Alicia en Wonderland.



Esta fotografía es una prueba de la fuerza visual con la que se ha conseguido integrar en el escenario la música y la representación dramática de la historia ácida y contemporánea de una Alicia desorientada. Los actores muestran su talento en esta puesta en escena que no abusa del histrionismo, sino que aprovecha las capacidades de sus intérpretes, ya sea  metidos en el papel de la Reina Roja, el Ministro de Cultura y Espiritualidad, el Gato de Chelsea, el Conejo, o el Sombrero Loco, girando en torno a una Alicia acorralada, una joven abrumada por la ausencia de horizontes.

Sobresaliendo por encima de sus cabezas, los músicos, vestidos con túnicas a las que se pueden atribuir diversos  significados, funcionando como un constante referente de los personajes y superando con mucho las posibilidades de la música enlatada, no sólo de ambientación y generación de atmósferas, sino de creación de significado; su presencia proporciona momentos de auténtico placer al público. Esta opción ha sido un auténtico acierto, que esperamos que sirva de precedente en el futuro. Hasta ahora habíamos visto la simbiosis de teatro y cine en otras representaciones teatrales, en las que pantallas acuchilladas permitían pasar a un lado y otro de la ficción dramática y cinematográfica (La Cubana ).También habíamos visto música y teatro en espacios bien diferenciados, pero ahora nos llega la integración en el mismo escenario y el resultado ha sido plenamente satisfactorio y muy estético.

La historia permite diferentes interpretaciones según la sensibilidad y las experiencias de los espectadores, que durante hora y media identifican a los actores  con su idea particular de la historia de Lewis Carroll, e incluso su sensibilidad política para interpretar la difícil situación social que estamos atravesando. No obstante, si recordamos la anécdota en la que el oscuro autor le pregunta a su adorada Alicia Liddel, una niña de 13 años, en qué mano lleva una naranja, la preadolescente descubre la respuesta correcta : depende de qué lado del espejo estés.  Queda claro en la versión de Chema Cardeña qué ocurre a un lado y otro del espejo en el que se miran las 'Alicias' que asisten a la función y se sienten identificadas con la joven protagonista. Para poder entenderlo tendrás que recorrer el camino con la Alicia desengañada de esta versión, que apenas puede arrastrar sus carreras, sus masters, sus cursos, en ese carrito de las grandes superficies comerciales.



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