Porco Rosso. Hayao Miyazaki





Ficha técnica:


Título original: Porco Rosso
País: Japón
Año: 1992
Duración: 95 minutos

Dirección: Hayao Miyazaki
Guión: Hayao Miyazaki
Fotografía: Animación
Música: Jô Hisaishi

Productor: Toshio Suzuki
Studio Ghibli, TNNG/1992/Japan Airlines/Nibariki/Nippon Television Network Corporation (NVT)/TNNG/Toho Company/Tokuma Shoten


Premios:


1992: Mainichi Film Concours: Mejor película animada, mejor BSO
1993: Festival de Annecy: Mejor largometraje


Sinopsis:


Porco Rosso no es un aviador corriente. De hecho su nombre le viene por una maldición que sufrió años atrás y que transformó su cuerpo humano en el de un cerdo gigante. Desde entonces Porco trabaja como caza-recompensas y protector de los barcos que  sufren el ataque de los piratas del Adriático.


Crítica:


Hay algo en Miyazaki que lo hace instantáneamente interesante para un espectador occidental: la coherencia de su inspiración, que se orienta desde siempre hacia las riquísimas tradiciones ancestrales niponas y la sutil presencia en sus ficciones animadas de elementos de la cultura europea... algo que comparte con otros grandes del cine de su país, con Akira Kurosawa, sin ir más lejos. (Una imaginación desbordante. Casimiro Torreiro.Diario 'El País', 2002)



Comentario:


"No más noches en blanco, porque el no dormir es el principal enemigo del trabajo bien hecho, y además afea la cara". Porco Rosso.

En la era de los pilotos de aviación del Adriático, un periodo entreguerras,  Miyashaki toma como modelo a una persona que ha llegado a la edad en la que se empieza a crear  barriga y en la que inexplicablemente se transforma, por medio de un sortilegio de un mago llamado tiempo, en un cerdo, con el que todos se comportan y al que todos ven como un ser humano corriente, un héroe que, a la vez,  es una persona normal, natural, que en un momento determinado hace algo extraordinario y que prefiere ser un cerdo a ser un fascista. Muchas veces en silencio.

Se le define como un cerdo rojo, que batalló  por el orgullo, la mujer y  el dinero en el Mar Mediterráneo en la era de los hidroaviones, y se le inscribe en un paisaje de cuento, donde a muchos les gustaría vivir. Miyazaki construye su personaje con gran meticulosidad, sin olvidar ningún detalle significativo de su carácter, humanizándolo; su profesión de caza-recompensas le permite vivir holgadamente en un lugar paradisiaco, dedicando el tiempo libre a  instruirse sobre sus hobbys, como evidencia esa revista de cine que cubre su cara mientras duerme.

El beso de una joven inocente le devuelve su rostro de ser humano, o al menos se intuye ya que no se permite al espectador constatar este hecho, tras vencer en todos los terrenos al guapo norteamericano, sicario de los piratas que acaba haciendo cine en su país. Una historia algo disparatada, pero llena de encanto, que hizo las delicias de sus fans.



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