El libro de Eli. Albert y Allen Hughes.



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Ficha técnica:

Título original: The Book of Eli.
País: Estados Unidos.
Año: 2010.
Duración: 118 minutos.

Dirección: Hermanos Hughes
Guión: Gary Whitta.
Casting: Mindy Marin
Director de Fotografía: Don Burgess, a.s.c.
Música: Atticus  Ross, Claudia Sarne & Leopold Ross.; Supervisor: Deva Anderson.
Editor: Cindy Mollo, a.e.c.
Supervisor efectos visuales: Jon Farhat.
Coordinador de especialistas: Jeff Imada.
Director artístico: Chris Burian-Mohr.
Decorador del set: Patrick T.Cassidy.

Diseño de Vestuario: Sharen Davis.
Jefe de Departamento de Peluquería: Geordie Sheffer; responsable de peluquería: John Stafford-Chaney.
Jefe de Departamento de Peluquería: Tarra Day.

Productores: Joel Silver, Denzel Washington, Broderick Johnson, Andrew A.Kosove, David Valdes.
Productores ejecutivos: Steve Richards, Susan Downey, Erik Olsen.
Co-productores: Steven P.Wegner, Yolanda Cochran, John David Washington.
Diseño de producción: Gae Burkley
Compañías. Productora: Alcon Entertainment , Silver Pictures Production.

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Intérpretes:

Denzel Washington: Eli,
Gary Oldman: Carnegie,
Mila  Kunis: Solara,
Ray Stevenson: Redridge,
Jennifer Beals: Claudia,
Frances de Latour: Martha,
Evan Jones: Martz,
Joe Pingue: Hoyt,
Tom Waits : Ingeniero,
Michael Gambon: George.

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Sinopsis:

En un futuro apocalíptico, 30 años después del "resplandor" que aniquiló la casi totalidad de la sociedad civilizada, unos pocos humanos sobreviven en un ambiente increíblemente hostil y árido. Violaciones, canibalismo y salvajismo imperan en unas derruidas ciudades donde el más fuerte y el que posee el agua impone su ley. Vagando por la carretera, un guerrero solitario (Denzel Washington) se dirige al oeste con una sola misión: proteger un misterioso libro que lleva en su mochila.

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Críticas:

La  crítica ha recibido de forma muy positiva, en general, el film de los Hermanos Albert y Allen Hughes, pero, como ocurre ya con demasiada frecuencia, ciertos sectores a los que parece representar el villano interpretado por Gary Oldman, tienen el feo vicio de tachar de pedantes a quienes plantean con inteligencia el papel de la cultura en la humanización de la sociedad, y en el peor de los casos, en su control desde un poder perverso. Ya ocurrió con  Duncan Jones, el prodigioso hijo de David Bowie, en las dos magníficas películas que ha realizado hasta el momento: Moon, (2009), o 'Source Code, (2011), que ocupan un lugar privilegiado en mi videoteca. Este es el caso, matizado, de Joe Morgerstern (The Wall Street Journal') para quien: "Películas peores que ésta se han tomado en serio, y "El libro de Eli", que está siendo comercializado en gran medida, aunque no exclusivamente, a las audiencias cristianas, que tiene  la audacia de justificar el "el camino con un mensaje de esperanza. (...) Allen y Albert (...), parten de un guión de Gary Whitta, y Don Burgess proporciona una  mirada muy elaborada, sepia, a este mundo distópico .(... ). Gary Oldman, impresionante y en ocasiones divertido, de una forma perversa en su personaje de Carnegie,es un hombre fuera de la ley, convertido en el déspota local, decidido a separar Eli de su libro, con la intención malsana de utilizar el  poder de la Biblia: "Es un arma," dice, "destinada a la derecha para aprovecharse de  los débiles y los desesperados. (...) Pastiche bizarro y pedante, traduce Filmaffinity" Este es precisamente el quid de la cuestión.




Jordi Costa se sitúa en una posición intermedia: "Los hermanos Albert y Allen Hughes ejercieron, en los comienzos de su carrera, de contrapunto pop en la emergencia de una nueva generación de cineastas afroamericanos liderada por el vehemente Spike Lee. Su filmografía no ha sido muy prolífica, pero el paso del tiempo les ha convertido en una suerte de alternativa negra -y algo low cost- del modelo establecido por los hermanos Wachowski, practicantes de un cine espectáculo empeñado en marcar cierta diferencia a través de un manejo referencial que armoniza guiños a la historieta, el videojuego o la gran tradición del cine popular. Tras su compresión del Desde el infierno, de Alan Moore y Eddie Campbell, los Hughes proponen aquí un western místico-apocalíptico que, pese a las apariencias, no es tanto la respuesta palomitera a La carretera, de John Hillcoat, con permiso de McCarthy, sino su particular aportación a un subgénero con generosa tradición en el ámbito de las viñetas."(La Biblia que camina. Jordi Costa. Diario 'El País').

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Comentario:

¡¡¡Por favor un libro!!! Aunque sea la Biblia.

