El chef. La receta de la felicidad. Daniel Cohen
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Ficha técnica:
Título original: Comme un chef.
País: Francia.
Año: 2012.
Duración: 85 minutos.
Director: Daniel Cohen.
Fotografía: Robert Fraisse; steadicam: Alessandro Brambilla.
Director de castig: Emmanuelle Prevost; Casting en España: Rosa Estevez,
Música: Nicola Piovani.
Puesta en escena y diálogos: Daniel Cahen y Olivier Dazart.
Sonido: Lucien Balibar, Rim Debbarh-Mounir, Joël Rangon.
Decorados: Hugo Tissandier.
Montaje: Geraldine Retif.
Diseño de Vestuario: Emmanuelle Youchnovski
Jefe de maquillaje: François Quichilini.
Jefe de Peluquería: Patrice IVA.
Productor: Sidonie Dumas.
Director de producción: Philippe Desmoulins.
Gaumont, TF1 Film Production, A Contracorriente Films, Canal +
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Intérpretes:
Jean Reno: Alexandre Lagarde,
Michaël Youn: Jacki Bonnot,
Raphaëlle Agoghé: Beatrice,
Julien Boisselier: Stanislai Matter
Salomé Stevenin: Amandini,
Pierre Vernier: Pau Matter,
Santiago Segura: Juan,
Geneviève Casile: Icere Beatrice,
Serge Lariviére: Tim,
Issa Doumbia: Mousa,
Bun-Hay Mean: Carole.
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Sinopsis:
El joven Jacky Bonnot sueña con triunfar en un gran restaurante. Pero su precaria situación económica le obliga a aceptar trabajos como cocinero que ni siquiera consigue conservar. Un día se cruza en su camino Alexandre Lagarde, un célebre chef, cuya acomodada posición se ve amenazada por el grupo financiero propietario de sus restaurantes.
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Comentario:
Daniel Cohen dirige una simpática película, que podéis encontrar completa y gratuita en Youtube, que ridiculiza a la gente cult, que pretende situarse por encima de los demás en cualquier terreno, incluida la cocina, en cuya degustación condensa tantas emociones, especialmente si usa, como la crisis está poniendo al descubierto, la visa de la empresa, que por un efecto psicológico muy comprobado duele menos que el dinero físico, especialmente si es propio. El film se acerca a los nuevos seguidores y los gurús de la cocina post-moderna o molecular, también llamada tecnoemocional, que en España practicaba Ferrán Adrià lo que permite la aparición de un famoso español, Santiago Segura, en el film,como representante de estos startups o nuevos emprendedores, que buscan un pseudoapoyo en los científicos para crear espumas, emulsiones o geles, mediante batidos, gelificaciones o viscosidades artificiales, que no sólo cambian la apariencia de los alimentos, sino su textura, su color, su temperatura, mediante la aplicación de nitrógeno y otros procedimientos para enfriar de forma desigual los alimento, que en algunos casos, como nos muestra la película 'Un viaje de diez metros' precisa el uso de viseras protectoras para los cocineros. Tiene razón el cocinero catalán cuando afirma que el problema de las visas de Bankia es mucho más grave de lo que parece en la entrevista que le realiza José Fajardo para 'Vanity Fair'. (Ferrán Adrià nos habla de Podemos, Chicote, la consulta catalana y 'Masterchef'. Vanity Fair, 13 de Octubre de 2013).
El co-protagonista de Jean Reno, Michaël Youn encarna a un personaje mediocre y sencillo, que esconde tras la apariencia vulgar a un gran maître de cocina muy intuitivo y tierno, que nos evoca a la humilde rata de la película de Brad Bird , Ratatouille, y que nos obliga al mismo tiempo a recordar las palabras de 'Ego', el crítico, muy temido en los grandes restaurantes, porque al principio de la temporadas quita y pone estrellas Michelin: "Pero soy consciente de que sólo ahora entiendo realmente lo que quería decir: no todo el mundo puede convertirse en un gran artista, pero un gran artista puede provenir de cualquier lugar. Es difícil imaginar orígenes más humildes". Jacki Bonnot une a su aspecto poco agraciado y desmañado la incapacidad para acabar, por una u otra razón, lo que empieza, a lo que añade una gran testarudez, que le hace enfrentarse con sus jefes y su propia compañera, futura madre de su hija. Es condición sine qua non para entrar en el mundo de los adultos que este joven se enfrente a una tarea en la que le han dejado solo y sin posible escapatoria: debe confeccionar el menú del que dependerá su posición en la famosa guía de restaurantes.
