Umberto D.Vittorio De Sica




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Ficha técnica:
Título original: Umberto D.
País: Italia.
Año: 1952
Duración: 91 minutos.
Dirección: Vittorio De Sica.
Guión: Cesare Zavattini y Vittorio De Sica, basado en una historia de Cesare Zavattini
Dirección de Fotografía: G.R.Aldo Graziati
Operador de la máquina: Giuseppe Rotunno.
Puesta en escena: Virgilio Marchi.
Montaje: Eraldo Da Roma.
Música: Alessandro Cicognini; orquesta: Organizzaziones Rizzi.
Sonido: Ennio Sensi.
Producción : Angelo Rizzoli, Vittorio De Sica, Giuseppe Amato.
Director de producción: Nino Misiano, a.d.c.
Diseño de producción: Virgilio Marchi.
Compañías. Productoras: Dear Film. Estudios: Cinecitta.
Vittorio De Sica dedica el film a su padre
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Intérpretes:

Carlo Battisti: Umberto Domenico Ferrari
Maria Pia Casilio: María.
Lina Gennari: La dueña
Ilena Simova
Elena Rea: Hermana del Hospital,
Memmo Carotenuto: Paciente del Hospital,
Napoleone: Flike, el perro de Umberto.
Alberto Albani Barbieri: amigo de la casera.
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Sinopsis:
Umberto Domenico Ferrari es un jubilado que intenta sobrevivir. Marginado por la sociedad y sumido en la pobreza. vive solo en una pensión con  muchas dificultades para reunir el diner necesario para pagar el alquiler de su habitación. Los únicos amigos que Umberto tiene en este mundo son una joven criada y, sobre todo, su perro Flike.
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Comentario:
Umberto D cierra la trilogía neorrealista, muy próxima al realismo mágico, de Vittorio De Sicca. sobre como mordió la pobreza a la sociedad de post-guerra italiana y el desprecio que mostraban las autoridades y aquellos que sobreviven a todas las hecatombes, bien por su carencia de escrúpulos, o bien porque, como Marco Bellocchio se encarga de transmitir en sus películas, desde 1789, año en el que la burguesía hizo su revolución contra el 'Ancien Régime', los trabajadores, fueran funcionarios o no, siempre han participado en todas las contiendas apoyando a la nueva clase que ascendió al poder tras el fin de la nobleza, incapaces de unirse (una reivindicación constante e insistente de esta generación de cineastas, desde Visconti, Rosellini, Bellocchio o De Sica, y otros más) en defensa de sus propios intereses.
Tras 'El ladrón de bicicletas' (1948) y Miracolo a Milano (1951), que denuncian la situación de los padres de familia en paro y la especulación inmobiliaria, que surgió con la reconstrucción europea tras la Segunda Guerra Mundial, le toca el turno a la parte más débil de la sociedad: sus mayores, que unen a los problemas de los demás el de la edad, la pérdida de las fuerzas, la desaparición de los amigos y la escasez de sus pensiones para llevar una vida digna. La secuencia que abre el film, en la que se inscriben los títulos de crédito, muestra ya el desprecio que sentían y sienten las autoridades por las reivindicaciones de los más débiles, imágenes que no son ajenas a los tiempos actuales: un nutrido grupo de jubilados de la función pública se manifiestan, compartiendo las calles con el tránsito diario; un autobús se mete de lleno en medio del grupo  y lo obliga a dispersarse, antes incluso de que lo haga la policía, que se contiene ante la edad de los manifestantes. En una de las secuencias finales Sica se anticipa al lenguaje de la ciencia-ficción actual, cuando Umberto,  un funcionario del Ministerio de Obras Públicas, desahuciado de la '`pensión' en la que había vivido treinta años y convertido en un  hombre 'sin techo' observa desde un autobús las fachadas de las casas, cuyas paredes parecen venírsele encima. La dueña de la pensión, una mujer desaprensiva con aires de gran señora, alquila habitaciones, incluida la del pobre hombre, a parejas de forma circunstancial y mientras sus ocupantes no están en casa, hecho impúdico que compagina con veladas operísticas llenas de pretensiones, a las que acuden hipócritas burgueses.
Los trucos que empleaba la gente para dormir y comer unos días gratis, en una cama limpia y bien servidos, eran, entre otros,  hacerse pasar por enfermos e ingresar en un hospital, hecho que, en la actualidad, y con los recortes inhumanos que imponen los políticos liberales europeos, sería imposible. Umberto D. interpretado Carlo Battisti, un profesor de gramática comparada de la Universidad de Florencia, que no había actuado jamás ni lo volvería hacer,  adquirió el compromiso moral con la sociedad depauperada de posguerra. El film, el preferido del realizador de toda su filmografía, según Robert Osborne de la televisión Turner Classic Movies, (Wikipedia)  no tuvo mucho éxito entre el público cansado de vivir diariamente sus miserias y luego verlas representadas en el cine; de este modo la realidad se aproximó a la ficción cinematográfica, en la que el único cariño que  encontró el funcionario jubilado fue el de su humilde y pequeño perro, que le salva de un trágico final. Es interesante volver la mirada a estas películas, porque quien olvida su historia está obligado a repetirla. ( máxima atribuida a Jorge Agustín Nicolás Ruíz de Santayana)
 

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