Esta podría ser perfectamente la llamada de socorro de una sociedad distópica que ha caído en manos de los brutos,  que creen que el libro que lleva Eli en su mochila lo hace invulnerable, dotado de poderes especiales, sin percatarse de que no le sirve de nada a quien  ni tan siquiera sabe leer, lo que recuerda aquella divertida secuencia de Zoolander, (2011),  en la que  Ben Stiller y Owen Wilson intentan extraer la información de un ordenador a imagen y semejanza de los simios de '2001, una Odisea del Espacio de Stanley Kubrick', (1968); la tecnología informática es muy útil para quien a conoce, absolutamente enigmática para quien no sabe que un portátil hay que enchufarlo a la red o ponerle una pila para que funcione.

Abandonado el tono irónico, los Hermanos Hughes plantean un problema muy serio que tiene nuestra sociedad, en la que pululan los Carnegie, que sólo precisan un ligero toque de timón, para colocar la nave a su favor, hasta que entienden la importancia que tiene la palabra para el sometimiento de las masas, ya sea por medio de la religión, lo que Marx llamó el opio del pueblo, del mito de la ciencia, del placer de la literatura, del dominio del lenguaje, etc., que hace a los hombres superiores culturalmente. Los cineastas sitúan su historia en un futuro distópico, en el que una guerra, ¿nuclear?, perforó un agujero en el cielo y sólo unos  pocos hombres sobrevivieron al fuego que lo quemó todo y que dejó en ruinas los símbolos de la sociedad neoliberal y capitalista. Un ejercicio de estilo que sitúa el film entre el mundo hostil de Mad-Max (George Miller, 1981) y el  western, aunque más modesto en las formas, sin cueros, sin motos, sin coches ni vehículos extraños que favorezcan el desplazamiento del guerrero, e incluso sin caballos; que busca su camino a pie por las carreteras, con las gafas protectoras del sol y con unos zapatos desgastados, que cambia por los de un ahorcado. El filtrado en tono sepia nos introduce en un mundo muy oscuro, que estremece desde el primer plano-secuencia en el que un travelling recorre el cuerpo de una niña en descomposición, al que se acerca un animal carroñero, que ignora que le espera apostado un depredador mayor,  un cazador que cubre su rostro con una máscara de la segunda guerra mundial .


Siguiendo la tradición de los druidas celtas, muchos cineastas nos han mostrado el esfuerzo que han realizado algunos hombres en épocas de oscuridad, para aprender de memoria las obras maestras de la literatura universal e ir transmitiéndolas de forma oral a los más jóvenes, hasta que llegue el momento de que puedan salir a la luz (450 Grados Fahrenheit, de Françoise Truffaut), o como hicieron los monjes que copiaban las obras más notables, cuya divulgación estaba prohibida por la iglesia, y que se conservaban en el interior de los conventos, lo que permitió proteger toda la ciencia y la literatura clásica en beneficio de los hombres que, tarde o temprano, saldrían del túnel de la historia. Eli tiene una misión: lograr que el libro que transporta en su mochila llegue a su destino, que, en absoluto, es a manos del embrutecido Carnegie, que desea utilizarlo en su beneficio y en el sentido que Marx daba a la religión; tras muchos esfuerzos Eli y Solara llegan a una biblioteca clandestina, en la que 'el caminante', que ha perdido el libro, ahora en manos del villano, narra de memoria el contenido a un copista-bibliotecario; terminada su tarea, un nuevo ejemplar de la Holy Bible, en la nueva versión de King James, ocupa su puesto entre los demás libros que se han salvado. Cumplida la misión, a la que Eli es arrastrado por la fe, que mueve montañas, ya se trate de la Biblia o de cualquier otro discurso liberador, el perverso dictador, un ignorante que maltrata a sus mujeres, descubre que está escrito en sistema braille; cuando busca la cooperación de su compañera ciega, ésta se niega a colaborar en la peor de todas las acciones que el malvado ignorante pretende llevar a cabo.

¿Qué puede no haber gustado? El hecho de que los hermanos Hughes hayan denunciado, no la lectura de la Biblia, sino el espíritu torticero y el ánimo espurio de gentes como el villano Carnegie. Eli establece una pausa entre la satisfaccion de las necesidades del vientre, bajo o alto, y el agradecimientos, en este caso a Dios, de los frutos que van a saciar su hambre; la violación de esta norma propia del hombre instruido permite a Salustio calificar de bestias a los ignorantes, proclives a la violencia, en su famosa obra 'La Conjuración de Catilina'. Esa es, precisamente, la función de la cultura: la mediación entre la acción y la reacción irreflexiva, de que hablaba César en el primer párrafo del primer libro de su 'Guerra de las Galias' al referirse a los belgas, los más preparados para la guerra, los más violentos, de que habla Joe Morgerstern, porque eran los que estaban más alejados de la civilización y la cultura. Unos cineastas, los Hermanos Hughes, que deseamos que pasen a engrosar el acervo cultural de nuestros lectores.



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