La túnica sagrada. Henry Koster




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Ficha técnica:

Título original: The robe
País: Estados Unidos
Año: 1953
Duración: 135 minutos

Dirección: Henry Koster
Guión: Philip Dunne, Albert Maltz, Gina Kaus y Lloys C. Douglas, basado en la novela de Lloyd C.Douglas
Dirección de Fotografía: Leon Shamroy
Música: Alfred Newman
Dirección artística: Leyle R.Wheeler, George W.Davis, Walter M.Scott y Paul S.Fox (Ganadores de un Oscar)
Montaje: Barbara McLean

Diseño de Vestuario: Charles Le Maire y Emile Santiago (ganadores de un Oscar)

Productor: Frank Ross
Compañías. Productora: 20th Century Fox

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Sinopsis:

El joven y noble Marcelo Galio, un patricio del siglo I d.C., -durante el gobierno de Tiberio-, encuentra en una subasta de esclavos a una antigua conocida, la bella Diana, que estaba enamorada de él desde que eran niños, y en ese momento estaba bajo la tutela del emperador. Marcelo se enfrenta en una violenta puja con Calígula, hijo de Germánico y adoptado para hacer frente a la sucesión por Tiberio;  consigue quitarle al esclavo griego Demetrio. Enterado el emperador de la disputa, castiga a Marcelo enviándolo a Palestina en calidad de tribuno de los soldados, coincidiendo su llegada a la provincia con la crucifixión de Jesús.

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Intérpretes:

Richard Burton: Marcelo Galio
Jean Simmons: Diana
Victor Mature: Demetrio
Michael Rennie: Pedro
Jay Robinson: Calígula
Dean Jagger : Justus
Richard Boone: Poncio Pilatos
Ernest Thesiger: Tiberio
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Premios:

1953: 2 Oscars: Mejor direcc. artíst. color, vestuario color. 5 nominaciones 
1953: Globo de Oro: Mejor película: Drama

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Comentario:

La sonrojante película de Henry Koster es una magnífica crónica de lo que se ha avanzado en los últimos tiempos, no sólo en la representación y puesta en escena de los relatos bíblicos, los textos religiosos de las creencias dominantes en occidente, sino en la fidelidad del contexto histórico en el que se inscriben. La acción, muy teatral, se desarrolla en medio de esos grandes escenarios hollywoodienses de cartón piedra, simulando materiales nobles, mármoles y oros, una puesta en escena teatral, con gran cantidad de extras,  en la que del imperio romano sólo queda su lema, SPQR (Senatus populusque romanos/El senado y el pueblo de Roma), que en estos momentos había perdido toda su fuerza. Lo mismo ocurre con la actuación histriónica, que obvia la'cuarta pared'  de Burton, en el papel de Marcelo,  y su oponente  Jay Robinson, en el papel de  Calígula.

Eran tiempos de guerra fría y a un lado y otro del muro funcionaba la propaganda ideológica y la represión de los librepensadores. El film de Koster fue realizado en pleno maccarthismo, en un proceso de persecución de 'comunistas' al  que Arthur Miller, acusado por Elia Kazan, llamó 'Caza de Brujas', y que recogió en Las Brujas de Salem (The Crucible, 1953). Los Estados Unidos del Senador MacCarthy necesitaban que el cine funcionara como propaganda de los valores que defendía, especialmente el de la sustitución de la justicia, sin apellidos, por el de la caridad, la filantropia ejercida voluntariamente por los poderosos y administrada según su criterio. y esto es lo que predica el film.

Se puede aceptar que se sacrifique la fidelidad a una buena historia, porque al fin y al cabo es de esto de lo que tratan los relatos bíblicos, pero no llegar hasta el desprecio del público al que va dirigido, al menos en castellano. ¿Por que llamar túnica a lo que en realidad es un manto romano, (esto es lo que significa el término ingles robe,manto o toga, que da título al original)  al que llamaban paludamentum y usaban tanto para protegerse del frío como para cubrirse por las noches, mientras dormían, como hacemos ahora con nuestras 'mantas'? O, al menos, eso es lo que parece, pues jamás se despliega, pero tiene toda la apariencia de un trozo de tela tejida a mano, como dice la protagonista, Diana, interpretada por Jean Simmons; Marcelo lo recogió del suelo, justo debajo de la cruz en la que agonizaba Jesús, totalmente nuevecita, como recién tejida o tejido. ¿Llevaban esta prenda los judíos o los romanos que no formaban parte del ejército?  Al menos en España no tenían el más mínimo interés en complicarse la vida con informaciones que consideraban baladíes, sino en  poner el acento en el fomento de la espiritualidad cristiana. La última secuencia, en la que, según el propio Calígula, la pareja protagonista, se dirige al mejor de los reinos, enaltecidos y glorificados como santos de los altares cristianos, filmados sobre una pantalla transparente que muestra un cielo espléndido, da vergüenza ajena.

