Begin again. John Carney. Comentario.










Comentario:

Antes de comenzar a expresar nuestra opinión sobre el film creo que debo confesar mi debilidad por Mark Ruffalo, un actor humano, de mirada honesta, un 'hombre tranquilo', -como el de Ford-, en cualquier papel, algunos memorables, como el psiquiatra de Sutter Island de Martin Scorsese, (2010), el superhéroe que protagoniza una de las imágenes más inteligentes y divertidas de 'Los Vengadores' de Joss Wheddon (2012), ese policía modesto de Zodiac (David Fincher, 2007), o ese  donante de semen reconvertido en padre entregado de 'Los chicos están bien' de Luisa Chodolenko (2010), por citar sólo alguna de sus interpretaciones que más nos han conmovido. Hay algo en este hombre de rasgos duros pero bonachones que nos atrapa definitivamente, en especial en esta película, en la que encarna a un ejecutivo discográfico en horas bajas, en un momento de transformación de la industria, en la que un músico para afinzarse necesita más que nunca el apoyo de los grandes inversores para lograr un éxito basado en la posibilidad de protagonizar películas, disponer de un ejército de especialistas que los introduzcan en las redes sociales y llegar a las puertas de las productoras con la 'demo' en la mano. El mundo que Dan (Mark Fruffalo) evoca con nostalgia ya no existe, (magnífica secuencia en la que imagina los arreglos instrumentales que haría  a una canción de Greta, (Keira Knightley), en la que cada instrumento hace su papel sin la presencia de un humano, al que todavía no se le ha puesto rostro, que es lo que, en ese momento, menos importa); Dan y Greta iniciarán la auténtica epopeya épica de la música actual: grabarán su disco en plena calle, perseguidos por la policía, en los lugares más emblemáticos de la ciudad, con unos músicos que están en el paro o trabajando para mantenerse en cualquier ocupación; aquí el film se vuelve un poco tramposo, pues para poder sacar un proyecto, aunque barato inasequible para quien no puede pagarse ni una cerveza, se necesita el apoyo de quien está instalado en la cumbre de la ola de la industria, que se adapta a cualquier contexto con rapidez, y que tiene en su seno algunos elementos que, en su día  recibieron la ayuda del visionario Dan. La opción de lanzar el producto, mucho más barato, sólo en las redes sociales, es  un proceso en experimentación muy extendido; al final del trayecto se podrá comprobar si es posible competir con la industria. No podemos tampoco olvidar que la gente mira con cierto desprecio las auto-producciones (lo ignorado,ni agradecido ni pagado, decía mi madre), se sienten a gusto, casi como héroes,  haciendo lo que la industria llama 'piratear' y lo prefieren a pagar un dólar por-vaya-usted-a-saber qué-me ofrecen; el poder de las televisiones para difundir y 'comer cocos' es todavía muy grande.Y ahora las películas promocionales, grandes video-clips, como las de Justin Bieber, cantante canadiense del que, -agarraos fuerte al sillón-, se declaran fans tres componentes de Metallica : “¿Nosotros somos Beliebers? Pues claro que sí”.. No hay que molestar a quien te da de comer.(www.el-nacional.com).

Kira Knightley, descubierta por George Lucas para interpretar a Sabé dama de honor de Padmé Amidala, en La amenaza Fantasma (1999), que más tarde se convirtió en la actriz fetiche de Joe Wright, a la que ha llevado a la pantalla para representar a famosas heroínas literarias, como Elizabeth Bennet en 'Orgullo y prejuicio', (de Jean Austen, 2005), Cecilia Tallis en 'Expiación' (de Ian McEwan, en 2007) o Anna Karénina  (de León Tolstoi, 2012), pero que también se ganó al público en la saga de 'Piratas del Caribe', interpretando a Elizabeth Swan, en comedias como Love Actually (Richard Curtis, 2003) o las durísimas 'Nunca me abandones' de Mark Romanek, y 'Un método peligroso de David Cronenberg (2011), entre otros muchos trabajos dignos de mención. En esta ocasión representa el papel de una joven compositora, una chica corriente de sonrisa tan abierta que incluso muestra dientes irregulares, sin rectificar con esos horribles aparatos de hierro que colocan los dentistas. Interpreta a la compañera de un músico que ha triunfado y la ha dejado en la estacada en la ciudad de las oportunidades ; es especialmente triste la noche que la joven abandona el lujoso apartamento que los productores han designado a Dave, su exitoso novio,  y marcha con la maleta y una bicicleta a la casa, por llamarla de algún modo, de un joven amigo músico, que también busca su oportunidad.

