Serendipity.Peter Chelsom.





Ficha técnica:


Titulo original: Serendipity.
País: Estados Unidos.
Año: 2001.
Duración: 87 minutos.

Dirección: Peter Chelsom.
Guión: Marc Klein.
Casting: Mary Gail Artz y Barbara Cohen; Billy Hopkins, Suzanne Smith y Kerry Barden.
Dirección de Fotografía: John de Borman, b.s.c.
Música: Alan Silvestri; supervisor musical: Laura Ziffren.
Edición: Christopher Greenbury, a.c.e.
Coordinadores de especialistas: George Aguilar, Peter Bucossi, Rick Parker.
Directores artísticos: Tom Warren (New York), Andrew Stearn (Toronto).
Decorador del set: Catherine Davis.

Diseño de Vestuario: Marie-Sylvie  Deveau, Mary Claire Hannon.
Responsable de maquillaje: Carla White,
Responsable de pelquería: Victor P. De Nicola, Jr.

Productores: Peter Abrams, Robert L.Levy. Simon Fields.
Co-productores: Ami Kaufman, Andrew Panay.
Productores ejecutivos: Robbie Brenner, Bob Osher, Julie Goldstein, Amy Slotnick
Diseño de producción: Caroline Hanania.
Compañías. Productoras: Miramax Films, presenta una producción de Tapestry Films, asociada con Simon Fields Productions. Distribución: Emon.



Intérpretes:


John Cusack: Jonathan Trager,
Kate Beckinsale: Sara Thomas,
Molly Shannon: Eve,
Jeremy Piven: Dean Kansky,
John Corbett: Lars Hammond,
Bridget Moynahan: : Halley Buchanan,
Eugene Levy: Venedor de  Bloomingdale.


Sinopsis:



Jonathan y Sara son dos extraños que han coincidido en el loco ambiente festivo de Nueva York, cayendo presos de una mutua e irrefrenable atracción. Aunque los dos tienen pareja, Jonathan y Sarah pasan toda la tarde vagando por Manhattan, sin saber en todo ese tiempo el hombre del otro. Al final de la velada, ambos sienten la necesidad de decidir el siguiente paso a dar. Cuando  Jonathan sugiere intercambiar el número de teléfono, Sara propone una idea que deja en el destino las riendas del futuro. Si resultan estar predestinados a permanecer juntos hallarán el modo de reencontrarse. Sin embargo la suerte no apunta en tal dirección...


Crítica: 


Alguien se preguntará por qué una película ante la que la crítica no se muestra unánime, Pablo Kurt se pone a escribir lo siguiente:"Cusack es un simpático neoyorquino que casualmente conoce a Beckinsale, una londinense muy mona que cree en el destino y en las señales premonitorias. Ambos pasan una encantadora tarde navideña en Nueva York, pero ella, temerosa de seguir adelante, decide que sólo el azar predestinado determine si su encuentro fue una serendipia (el feliz hallazgo de algo no buscado). Así, una entretenida comedia romántica plagada de coincidencias que, si bien son parte esencial de la historia, restan credibilidad y encanto a una idea original de correcto desarrollo. Jeremy Piven como el amigo de Cusack y un divertido Eugene Levy (el padre de "American Pie") son lo mejor de este "pastel" agradable para enamorados recalcitrantes." (Pablo Kurt. Filmaffinity).

Mientras Jay Carr del Boston Globe  cree que "Serendipity nos hace regresar, aunque sea sólo por un par de horas, al Manhattan de nuestros sueños" , Peter Travers hace un juicio apresurado que no puede responder a la realidad, (el 11 de septiembre los terroristas derribaron las torres gemelas del World Trade Center, y la película se estrenó en octubre de 2001, en ninguna cabeza cabe que pudiera el film estar condicionado por este hecho histórico): "Si la respuesta de Hollywood al terrorismo [NT: esta crítica de Travers es de octubre de 2001] será borrar toda cruda realidad en favor del lado bello de la vida, los resultados puede que sean como 'Serendipity'. (...) ¿Las comedias románticas tienen que estar llenas de azucarada stupidity? Esta lo está. (Rolling Stone). Ambos extractos en Filmaffinity.

