El barbero de Siberia. Nikita Mikhalkov.





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Ficha técnica:

Título original: The Barber of Siberia
País: Rusia.
Año: 1999
Duración: 180  minutos.

Dirección: Nikita Mikhalkov.
Guión: Rustam Ibragimbekpv y Nikita Mikhalkov, en colaboración con Rospo Pallenberg,   basado en una historia de Nikita Mikhalkov.
Casting:Kate Dowd (Internacional); Tamara Odintsova (Rusia)
Director de Fotografía: Pavel Lebeshev
Música : Edward Nicolay Artemiev.
Editor: Enzo Meniconi.

Diseño de Vestuario: Natacha Ivanova y Sergei Struchev.

Productor :  Michel Seydoux.
Productorejecutivo: Leonid Vereschagin.
Diseño de producción: Vladimir Aronin
Compañías. Productoras: Intermedia, Threet Productions (Rusia), CameraOne (Francia), France Cinéma (France), Medusa (Italia), BarrandovBiografia (Czech Republic), Goskino (Rusia) y Eurimages. Canal  +.

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Intérpretes:

Julia Ormond: Jane,
Richard Harris: Mr.MacCraken,
Oleg Menshikov: Andrei Tolstoi,
Alexei Petrenko: Radlov,
Marina Neelova: Madre de Tolstoi,
Vladimir Ilyn: Mokin,
Daniel Olbrychsky: Kopnovskiy,
Anna Mikhalkova: Dunyasha
Marat Basharov: Polievskiy,
Nikita Tatarenkov: Alibekov
Artyom Mikhalkov: Buturlin,
Georgy Dronov: Nazarov.

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Sinopsis:

Una película épica que 'retrata' la agitada Rusia zarista de principios de siglo. Jane Callaghan (Julia Ormond), una joven y atractiva americana llega a Rusia para ayudar a Douglas McCraken (Richard Harris) a conseguir apoyo del gran duque para llevar a cabo su más ambicioso invento: una máquina diseñada para talar árboles en Siberia, a la que llaman 'El barbero de Siberia', una auténtica apología del deterioro a gran escala de los bosques de las inmensas zonas boscosas de una superficie que ocupa más del 76 % del territorio ruos.

En plena época de revueltas, intrigas y traiciones, Jane conocerá a dos hombres que cambiarán su vida: Andrey Tolstoy, un joven cadete con el que comparte la pasión por la vida y el amor a la música y que se enamora locamente de ella, y el poderoso General Radlov (Alexey Petrenko), fascinado por su encanto, y que puede conseguirle el acceso al gran duque.

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Comentario:


La película está estructurada en forma de gran racconto o flashback, desde un presente, que se ubica en 1905 en Villa Amelia, Springfield, Massachusetts, U.S.A. en el que Jane Callaghan escribe una carta a su hijo, nacido en Norteamérica, y le habla de su padre, un ruso deportado a Siberia.  La historia nos muestra dos formas de amar a un hombre: la de quien parece estar locamente enamorada de él, pero que no solo no está dispuesta a seguirle en los momentos críticos y  de penuria; una mujer de carácter frívolo y superficial, traumatizada por los abusos que padeció siendo menor por parte de su padastro, que, endurecida por sus experiencias, buscará la forma de sacar provecho de las relaciones con los hombres, ya sea casándose  con el General Radlov para favorecer los negocios de MacCraken, su protector en la actualidad, interpretado por Richard Harris, o casándose con el propio MacCraken, como acabará haciendo, lo que no quiere decir que no sea capaz de enamorarse; por otro lado el amor sincero de una discreta muchacha, una sirvienta de la gleba, Dunyasha, que, indigna del amor del amo, lo ama en silencio y lo sigue en su destierro, cuando todos lo abandonan, y acaba viviendo con él y dándole varios hijos. Con mucho menos talento y con un narración reiterativa, muy centrada en la formación  y en las paradas militares de los jóvenes cadetes zaristas, que parecen fascinar a Mikhalkov, en cuyo contexto espléndido de academia militar los conatos revolucionarios se muestran como una excusa más, una parte del decorado para poner en acción a los bellos y rubios aspirantes a soldado profesional, el film, aburrido y decadente, parece como si intentara seguir los pasos de David Lean en  'El Doctor Zhivago (1965), con una película en la que lo más brillante son las pequeñas cúpulas de la Iglesia bizantina que preside el lugar en la que está ubicada la academia militar. Vergonzosa secuencia en la que hermosos querubines, compañeros del joven deportado, condenado a cinco años de trabajos forzados y siete de exilio en Siberia, lloran como niños ante el tren en que su compañero marcha al cumplir su condena, tratando de conmover, de la forma más grosera, al espectador. El complejo de culpa acompañará toda su vida a Jane, responsable de todas las desgracias del joven y remilgado cadete. De nuevo el determinismo en la valoración de la conducta de la mujer, que de forma inevitable se va a vender como su propia madre, quedando de su relación con Tolstoi un amor platónico y un gran secreto, coloca a Nikita Mikhalkov en el extremo del espectro ideológico más conservador y nostálgico.

