Willard. Glen Morgan.






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Ficha técnica:

Título original:  Willard.
País: USA.
Año: 2003
Duración: 96 minutos.

Dirección: Glen Morgan.
Guión: Glen Morgan,  basado en una obra de teatro de Gilbert Ralston.
Casting: John Papsidera, c.s.a.
Director de Fotografía: Robert McLachlan, a.s.c., c.s.c.
Música: Shirlye Walker.
Editor: James Coblentz.
Coordinador de especialistas: Lou Bollo.
Director artístico: Catherine Ircha.
Asistente director artístico: Catherine Schroer.
Decorador del set:Mark Lane.

Diseño de Vestuario: Gregory Mah.
Responsable de maquillaje: Sandy Cooper.
Jefe de peluquería: Mel Brando Pero.

Productores: James Wong y Glen Morgan.
Productores ejecutivos: Bill Carraro, Toby Emmerich, Richard Brener. Leon Dudevoir
Diseño de producción: Mark Freeborn
Compañías.Productoras: New  Line Cinema presenta a Hard Eight Pictures Production

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Intérpretes:

Crispin Glover: Willard,
R.Lee Ermey: Mr. Martin,
Laura Elena Harring: Cathryn,
Jackie Burroughs:  Mrs. Stiles,
Kimberly Patton: Ms. Leach,
William S.Taylor: Mr. Garter,
Edward Horn: Colquitt.
Gus Lynch: George Foxx,
Laara Sadiq: Janice Mantis,
David Parker. Detective Boxer
Ty Olsson: Oficial Salmon.

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Sinopsis:

A sus treinta años la vida se ha convertido en una auténtica trampa para Willard Siles (Crispin Glover). Perseguido por el fantasma de su padre  y atado psicológicamente a su madre, con quien convive en la gran mansión de la familia, Willard sólo tiene un comtacto superficial con la vida porque es incapaz de establecer una conexión con las personas que le rodean. Sólo conserva, gracias a su padre, su trabajo de administración en la empresa Martin Stiles Manufacturing, condición que puso aquel antes de asociarse con Frank Martín ( R. Lee Emery) y que diariamente a Willard aquella imposición.

Pero un día Villard descubre un vínculo muy extraño: el que tiene con las ratas que viven en el sótano de su casa. De repente Villar descubre que tiene amigos, centenares de ellos.

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Comentario

Vivimos malos tiempos para la lírica, algo que éramos incapaces de advertir en la época de la burbuja inmobiliaria y financiera, la de las vacas gordas según economistas, periodistas y economistas, los nuevos pensadores 'sofisticados' del siglo XX y XXI, a pesar de que desde los ámbitos más creativos del ser humano, que no necesitan someterse a la disciplina de las cifras, sino que pueden deslizarse por terrenos más imaginativos y poéticos, se nos estaba advirtiendo de que algo no iba bien, de que el hombre era portador de sentimientos malsanos y perversos, hijos de la desesperación. La lucha por el poder no es nueva, es inherente al hombre, a su esencia  y se comporta siempre de igual manera, aunque ahora estén surgiendo predicadores como setas, que anuncian la buena nueva de que han descubierto el poder, los sujetos que lo ostentan y las formas de derribarlo. Esto es lo que plantea el remake de 'La revolución  de las ratas (Willard), dirigida por Daniel Marin en 1971.

Gilbert Raston creó una metáfora, en la que un joven, hijo de una familia rica cuyas propiedades fueron cayendo, gracias a su incompetencia, en manos de un capitalista desaprensivo , que califica a sus competidores como ratas desaprensivas,  desesperadas por arrebatarle lo que ha conseguido con malas artes, se encuentra en riesgo de quedarse sin nada y ser incluso desahuciado de su mansión. De este Modo Willard ve en estos seres tan repulsivos, que habitan en el sótano de su casa,  y que provocan el rechazo general de los hombres, unos posibles aliados contra gente como Mr. Martin. Pero estas ratas asquerosas no son todas iguales: las hay de aspecto agradable, blancas, pacíficas y que juegan el papel de intermediarios entre las partes y otras oscuras, enormes, pestilentes, que, como Willard descubre pronto, tienen su líder, un enorme ejemplar, marrón, de cola pelada, al que el protagonista llama Ben, y que, desde el primer momento mantiene un reto y una actitud desafiante ante  él  y demuestra claramente, que no piensa ceder ni un ápice de su poder.