Nosotros nos inclinamos por la primera apreciación: es una bonita historia, en la que se juega constantemente con el destino, la fortuna, las señales, y en definitiva la magia, que debe regir el amor, esa invención, para algunos, del constructo patriarcal, con el objetivo de someter a las mujeres y ligarlas para siempre al padre de sus hijos, o  una nueva dimensión, todavía no descubierta, que acompaña al hombre, cuando es verdadero ( y no sólo el romántico, sino el paterno-filial, el basado en la amistad) mas allá de la muerte, como lo define Christopher Nolan en su último film 'Interstellar' (2014). Son frecuente las imágenes de un gran esteticismo sin sensiblerias, como el dibujo que forman las pecas de la inglesa que evocan en el neoyorquino la constelación de Casiopea, a la que Poseidón castigó atándola a una silla  en una posición tal que al rotar la bóveda celeste quedaba cabeza abajo la mitad del tiempo (Wikipedia). No es muy complaciente con  quienes se dedican a actividades creativas, como el pintor, que compartió piso on Sara, o el músico con el que se iba a casar, un instrumentista étnico, un romanticón un poco débil mental, que llega a dar pena, cuando aparece en el pasillo del Waldorf  Astoria de New York, esperando a la chica, desvalido y sentado en el suelo, sobre las tupidas alfombras del célebre hotel.

Pero hay algo que no deja de sorprendernos. La película de Peter Chelsom es efectivamente de octubre de 2001, y pone en evidencia que, aunque  amplios sectores de la sociedad occidental vivían en medio del despilfarro económico más extravagante, comprando casas con piscina, disfrutando de buenos coches, viajes al extranjero o ropa cara (incluso mileuristas con pareja),  algunos como Jonathan y un amigo, que llevaba la sección de obituarios de The New York Times, presentían ya la tormenta y cuando  intentan chantajear emocionalmente a un joven recién licenciado, que ha acabado la carrera y se comporta, según ellos, como un funcionario,  para que les de unos datos con los que poder localizar a Sara, le convencen con un argumento que parece que tan sólo se podía dar en la actualidad: " ¿Vás a permitir que chicos de tu edad, ricachos, sin estudios y con la cara llena de granos, que ganan mucho dinero con empresas en internet, que no crean ningún producto concreto, ni ofrecen ningún servicio, propietarios de plantaciones digitales que generan grandes beneficios para los perezosos hijos de puta de sus accionistas, se aprovechen de un miembro del proletariado atormentado que los  protege ? Eso dicho por un periodista de un rotativo en peligro de desaparecer catorce años después, un personaje ficticio que nos recuerda la crisis que padece la prensa ante la expansión de internet, en una película que un periódico, 'El Mundo', ofrece el mismo fin de semana en el que otro rotativo lanza 'Page One', un documental sobre la posible desaparición de The New York Times, es una sorprendente coincidencia, como las que se dan en el film, que demuestra que guionista y director tenían los ojos bien abiertos en 2001, aunque no pudieran predecir los atentados del 11-S, como parece exigirles Peter Travers.

Un film relajado, localizado temporalmente en New York, que describe de la forma más amable Lars, el periodista de la sección de obituarios del New York Times, en forma de necrológica para su amigo, tras decirle que los griegos no hacían necrológicas, sólo hacían una pregunta cuando moría un hombre: ¿Tenía pasión? : "Jonathan Trager, el destacado productor de la SBN, murió anoche a causa de las complicaciones surgidas al perder a su alma gemela y a su prometida.Tenía 35 años, de voz suave y obsesivo. Trager nunca tuvo el aspecto de un romántico, pero durante los últimos días de su vida, desveló una parte desconocida de su mente. Esa persona oculta casi yunguiana emergió durante la búsqueda en plan Agatha Christie de su ansiada alma gemela, una mujer con la que sólo pasó unas pocas horas preciosas. Tristemente la prolongada investigación terminó la noche del sábado en un completo y absoluto fracaso...al final Jonathan concluyó que para poder vivir en armonía con el universo todos nosotros debemos tener una poderosa fe en lo que los antiguos llamaban fatum, lo que comunmente calificamos como destino."

Después de hacer un profundo viaje por el lado oscuro de lamente humana y las sombras que nos acechan, creer en el destino, viajar a Nueva York en Navidad, patinar en el centro de un parque, son cosas que tampoco están nada mal, si además están representadas con la justa medida del buen gusto, la elegancia y ¿ por qué no ? la belleza con la que el hombre suele tapar sus miserias en determinadas épocas del año, la capa bajo la que se esconden sus andrajos. Yo me lo he pasado bien. Magnifico John Cusack con trece años menos.




Comentarios

  1. En su día tuve muchas ganas de ver esta película, porque el título me atraía. Por aquel entonces me gustaban las comedias románticas y ésta es especial, pero hoy en día prefiero otro tipo de obras. Interesante comentario, como siempre. Un saludo.

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  2. Tienes razón, pero en estos tiempos que, como dice Bill Keller, el director de 'The New York Times' son tiempos de funeral, de vez en cuando ver unas pocas luces iluminando una pista de hielo, en la que unos jóvenes patinan a la luz de las estrellas, es como un ligero descanso en el camino. Si ademas son capaces de prever por donde les viene el mal, pues...Un saludo.

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