La puesta en escena de la disciplina a que eran sometidos los cadetes es verdaderamente un síntoma de la diferencia que existe entre un ciudadano y un súbdito, pero realmente una minucia si se compara con la actitud impasible y el gesto inamovible que debían mostrar los soldados, cuyo pie era atravesado por la espada del zar para hacer explícita su obediencia inquebrantable a la más alta magistratura del país. Nada para tomarse a chicota. Así pues, guste o no a quien cree que es posible escribir una novela o un guión cinematográfico, esconder por completo su ideología y dedicarse a entretener a su público en exclusiva, no percibe con claridad que, mientras estos lujos y entretenimientos abusivos impactan a unos, provocan rechazo en otros. Las tradiciones transmitidas a lo largo de los siglos reflejan, en ocasiones, el comportamiento de los individuos en un estadio de su evolución cultural más primitivo, como el hecho paradigmático de admirar a unos hombres que se pelean con sus torsos desnudos, en el 'día del perdón', en lugares en los que los soldados de Napoleón morían de frío, cuando los botones de sus uniformes helados, se rompían en mil pedazos, y bebían vodka hasta hacer reventar sus hígados para poder soportar este clima endiablado. Como no podía ser de otra forma, en esta apología del glamour de la época de los zares, en medio de estos hombres tan machotes, no podían faltar cadetes de la academia militar. Borracheras, golpes y actividades arriesgadas, provocaban la admiración de las mujeres, a las que les gustaban los hombres-hombres, con independencia de su clase social.

El tema del mal amor ocupa un espacio central: Tolstoi está enamorado de una mujer de la que su padrastro abusó siendo niña y  para la que el amor está supeditado a sus intereses económicos particulares; el joven e inexperto cadete será mirado con magnanimidad por la cámara de Mikhalkov, mucho más crítica con la mujer que, primero enamora, luego enloquece y finalmente pretende que un chico de veinte años entienda que ella, una mujer adulta, una aventurera a la fuerza, se tenga que labrar un  camino, sirviéndose de hombre maduros e incluso ancianos, para mantener un estatus de vida como el que ha disfrutado hasta el momento, que la convierte en señora, de moralidad dudosa, pero senora al fin y al cabo, y la distancia de la sirvienta, la buena chica que, dado que vida sólo hay una, será la compañera definitiva que le ha deparado el destino, que marchará con el al destierro y lo cuidará cuando la Madre Rudia estaba a punto de dar el vuelco y protagonizar la revolución burguesa-moderada de los mencheviques en 1905, primero, y la obrera-bolchevique en 1917. Pero esa es otra historia que se produce en la extradiégesis del film, del que no se puede esperar otra cosa  que ua mirada nostálgica hacia el ancien regime, su glamour, sus estéticas paradas militares con cadetes pertenecientes a las buenas familias, y algún que otro gag que hoy carece de sentido.

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