El vuelo del Fenix. John Moore
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Ficha técnica:
Título original: Flight of the Phoenix.
País: Estados Unidos.
Año: 2004.
Duración; 112 minutos.
Dirección: John Moore.
Guión: Scott Frank y Edward Burns; basado en un argumento de Lukas Heller; basado a su vez en la novela de Elleston Trevor. Dirección de Fotografía: Brendan Galvin.
Música: Marco Beltrami.
Montaje: Don Zimmerman.
Fiseño de Vestuario: George L.Little.
Productores: John Davis, William Aldrich, Wick Godfrey, T.Alex Blum.
Diseño de producción: Patrick Lumb.
Compañía: Twentieth Century Fox.
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Intérpretes:
Dennis Quaid: Frank Towns,
Tyrese Gibson: AJ
Giovanni Ribisi: Elliott,
Miranda Otto: Kelly,
Tony Curran: Rodney,
Kirk Jones: Jeremy,
Jacob Vargas: Sammi,
Hugh Laurie: Jan,
Scott Michael Campbell: Liddle
Kevork Malikyan: Rady,
Jared Padalecki: Davis
Paul Ditchfield,
Martin "Mako" Hindy: Newman,
...
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Sinopsis:
Tras un accidente de aviación provocado por una tormenta de arena que obliga al piloto a hacer un aterrizaje de emmergencia, los diez únicos supervivientes se encuentran perdidos en medio del desierto del Gobi sin ninguna posibilidad de ser rescatados. Su única esperanza es lograr construir un nuevo aparato con los restos del avión accidentado. El avión tenía que llegar a una población de Mongolia para evacuar a un grupo de personas, cuya labor de prospección de hidrocarburos había sido cancelada .
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Crítica:
El director John Moore debutó el año 2001 con un film de acción en el que un avión se estrellaba y obligaba al piloto a sobrevivir en territorio hostil. Lo mejor de aquella "americanada" titulada "Behind Enemy Lines" (Tras la línea enemiga) fueron las espectaculares escenas aéreas y del accidente. Seguramente los de la Fox hacían bien en pensar en Moore para este "Flight of the Phoenix" (remake de un film de mismo título original dirigido por Robert Aldrich en 1965). Pero, visto lo visto, en cuanto el avión tocó tierra, Moore (y guionistas) debieron haber sido fulminantemente despedidos.... y reemplazados por aquellos que hicieron aquella entretenidísima lección de supervivencia llamada "Alive" (Viven, 1992). Allí incluso el espectador pasaba hambre y frío. Aquí ni sed ni calor. Ni fu ni fa. (Oablo Kurt. Filmaffinity).
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Comentario:
El comentario de Pablo Kurt es muy significativo y casi reproduce lo que ocurrió con la vida y la carrera de Robert Aldrich quien recibió grandes aplausos cuando realizó algún que otro film mediocre, de género western, Apache, protagonizada por Burt Lancaster, o Veracruz, cuyo personaje principal femenino fue Sara Montuiel, o de cine negro, -El beso mortal-, y algún melodrama que deja huella en quien lo ve, como ¿Qué fue de Baby Jane? o Canción de cuna para un cadáver, y otra destinada a un público masculino, como 'Doce en el patíbulo'. Pero hay un momento de su carrera, que comienza en 1965 con 'El vuelo del Fenix' en que comienza una caída en picado de su popularidad, que coincide con su compromiso con asuntos sociales, incursión en en temas como la homosexualidad o el vagabundeo a causa de la gran depresión, que le alienan el favor de la crítica y las productoras.
Pablo Kurt hubiera despedido a quienes dirigen y guionizan esta historia, tan pronto como se produce la hecatombe que deja al avión en tierra y surgen los conflictos graves con el geofísico analítico y Jefe de la Compañía Arabco, propietaria del avión, un hombre que se enfrenta a la tripulación porque no entiende que están en una economía de subsistencia, en la que la posibilidad de hacer que el ave Fenix renazca de sus cenizas depende de la colaboración, como un único organismo, de los supervivientes, entre los que cunde la sospecha de que todo ha sido programada por la empresa, incluído un asesinato de un hombre que sale despedido del avión al producirse un agujero en su chapa, y que tras encontrar su cadáver en el suelo, descubren que hay a su alrededor casquillos de bala.
El Jefe bebe por las noches el agua que se restringe para garantizar la supervivencia, de quien con sus manos construye un avión más pequeño, con los restos del primero, al que bautizan con el nombre de la legendaria ave; un técnico tan torpe que es incapaz de darse cuenta de que si perecen sus subordinados, morirá él también, pero al que la avaricia y la soberbia, unidas al egoísmo, le impiden entender algo tan fundamental y sencillo. A otros les hubiera gustado, como dice Pablo Kurt claramente, que se hubieran comido unos a otros como en Viven (1992). Pero esa es otrs película; en este no se habla de la supervivencia por la carencia de alimentos (ni se cita), sólo de agua, necesaria para beber y para reconstruir el aparato, y la lucha de los hombres por conseguir esta arma preciosa, incluidos los tuareg del desierto. Agua para construir un vehículo que les permita salir del desierto o para sobrevivir. Los protagonistas optan por la solución intermedia: agua racionada, aún en contra del jefe, y una curiosa solución para escapar en un avión mucho más pequeño que el primigenio: atarse a las alas, solución que ya había imaginado Robert Aldrich.
