Cuando éramos soldados. Randall Wallace




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Ficha técnica:

Título original: We Were Soldiers.
País: Estados Unidos.
Año: 2002.
Duración: 138 minutos.

Dirección: Randall Wallace.
Guión: Randall Wallace. basado en la novela de Harold G.Moore y Joseph L.Galloway, We Were Soldiers once,,,and young .
Casting: AmandaMackey Johnson, c.s.a.; Cathy Sandrich Gelfond, c.s.a.
Dirección de Fotografía: Dean Semler, a.s.c./a.c.s.
Música: Neck Glennie Smith.
Edición: William Hoy.
Director artístico:Kevin Kavanaugh.
Decorador del set: Gary Fettis.
Regidores:Richard Romig y Naaman Marshall
Supervisor efectos especiales: Richard S.Woods.

Diseño de Vestuario: Michael T. Boyd; Jefe de Vestuario: Lawrence Velasco
Maquillaje de caracterización de personajes: Michael Mills.
Responsable de maquillaje: Garret Immel.
Responsable de peluqueria : BethMiller.

Productores: BruceDavey, Stephen McEvveety y Eandall Vallace-
Productores ejecutivos: Jim Lemley y Arne L.Schmidt.
Productores asociados: Evelyn Bandy, William Hoy
Co-productores: DanielleLemmon, Stephen Zapotocny.
Diseño de producción: Tom Sanders.
Compañías: Paramount Pictures e  ICON  Productions/ Wheelhouse Entertainment Production.

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Intérpretes:

Mel Gibson: Teniente Coronel Hal Moore,
Madeleine Stowe.JulieMoore,
Greg KinnearMayor Bruce Crandall,
Sam Elliot: Sargento Mayor Basil Plumey,
Chris Klein: Teniente Jack Goghean,
Keri Russell: Baebara Geoghegan,
...

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Sinopsis:

El domingo 14 de Noviembre de  1965, el Teniente Coronel Hal Moore y sus jóvenes soldados aterrizan en una región del Vietnam, conocida como el Valle de la Muerte. Allí se vieron rodeados por más de dos mil soldados vietnamitas.La batalla que tuvo lugar fue una de las más feroces de la Historia de Estados Unidos y el primer choque importante entre los soldados de Vietnam del Norte y el ejército estadounidense.

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Crítica:


Estos días un periódico incorpora esta película de  Randall Wallace, que ha merecido calificaciones y valoraciones tan visceralmente opuestas, que casi exigen ver la película y hacerlo con mucha atención y detenimiento, para abordar la difícil tarea de asimilar que un mismo título sea a la vez una de las mejores cintas bélicas de los últimos 20 años (Mick LaSalle, San Francisco Chronicle), o una ofensa al cine (Ángel Fernández Santos (Diario 'El País').

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Comentario:

Una voz en off nos introduce en el film de una forma rimbombante: "Esto es lo que ocurrió en Noviembre de 1965, en el valle vietnamita de La Drang, un lugar que nuestro país no recuerda. Esta película es un homenaje a nuestros jóvenes que murieron en el Valle de la Muerte y un tributo a los soldados del ejército popular de Vietnam, que murieron a nuestras manos en aquel lugar."  A la entrada del lugar en el que se colocan los soldados de Estados Unidos un cartel reza: " Garry Owen ", lo que da alguna idea de por donde van los tiros.

Murió cumpliendo su promesa, dice el Teniente Coronel Hal Moore, interpretado por Mel Gibson, afirma ante el cadáver de un militar muerto: " Murió cumpliendo su promesa." Claro que, humanamente es difícil hacer otra cosa que aceptar que se está perdiendo la vida, mientras dura la consciencia. La nación le regala a su hijo recién nacido una nueva situación: la orfandad. Más de dos horas viendo morir ante nuestros ojos a cientos de soldados de mil formas diferentes, sin excluir el fuego amigo, nos obliga a preguntarnos qué sentido tiene tal exhibición, especialmente en una producción de 2002, cuando los norteamericanos ya habían asumido la humillación y habían acabado aceptando que habían sido vencidos. El cine, a diferencia de lo que ocurre en la realidad, en especial tras esta guerra cruenta, nos muestra a sus compatriotas muriendo en primer plano. Pero por mucho que en esta batalla, que se produce en un valle al que se da el nombre de la muerte, resultaran vencedores sus soldados y acabaran apilando cadáveres de vietnamitas, que tenían mujeres e hijos como ellos, la guerra resultó un fiasco.

