Malas noticias. (TV). Curtis Hanson

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Ficha técnica:

Título original: To Big To Fail.
País: Estados Unidos.
Año: 2011.
Duración: 95 minutos.

Dirección: Curtis Hanson.
Guión: Peter Gould, basado en el libro de Ross Sorkin.
Casting: Alexa L. Fogel, c.s.a. y Christine Kromer, c.s.a.
Dirección de Fotografía: Kramer Morgenthau, a.s.c.
Música: Marcelo Zarvos; supervisor Evyen J.Klean.
Edición: Barbara Tulliver, a.c.e., Plummy Tucker, a.c.e.
Director artístico: Miguel López-Castillo.
Decorador del set: Carol Silverman.

Diseño de Vestuario: Melissa Toth.

Productor: Ezra Swerdlow.
Productores ejecutivos: Paula Weinstein y Jeffrey Levine.
Co-productores: Peter Gould, Andrew Ross Sorkin.
Productor  en línea: Richard Baratta.
Diseño de Producción: Bob Shaw
Compañías: Home Box Office (HBO), Morgan Stanley, Spring Creek Productions.


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Intérpretes:

James Woods : Richard Fuld,
John Heard : Joe Gregory,
William Hurt : Henry Paulson, Secretario del Tesoro.
Erin Dilly : Christal West,
Amy Carlson : Erin Callan,
Topher Grace : Jim Wilkinson,
Ayad Akhtar  : Neel Kashkari,
Cynthia Nixon : Michele Davis,
Kathy Baker : Wendy Paulson,
Edward Asner : Warren Buffett,
Paul Giamatti : Ben Bernanke,
Beau Baxter : Skip McGee,
Ben Livingston: Investment Banker,
Erin Burnett : Ella miama,
Chance Kelly : Bart McDade.

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Sinopsis:

En 2008 estalla la crisis en Wall Street y aparecen fricciones entre  los poderes políticos y los magnates de la bolsa. El Secretario de Estado, Henry Poulson, será clave para intermediar entre los poderes  económicos y políticos y buscar una solución que evite la caída definitiva del sistema capitalista, que se basa en la confianza que se ha perdido. Cualquier solución pasa por el recorte del estado del bienestar y las libertades de los ciudadanos occidentales y de casi todo el mundo, en una eonomía global, que ha visto recortadas en el futuro de un desarrollo sostenible.

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Premios:

2011: Globos de Oro: 3 nominaciones, incluyendo Mejor miniserie o película TV
2011: Emmy: 11 nominaciones, incluyendo mejor miniserie y actor (William Hurt)
2011: Satellite Awards: Nom. a Mejor miniserie TV, actor (Hurt) y actor sec. (Woods).

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Comentario:

Lunes negro, 15 de septiembre de 2008, se produce la caída de uno de los bancos de inversión más grandes de los Estados Unidos, cuyos productos se habían infiltrado a lo largo del tiempo en la banca mundial y su bancarrota amenazaba con llevarse por delante el sistema capitalista global. Pero, lamentablemente, no todos hemos podido disfrutar de una información tan al día y tan veraz como la que han tenido los norteamericanos, sin obviar los nombres de los protagonistas de este gran fiasco que se produce a escala mundial. Wikipedia hace una descripción bastante inexacta de la situación española, y el debate que se originó en torno al Presidente del momento, José Luis Rodríguez Zapatero, alrededor del empleo de la palabra  crisis , que pronunció por primera vez el 8 de julio de 2008, en una entrevista en la televisión pública. Los problemas 'específicos' españoles eran los mismos que señala Curtis Hanson en Estados Unidos, que afectaron a toda la economía mundial fuertemente interrelacionada. Esto es lo que dice Wikipedia: "El comienzo de la crisis mundial supuso para España la explosión de otros problemas: el final de la burbuja inmobiliaria, la crisis bancaria  y finalmente el aumento del desempleo en España, lo que se tradujo en el surgimiento de movimientos sociales encaminados a cambiar el modelo económico y productivo así como cuestionar el sistema político exigiendo una renovación democrática.". Se obvia que este país se incorporó mucho más tarde a las democracias occidentales, desde una tiranía prácticamente autosuficiente, y  con un déficit de empleo estructural que se viene arrastrando desde el franquismo. Lo que si es cierto es que las consecuencias de los fraudes financieros de la bolsa fueron más demoledores para las economías más débiles, y es doloroso que el cine americano se haya esforzado en hacer didáctica con su público y se halla sumado la TV a este esfuerzo, cosa que no ha ocurrido en otros países como el nuestro. Pero, mientras los españoles se desgarraban en este debate en Estados Unidos el gobierno de Busch se enfrentaba a otras cuestiones, que también afectaban a los países con economía de mercado en el mundo, hoy prácticamente casi todos: cómo salvar el sistema. Los republicanos no querían una intervención del Estado en sus finanzas. ya que sus negocios eran de carácter privado, y cualquier intervención estatal era vista como una nacionalización de sus empresas; los demócratas, en la oposición, llamaban a la inyección de dinero rescate, un término que ha hecho fortuna en Europa, con sistemas de fuerte influencia socialdemócrata. Las alternativas eran escasas, y algunos proponían que el gobierno comprara la porquería, es decir los paquetes que contenían las famosas hipotecas basura o subprime, es decir las que no se iban a pagar nunca. Los bancos menos contaminados no querían ser rescatados, y los ciudadanos se preocupaban por 'su dinero', tan inflado como el precio de las casas.