La película no omite, en su recorrido por los enclaves hollywodienses de la persecución y el martirio de los primeros cristianos, a los que los romanos acusaban de comerse a su líder y beberse su sangre, ningún lugar mítico, con especial morbo por las catacumbas en las que celebraban sus reuniones secretas. La pasión que siente Marcelo por su criado Demetrio es inexplicable desde la lógica, (no entramos en la verosimilitud de los hechos), y su adquisición en el mercado de esclavos, que fomenta las fantasías eróticas de los bienintencionados es incluso desinformadora: el hecho de que Demetrio sea griego no implica que fuera el sabio culto que pagaban los romanos para que ejercieran de instructores de sus hijos. Más bien al contrario, transmite la idea paralela a la de las dos esclavas, vestidas con  velos muy sugerentes, que también compra Marcelo,  gracias al cuerpo fornido y musculoso de Victor Mature, un semental sin pretensiones culturales, que se siente atraído por la nueva religión que le promete un mundo mejor cuando haya muerto.

Frente a estos esclavos, adquiridos para proporcionar placer a sus dueños paganos, las mujeres cristianas, bien por convicción, bien por amor, van vestidas con castidad, cubierta su cabeza con un velo, según la costumbre de ciertas culturas del pasado e incluso del presente, en el que las féminas deben mostrar sumisión al marido. A pesar de que el modelo de la mujer romana era Lucrecia, esposa de Colatino,  que se quitó la vida, para no presentarse ante el marido tras ser violada por Sexto Tarquinio, hijo del último rey romano, hecho que puso fin a la monarquía y dio paso a la República, las mujeres romanas eran mucho más liberales en las formas, como nos recuerdan cortesanas en cuyas casas los grandes hombres tejían conspiraciones, citadas por Salustio en 'La Conjuc¡ración de Catilina', Clodia, hermana del Tribuno de la Plebe asesinado, Clodio, la Lesbia de Catulo, o Fulvia, una mujer que formaba parte de un club contestatario en el que militaban hombres como Julio César o Marco Antonio, el que sería su esposo Clodio y otros prohombres destacados que se caracterizaban por no llevar el cinturón ceñido en la cintura, sino algo suelto, lo que les daba apariencia desenfadada y joven: se ha dicho de esta última que tenía ansias de poder y de hecho se casó con hombres que destacaron en la política, influyendo poderosamente en ellos (Clodio, Curio y Marco Antonio, todos tribunos de la plebe) y fue la primera mujer no mítica cuya imagen figuró en monedas romanas. No todo era sexo entre los paganos, ni los romanos pagaban más a quien estuviera dispuesto a satisfacerlos en este sentido, sino que desembolsaban cantidades más importantes por quieres eran capaces de instruirles en las letras griegas y el pensamiento filosófico heleno. Como consecuencia, la secuencia del mercado de esclavos es una de las más deplorables.

Llega el verano, hace calor, y se debilitan los sesos de los espectadores. ¿Para qué se van a esforzar los que rigen las televisiones en confeccionar una buena parrilla para quienes no pueden salir de su casa para recrearse en las playas?


Comentarios

  1. Esta es una de esas películas que no soporto. Y mira que la veo teniendo en cuenta el contexto... Pero es que ni los oscarizados decorados cartón piedra ni el excesivamente llamativo vestuario me distraen de la absurda historia. De todos modos has hecho un análisis muy interesante de la misma. Sin duda, en su tiempo, fue una película destacable y perfecta para competir con la televisión, pero hoy en día no puedo con ella. Un saludo :)

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  2. Cuando me planteé poner en marcha este blog fue pensando en personas como tú, con las que, si no siempre coincidimos, como ya sabes, en lo fundamental estamos de acuerdo. Por esta razón, cada vez que veo un comentario tuyo, más joven que yo, lo que te va a permitir llegar mucho más lejos, porque escribes muy, pero que muy bien, me llena de profunda satisfacción. Yo he pasado gran parte de mi vida enseñando latín y cultura clásica, y he usado mucho cine peplum para apoyar mis clases, y, te aseguro, que ahora se es más fiel, a pesar de la lupa que se pone a películas como las de Ridley Scott u Oliver Stone e inciden en aspectos institucionales que interesan mucho a los jóvenes. Te agradezco extraordinariamente tus aportaciones, siempre valiosas y te pido que sigas haciendo esos epitomes tan enriquecedores sobre aspectos fundamentales de las películas más importantes de la historia del cine. Un fuerte saludo.

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