Como venimos diciendo, dejando de lado el gusto de cada cual, es muy difícil establecer un canon al estilo del literario que defiende Harold Bloom, porque la ideología tiene su peso y se deja sentir, a pesar del lema de la Metro Goldwyn Mayer, que nadie sigue: ars artis gratia (el arte por el arte), aunque hay quien cree que hablar de Jehovah o Mahoma es trascendente, desligitimando a quienes, a su modo de ver cometen errores de lectura de la historia, mientras que hablar de otros dogmas o creencias, como el liberalismo o la socialdemocracia es partidista. El vuelo del Fenix podrá estar mejor o peor hecha, pero la historia es la que han querido contar su director y guionista, y tiene razón Robert Koehler de Variety cuando dice que la cinta " es una muestra de cómo los departamento técnicos de Hollywood han avanzado en 40 años y cómo los sólidos films de acción de entonces se han vuelto vacíos."
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Comentario:
El comentario de Pablo Kurt es muy significativo y casi reproduce lo que ocurrió con la vida y la carrera de Robert Aldrich quien recibió grandes aplausos cuando realizó algún que otro film mediocre, de género western, Apache, protagonizada por Burt Lancaster, o Veracruz, cuyo personaje principal femenino fue Sara Montuiel, o de cine negro, -El beso mortal-, y algún melodrama que deja huella en quien lo ve, como ¿Qué fue de Baby Jane? o Canción de cuna para un cadáver, y otra destinada a un público masculino, como 'Doce en el patíbulo'. Pero hay un momento de su carrera, que comienza en 1965 con 'El vuelo del Fenix' en que comienza una caída en picado de su popularidad, que coincide con su compromiso con asuntos sociales, incursión en en temas como la homosexualidad o el vagabundeo a causa de la gran depresión, que le alienan el favor de la crítica y las productoras.
Pablo Kurt hubiera despedido a quienes dirigen y guionizan esta historia, tan pronto como se produce la hecatombe que deja al avión en tierra y surgen los conflictos graves con el geofísico analítico y Jefe de la Compañía Arabco, propietaria del avión, un hombre que se enfrenta a la tripulación porque no entiende que están en una economía de subsistencia, en la que la posibilidad de hacer que el ave Fenix renazca de sus cenizas depende de la colaboración, como un único organismo, de los supervivientes, entre los que cunde la sospecha de que todo ha sido programada por la empresa, incluído un asesinato de un hombre que sale despedido del avión al producirse un agujero en su chapa, y que tras encontrar su cadáver en el suelo, descubren que hay a su alrededor casquillos de bala.
El Jefe bebe por las noches el agua que se restringe para garantizar la supervivencia, de quien con sus manos construye un avión más pequeño, con los restos del primero, al que bautizan con el nombre de la legendaria ave; un técnico tan torpe que es incapaz de darse cuenta de que si perecen sus subordinados, morirá él también, pero al que la avaricia y la soberbia, unidas al egoísmo, le impiden entender algo tan fundamental y sencillo. A otros les hubiera gustado, como dice Pablo Kurt claramente, que se hubieran comido unos a otros como en Viven (1992). Pero esa es otrs película; en este no se habla de la supervivencia por la carencia de alimentos (ni se cita), sólo de agua, necesaria para beber y para reconstruir el aparato, y la lucha de los hombres por conseguir esta arma preciosa, incluidos los tuareg del desierto. Agua para construir un vehículo que les permita salir del desierto o para sobrevivir. Los protagonistas optan por la solución intermedia: agua racionada, aún en contra del jefe, y una curiosa solución para escapar en un avión mucho más pequeño que el primigenio: atarse a las alas, solución que ya había imaginado Robert Aldrich.
Como venimos diciendo, dejando de lado el gusto de cada cual, es muy difícil establecer un canon al estilo del literario que defiende Harold Bloom, porque la ideología tiene su peso y se deja sentir, a pesar del lema de la Metro Goldwyn Mayer, que nadie sigue: ars artis gratia (el arte por el arte), aunque hay quien cree que hablar de Jehovah o Mahoma es trascendente, desligitimando a quienes, a su modo de ver cometen errores de lectura de la historia, mientras que hablar de otros dogmas o creencias, como el liberalismo o la socialdemocracia es partidista. El vuelo del Fenix podrá estar mejor o peor hecha, pero la historia es la que han querido contar su director y guionista, y tiene razón Robert Koehler de Variety cuando dice que la cinta " es una muestra de cómo los departamento técnicos de Hollywood han avanzado en 40 años y cómo los sólidos films de acción de entonces se han vuelto vacíos."
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