La gran superioridad de la rata radica en su número. Todos sabemos que se reproducen en progresión
geométrica y de forma más rápida que el hombre El coito dura solamente de dos a tres segundos,10 y tras una gestación que dura aproximadamente un mes, la rata pare de cinco a veintidós individuos, que deposita en el interior de la madriguera o nido, donde acondiciona un lecho con restos de materia vegetal y pelo...(Wikipedia)
La secuencia en la que acaban con un gato, el depredador por excelencia de estos roedores, es una buena metáfora de que la unión de los más débiles es lo que les hace fuertes ante sus agresores.

Pero la acumulación de poder en manos de cualquier persona, y, especialmente si es un líder de masas, siempre es un peligro para todos. Y estos es lo que ocurre con Ben, que no sólo no se pondrá al servicio de Willard, sino que necesitará acabar con él para consolidar su posición dominante. Willard es un ser enfermizo, sin autonomía, incapaz de hacer algo importante por sí  solo, del que pretende aprovecharse quien conoce estas características. R.Lee Ermey, que interpreta a Mr. Martin, el jefe desalmado que se ha aprovechado de la debilidad de la familia,  siente compasión por el personaje del joven huérfano, un chico tímido y dulce, e identifica  al personaje que él mismo interpreta con líderes como Sadam Hussein, Osama Bin Laden o Hitler, y otros tiranos que el diablo creyó oportuno enviar al mundo para controlar a la población.


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La ambientación se inspira en películas de Tim Burton, con paredes desconchadas, objetos con herrumbre, polvo y telarañas, que dan ese aspecto sórdido pero con cierta magia a las estancias, cuyos recovecos es fácil imaginar repletos de estos roedores, que emiten horribles chillidos y se mueven rápidos provocando auténtico asco entre los hombres. Glen Morgan hace creíble una de nuestras fantasías: el temor a que un día salga una inmensa rata marrón del inodoro, como ocurre con la amable compañera de Willard, Kathryn (Laura Helena Harring, que afortunadamente no llega a percatarse de lo que ha originado cuando quita la cinta adhesiva de la tapa de esta parte tan necesaria del mobiliario de un cuarto de baño.

Willard se mueve en medio de una serie de contradicciones: quiere a su madre pero desea matarla. A través de su mirada vemos a su progenitora como un ser horrible, más incluso que las ratas, que sólo adquiere una apariencia digna una vez ha sido asesinada y maquillada por los empleados de la funeraria. Al hecho de ser incapaz de dirigir la empresa de su padre, se une la escasez de recursos para poder denunciar a Mr. Martin, pagando a un abogado lo suficientemente eficaz , de los que cobran 400 euros la hora, un hecho que es de dominio popular y que elimina de facto la justifica universal, uno de los poderes sobre los que se asienta el estado de derecho. Toda su rebelión ha sido una quimera, una locura y un monstruo de la razón, que dará con sus huesos en el psiquiátrico. Nos vienen de nuevo a la mente los versos de William Shakespeare, en el tremendo discurso que pone en boca de Marco Antonio en su obra Julio César: ¡Oh raciocinio, has ido a refugiarte en los irracionales porque los hombres han perdido la razón!

Su deseo irracional de venganza, justa y algo inmotivada a la par, le empuja a buscar soluciones radicales no suficientemente pensadas. Pronto entenderá que se ha echado de los brazos de un dictador desaprensivo en los de otro, cuya fuerza reside en la capacidad de liderar a las masas de los seres más abyectos de su habitat. El enfrentamiento con Ben no será más amable que el forcejeo que ha mantenido con Mr.Martin: si uno quería quedarse con sus propiedades, el otro también. Sólo hay un ser capaz de entenderlo, un producto de su imaginación: el ratón blanco, el pacificador, al que llama Sócrates. Un film interesante, una forma peculiar de enfrentarse  al tema del poder, a la rebelión de los parias de la Tierra, ya los enfrentamientos que surgen entre los líderes. En este terreno un personaje retraído, indolente y dominado por todos (padres, compañeros, jefes), tenía poco que hacer. Magnífico trabajo de Crispin Glover.




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