Daniel Cohen nos ha abierto una nueva ventana para entender el mundo en el que vivimos y quénos está pasando. Estros grandes maîtres, seguidores de Hervé This o Nicholas Kurti, y sus nuevos procedimientos 'científicos' para cambiar las formas y las apariencias de lo que siempre hemos comido y seguiremos comiendo, en sus casas se inflan a pasteles de gran tamaño y guisos en los que se ven las chuletas, los pescados, los pollos o los trozos de ajo, y les 'arrean' buenos bocados. Mientras, en el mundo del dinero de plástico, hay que seguir imaginando, para que el que lo tiene todo, aunque sea apropiándose del excedente de los demás, no se aburra, y pueda seguir exhibiendo su soberbia y altivez, mientras epata a los 'otros' con las exquisiteces que le han servido en restaurantes prohibitivos para la mayoría de la gente. El género culinario no sólo sirve para entretener a los vividores, mostrar las riquezas que da la tierra en forma de bellísimos tomates o espectaculares setas, sino cómo se ha exprimido a la población mundial con una cocina altamente experimental y muy cara, a cargo de empresas, que de una forma u otra paga el consumidor o el contribuyente, que ambas cosas son los sufridos ciudadanos, ya sea cuando compran un kilo de patatas, un coche o cualquier otro producto, o cuando pagan sus impuestos, sin posible escapatoria.
El co-protagonista de Jean Reno, Michaël Youn encarna a un personaje mediocre y sencillo, que esconde tras la apariencia vulgar a un gran maître de cocina muy intuitivo y tierno, que nos evoca a la humilde rata de la película de Brad Bird , Ratatouille, y que nos obliga al mismo tiempo a recordar las palabras de 'Ego', el crítico, muy temido en los grandes restaurantes, porque al principio de la temporadas quita y pone estrellas Michelin: "Pero soy consciente de que sólo ahora entiendo realmente lo que quería decir: no todo el mundo puede convertirse en un gran artista, pero un gran artista puede provenir de cualquier lugar. Es difícil imaginar orígenes más humildes". Jacki Bonnot une a su aspecto poco agraciado y desmañado la incapacidad para acabar, por una u otra razón, lo que empieza, a lo que añade una gran testarudez, que le hace enfrentarse con sus jefes y su propia compañera, futura madre de su hija. Es condición sine qua non para entrar en el mundo de los adultos que este joven se enfrente a una tarea en la que le han dejado solo y sin posible escapatoria: debe confeccionar el menú del que dependerá su posición en la famosa guía de restaurantes.
Daniel Cohen nos ha abierto una nueva ventana para entender el mundo en el que vivimos y quénos está pasando. Estros grandes maîtres, seguidores de Hervé This o Nicholas Kurti, y sus nuevos procedimientos 'científicos' para cambiar las formas y las apariencias de lo que siempre hemos comido y seguiremos comiendo, en sus casas se inflan a pasteles de gran tamaño y guisos en los que se ven las chuletas, los pescados, los pollos o los trozos de ajo, y les 'arrean' buenos bocados. Mientras, en el mundo del dinero de plástico, hay que seguir imaginando, para que el que lo tiene todo, aunque sea apropiándose del excedente de los demás, no se aburra, y pueda seguir exhibiendo su soberbia y altivez, mientras epata a los 'otros' con las exquisiteces que le han servido en restaurantes prohibitivos para la mayoría de la gente. El género culinario no sólo sirve para entretener a los vividores, mostrar las riquezas que da la tierra en forma de bellísimos tomates o espectaculares setas, sino cómo se ha exprimido a la población mundial con una cocina altamente experimental y muy cara, a cargo de empresas, que de una forma u otra paga el consumidor o el contribuyente, que ambas cosas son los sufridos ciudadanos, ya sea cuando compran un kilo de patatas, un coche o cualquier otro producto, o cuando pagan sus impuestos, sin posible escapatoria.
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