco
Sonido: Gilles Ortion
Dirección artística: Satur Idarreta
Diseñador: Koko Rico
Ambientación: Julio Torrecilla

Diseño de Vestuario: Josune Lasa
Maquillaje: Karmele Soler

Productor ejecutivo: Fernando Bauluz Jefa de Producción: Fina Salegi
Compañías. Gasteizko Zinema, Sogepaq distribución : Avalon Apoyo del Ministerio de Cultura y la Diputación foral de Álava

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Intérpretes:

Karra Elejalde: Ismael
Ana Álvarez: Leire
Lio: Maite,
Silvia Marso: Blanca
Elena Irureta: Directora

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Sinopsis:

Ismael (Karra Elejalde) ha cometido varios asesinatos, pero sólo uno de ellos, por sus consecuencias, continúa obsesionándole. La hija de una de sus víctimas (Ana Álvarez), una niña de corta edad que presenció el crimen, quedó tan impresionada que perdió la razón. Veinte años más tarde, Ismael la secuestra para determinar si ella lo reconoce o no como el asesino de su madre.

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Comentario:

La crítica ha mostrado cierta sensibilidad hacia el film de un director español mimado como Juanma Bajo Ulloa, y se ha valorado positivamente la fotografía y la entrada en juego de elementos opuestos, como juventud y madurez, inocencia y perversión, bondad y maldad, amor y celos...El resultado, no obstante, es un film muy desagradable y oscuro, filmado sin concesiones de ningún tipo a un público al que no consiguió atraer, y no sólo porque no cedió a criterios comerciales, sino porque su personaje-protagonista es tan poco atractivo, tan poco complicado  y transparente, y su novia, necesaria colaboradora de sus crímenes, tan servil y privada de empatía, que no lograron atrapar al espectador. 

El hecho de que el lugar del secuestro sea un caserón antiguo de doble planta, de aspecto gótico, no añade un ápice de inquietud a la historia, y los momentos álgidos de la historia apenas si perturban, aliviados con toques de humor y escatológicos. Casi lo más inquietante es el título.

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