La vida es un milagro. Emir Kusturica




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Ficha técnica:

Título original: La vie est un miracle
País: Serbia y Montenegro.
Año: 2004
Duración: 155 minutos.

Direcció: Emir Kusturica
Puesta en escena: Ranko Bozic y Emir Kusturica
Director de Fotografía: Michel Amathieu, a.f.c.
Música original: Deja Sparavalo y Emir Kusturica.
Ingeniero de sonido: Jerome Thiault; mezcla: Brun Tarrière.
Jefe Decorador: Milenco  Jeremic de Vestuario: Zora Popovic
Jefe de Montaje: Svetolic Mika Zajc

Diseño de Vestuario: Zoro Popovic

Productores: Alain Sarde, Maja y Emir Kusturica.
Productor ejecutivo: Pierre Edelman.Christine Gozlan
Director de Producción:Farid Chaouche
Compañías: StudioCanal  presenta una co-producción de Les Filmes Alain Sarde, Cabiria Films, France 2 Cinema.

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Intérpretes:


Slavko Stimac:  Luka,
Natasa Tapuskovic :Sabaha,
Vesna Trivalic : Jadranka,
Vuk Kostic: Milos , hijo de Luka,
Aleksandar Bercek : Veljo,
Stribor Kusturica : Capitan Aleksic,
Nikola Kojo : Filipovic,
Mirjana Karanovic : Nada,
Branislav Lalevic : Presidente
Más créditos en Imdb

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Sinopsis:

Bosnia, 1992. Luka, un ingeniero serbio de Belgrado, se ha instalado en una casa aislada con su mujer Jadranka, cantante de ópera, y su hijo Milos. Luka está preparándose para construir una vía ferroviaria que hará de la región un paraíso turístico. Pero, cegado por su trabajo y por su natural optimismo, Luka no presta atención a los persistentes rumores de una guerra civil inminente.

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Críticas y  Comentario:

De nuevo Emir Kusturica se implica en la guerra que asoló al que él consideraba su país, Yugoeslavia, con capital en Belgrado. Un buen ejemplo de cómo la diégesis cinematográfica se construye con un elemento fundamental, la sensibilidad basada en la experiencia o la ideología del espectador, lo constituye la crítica de  Federico Martín Bellón, para quien el director, un bosnio musulmán que se sentía serbio y se hizo cristiano, le preocupaba  "El amor en tiempos de guerra. (...) Kusturica no se deja abatir por esa guerra incomprensible y se parapeta tras su cámara armada de música y de vida, infestada de animales y sonrísas zíngaras." (Diario ABC).

Nada más lejos de la realidad. La guerra, para Kusturica, especialmente si se produce entre hermanos, es el mayor crimen que existe; el problema es que él se sentía hermano de bosnios, croatas y otros pueblos, que lo consideraban su enemigo y que no estaban dispuestos a compartir con él nada; su protagonista, el serbio Luka, se enamora de una musulmana bosnia, y, cuando los separan, se hunde como el burro deprimido por amor, que se coloca en la vía del tren, dispuesto a dar su vida por amor;. Hay algo enfermizo en el amor, le advierte su amigo el militar, que le quita al hombre las ganas de vivir. Los animales ocupan un lugar muy importante en el cine de Kusturica, siempre al lado del hombre, apoyándolo y comportándose de forma muy similar. Pero también funciona como chivo expiatorio, cargando con muertos que quizás no le corresponden, como los osos que ocupan la casa de un hombre que aparece asesinado en la copa de un árbol, cuando el cartero se dice a sí mismo, momentos antes de tan trágico descubrimiento,  con tono optimista, que la vida es un milagro, al ver los huevos que han puesto unas gallinas.

De nuevo el tren  aparece como símbolo de progreso y como vía férrea que sigue el hombre, sin apenas poderse separar unos metros de ella; al final del túnel encuentra a su amada Natasha, y en un lugar similar le separan de ella, en una guerra que no siente como suya y en la que va a ser intercambiada por un hijo que no entiende, truncándose su proyecto de huir a Australia. Hubo un momento, le dice Luka a la mujer, en el que el nivel de las aguas descendió, por un cambio de dirección de éstas y se podía pasar de un lugar a otro Yugoeslavia a pie. Menos irónica y sarcástica que Underground, no deja de sorprender la presencia de sandías en las películas del realizador serbio, usadas como inofensivos proyectiles.

Emir Kusturica se lamenta de que occidente haya prestado poca atención a la gente y sus necesidades; se ha combatido a los partidos que defendían a los más desfavorecidos del sistema productivo y a los sindicatos que los representan desde fuertes lobbys periodísticos y se ha dejado a la gente a merced del neoliberalismo más feroz. Incapaz de entender qué le estaba pasando, se han echado en los brazos de los populismos más descarnados, entre ellos los de carácter nacionalista, como ocurrió en Yugoeslavia, y ahora al viejo continente le crecen los enanos y está preso de sus propias contradicciones, que gente como Kusturica se encarga de poner en relieve, aunque en películas como la que le dedicó a Maradona 'se le va la pinza', dicho en 'román paladín'.

No se puede decir que su cine no esté de actualidad, y a hechos recientes nos remitimos.




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