Pero qué pretende Randall Wallace con esta película, en la que si denuncia a alguien es a los políticos que mandan a los soldados a los campos de combate y comunican sus bajas a las familias utilizando a taxistas, que,en ocasiones, se limitan a dejar en el suelo ante la puerta de entrada de sus viviendas. Jamás me perdonaré que mis hombres murieran y yo no." (Frase cliché) ; "¡Cuéntale al pueblo americano lo que hicieron estos hombres!, le dice al periodista antimilitarista que se acaba enrolando y matando asiáticos. Estos son los mensajes que envía Mel Gibson, oficial al mando del Séptimo de Caballería, al que se le da el apodo de General Custer. El objetivo es el mismo que el de Rambo y otros filmes patrioteros: quejarse del olvido a que somete el pueblo americano que vuelven a casa sin honores y casi a escondidas.

La misma voz omnisciente que abre el film, lo cierra con un broche de oro: "No hubo música, ni banderas, ni guardias de honor para darles la bienvenida. Fueron a la guerra porque su país se lo ordenó, pero al final no lucharon por su país, ni por su bandera; lucharon el uno por el otro." Tras cambiar el punto de vista, se oye al general leer en voz alta una carta de su puño y letra, dirigida a la viuda de un amigo y subordinado: "Querida Bárbara. No tengo palabras para expresar la tristeza por la pérdida de Jack. El mundo es un lugar incompleto sin él, pero sé que está con Dios y los ángeles, e incluso el cielo ha mejorado con su presencia. Sé que tu también estás segura de eso..." Mientras suenan en la sala estas palabras se nos muestra la imagen de la mujer vietnamita, cuyo marido muerto llevaba en un bolsillo un  diario con su fotografía. Y esto es lo peor del film, convertido en vehículo de propaganda, no ya de los políticos, del país o de los ciudadanos, sino de una ideología concreta que antepone la patria, la bandera o la religión a la vida de los hombres, y los manda a una guerra sin salida, con el objetivo final de defenderse unos a otros.

Este sentimiento corporativo y militarista se hace patente cuando pone en el mismo terreno a los soldados de uno y otro bando, olvidando un detalle importante: sin entrar en la causa por la que Vietnam del Norte y  del Sur estaban en guerra, lo que es evidente es que Norteamérica no estaba amenazada por los asiáticos, sino que eran los norteamericanos los que invadían el país vietnamita y provocaban una escalada bélica. Tampoco nos cuenta Wallace por qué no les recibieron con himnos y banderas: no existe el país ni los ciudadanos que ellos quieren imaginar, sino una ideología que amenaza a todos. La opinión pública, la que ponía los muertos, volvió la espalda al conflicto y Nixon decidió en 1969 la retirada progresiva de las tropas de esta zona; estaba claro que el ejército norteamericano no iba a tener su desfile triunfal, sino una vuelta discreta a casa de los soldados, con mucha suerte íntegros y con vida. Algunas imágenes de esta película constituyen un buen ejemplo de la denuncia de James Cameron en Avatar. la destrucción del enemigo desde el aire, y en ocasiones de sus propios ejércitos por error.

Las imágenes de guerra alternan con las de las mujeres-cuidadoras de la familia en el hogar, que se complementa con la del hombre productor y defensor de los suyos; la religiosidad del protagonista, un hombre católico frente a su esposa metodista, que representan el mosaico de religiones que tapizan el suelo patrio, se traduce en un montón de hijos, que traslada en su coche-ranchera. La esposa de Moore es una auténtica prusiana, autodisciplinada y de mirada dura; es en definitiva la esposa del héroe. Estos matices explican la diferencia que existe entre un film anti-militarista, una perspectiva que abunda en el cine americano, y una película de propaganda del ejército. Después de verla, pocos serán los que se enrolen.


 

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