El tercer gran protagonista es la ciudad de New York, idealizada pero de una forma en cierto modo indie: los edificios emblemáticos  del sky line son vistos desde lejos, deesde la otra orilla, iluminados por la noche; no hay Quinta Avenida, ni aceras populosas, sino calles poco transitadas, íntimas, con locales llenos de sabor, y en los que Dan y Greta comparten la música del Ipod de la chica, que evoca los tiempos románticos de Frank Sinatra, Steve Wonder o la música de películas como 'Casablanca'. Momento climático de la película, en el que John Carney convierte en reales los sentimientos de Dan, y hace sentir a los espectadores una experiencia vicaria de la de unos personajes que viven la ciudad a través de sus músicos de todos los tiempos. Greta reclama pureza, pero Dan le advierte de que tendrá que ceder aunque sea un poco, algo que ha ocurrido con grandes músicos como Bob Dylar, que dejaron que se manipulara su imagen. El romanticismo se traslada desde el amor entre un hombre y una mujer, al que se siente por la música, los hijos, los amigos, la familia organizada al gusto de sus componentes, o los integrantes del grupo que forman parte de un mismo proyecto artístico y vital. Muy interesante.

¿Es esto lo que se cuestiona  Jordi Costa cuando lanza su pregunta retórica al aire? : "¿Cómo justificar la subordinación de lo real a la fuerza rectora de una canción? (...) - una joven cantautora (Keira Knightley) y un productor caído en desgracia (Mark Ruffalo)— reflexionan sobre el poder de la música para elevar lo cotidiano, para dotar de intensidad a lo aparentemente insignificante, mientras la música que escuchan a través de sus cascos redimensiona una estampa callejera cualquiera." . (Redemption song(s). Diario 'El País', 31 de julio de 2014.). Está claro que no hay una sola realidad, y que para cada uno de los que experimentan esta sensación a un lado y otro de la pantalla se va a traducir en sentimientos distintos; es por esta razón por la que afirmábamos, cuando hacíamos el anuncio de la película, que acertaba más Jordi Batlle cuando inscribía el film en su contexto real : " Ahora, su director, John Carney, nos ofrece en Begin again una historia muy, pero que muy parecida, (a ONCE) y mantiene intacto el aroma indie, sólo que enriquecido, hablando en términos comerciales, con la presencia de dos estrellas: Keira Knightley, que encarna a una compositora y cantante anónima que acaba de romper con su vanidoso y mediático novio, y Mark Ruffalo, un productor musical separado de su mujer, que lleva varios años en dique seco pero con el estómago muy mojado por el alcohol." (...) Como los protagonistas de Once, ambos se conocen (ahora es una Nueva York muy idealizada el escenario) y empiezan una colaboración profesional en la línea de las fábulas de superación personal que Hollywood lleva cultivando desde que las películas empezaron a hablar (y cantar). (Begin again: refresco de verano. La Vanguardia, 4 de agosto de 2014).

Porque, en realidad, lo que hace John  Carney, en un film aparentemente sin argumento, es situar a unos ejecutivos desfasados y a unos músicos nostálgicos del pasado en el fin de una era y la transición al comienzo de otra con un fuerte protagonismo de las redes sociales, que las grandes compañías están comenzando a controlar. Cuando Dan acude a una reunión con Greta, con su ex-socio fundador de la Compañía discográfica, de la que ha sido expulsado tras varios fracasos como cazatalentos, (simpático gag de Ruffalo pretendiendo llevarse él solo un cuadro suyo de gran tamaño de supropiedad), éste presenta a su equipo en el que se incluyen los jefes del departamento encargados de invadir las redes con sus productos; la prensa convencional ya no existe, y son minoría los que se interesan por el veredicto de revistas especializadas como Rollin Stone. No obstante y para que no cunda un optimismo como el que emana de las imágenes que acompañan a los títulos de crédito,recordamos que  Dan ha tenido que recurrir a antiguos músicos, a los que en su tiempo dio una oportunidad, para que le financien algunas partes de su proyecto; curiosamente y, como denuncian Casey Aflleck y  Joaquin Phoenix en  I'm Still Here (2010) : "se puede ganar dinero a costa de los que ganan dinero parasitando a los que ganan dinero."  Y estos con frecuencia son raperos, que representan a los marginados de la sociedad americana. Cuando John Cassidy entra en la cárcel, a cuyos inquilinos ha dedicado gran parte de su producción musical, su padre, un hombre cínico y despectivo,  le espeta iróniamente: "Ahora no tendrás que esforzarte tanto para dar la imagen de que has estado en la prisión." (En la cuerda floja. James Mangold, 2005).

John Carney sabe de lo que habla; fue bajista de una banda, The Frames (1991-1993), dirigió, como muchos otros músicos de ahora, sus propios vídeos musicales, y relata, como sólo quien ha pasado por ese trance sabe hacer, la dificultad de los que se dedican a la música para abrirse camino y construir parejas estables, situación que verbaliza en el film Mark Ruffalo. Ha dirigido varias películas musicales, Once, 2006 y ahora Begin again, son las mejor valoradas de un realizador que ha pasado por todos los niveles y universos de la expresión audiovisual, -música, cine-TV, publicidad...-) utilizando un medio de expresión cercano al del cine indie, cuya pureza viola, de alguna forma, al incorporar a dos grandes estrellas de la pantalla. del cine americano. Un film que abre puertas a la esperanza a la vez que muestra el camino que queda por recorrer.A mí me ha gustado, espero que a vosotros también..




 

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