En su esfuerzo por transmitir a los telespectadores una idea exacta de lo que ocurrió, expuesto en roman paladino, el  equipo de actores que representan al Secretario de Estado Poulson y a sus más íntimos colaboradores lo cuentan así de sencillo: " años atrás, Wall Street comenzó a hacer paquetes con activos inmobiliarios incobrables, mezclados con otros sanos. Ganaban mucho dinero y comenzaron a presionar a los prestamistas solicitando más dinero. Los prestamistas ya habían concedido préstamos a prestatarios de solvencia para sacar más rédito aún a sus fortunas, rebajando los criterios que garantizaban la solvencia del que pedía un préstamo, hipotecario o de consumo. Préstamos cada vez con menos garantías y condiciones para el comprador (antes necesitabas una calificación crediticia de 620 y dar el 20% del precio del bien que se iba a adquirir; ahora bastaba con una calificación de 500 y  se concedía el 100% del dinero necesario para cualquier compra). El ciudadano creía que los expertos sabían lo que hacían: si los bancos están dispuestos a prestarles dinero era porque se lo podían permitir. Una gran masa de personas se lanzaron tras el sueño americano y se compraron una casa. Los bancos sabían que los créditos basados en la hipoteca subprime eran un riesgo y  para controlarlo contrataron una especie de seguro: si se producían impagos de hipotecas las compañías aseguradoras pagaban; de esta forma eliminaban el riesgo de sus libros y podían seguir invirtiendo y ganando más. Una compañía asumió un exceso de riesgo, la AIG, a cambio de cientos de millones de comisiones. Pero, el precio de las casas en el mercado cayó, se acaban los intereses de risa, subieron las cuotas  y  los hipotecados no pudieron pagar. La Compañía tuvo que hacerse cargo de los impagos, al mismo tiempo en todo el mundo. No pudo pagar y se hundió; todos los bancos que aseguró registraron pérdidas masivas el mismo día, y, más tarde todo el sistema financiero cayó. La ciudadano no era consciente de lo que se cocía en los despachos de los magnates de la banca de inversión y de la Secretaría de Estado, que negociaban intensamente con la banca británica y los citados bancos de inversión norteamericanos, ( Goldan Sachs, Merrill Lynch, City Grouo...), que todavía no eran conscientes de lo que se les venía encima, cuando cada día perdían aliados.

Nadie quería la regulación, ganaban mucho dinero. Los que se habían llenado las faltriqueras  y ahora tenían problemas exigían rescates. ¿Cual era, pues, la solución legítima para rescatar al sistema? La gente se preguntaba si estaba a salvo su dinero. Pero ¿Qué dinero? ¿A qué confianza respondían esos papelitos? La gente no era consciente y exigía lo que ya no se le podía dar. Otra solución pasaba por mezclar bancos de inversión y comerciales, pero esto tenía un riesgo derivado, suponía crear grandes grupos financieros  lo que no era menos peligroso, algo que  preocupaba a muy pocos en momentos de alegría.  Mientras el gobierno se debatía buscando una solución, el capital privado exploraba las suyas por su cuenta en mercados orientales, confiaba en aliados como  Mitsubishi, sin percatarse de que  Japón padeció y sigue padeciendo décadas de regresión, merced a los rescates y la inyección de dinero público en empresas privadas, comprando incluso activos tóxicos. Pero, al final, no hubo más solución que permitir que el estado inyectara dinero público, sin exigir grandes contrapartidas a los bancos, que se hubieran negado a aceptarlas; es como el padre que compensa al hijo que se empeña en conducir borracho, para evitar males mayores, confiando en que no saldrá de casa en esas condiciones. La avaricia extendida, 'El colmillo de oro' de que habla Paul Thomas Anderson en su última película, (Puro Vicio. 2015) es la que ha hundido al sistema y no la revolución, que ha sido incapaz de encontrar un sistema alternativo que sustituya a los cuervos de la banca, los que operan a corto con fines puramente especulativos, unas reglas del juego más decentes, y la consecuencia es que la factura total la ha pagado la población en bloque, incluidos quienes no podían aspirar a un modesto préstamo por carecer de trabajo o de avales, reduciendo su estado de bienestar social, soportando recortes y  pagando unos suministros, cuyos costes fijos están inflados con los impuestos para pagar los rescates, lo que es otra forma de hundir, si o si, al sistema capitalista basado en la democracia y la libertad. Frente a la tiranía tradicional se alza la tiranía de los mercados y todos los que los apoyan, que son más de los que creen.

¿Dónde queda ese personaje, el protagonista de Puro Vicio, un hombre sin dignidad porque paga un alquiler? .¿ Apoyaron los bancos más fuertes  a los más débiles tras recibir un rescate de 125 mil millones con el fin de reforzar el sistema? Nadie lo sabe, ni  nadie parece poder enfrentarse a los nuevos cruzados que buscan su santo grial en el dinero y están dispuestos a cualquier cosa para conseguirlo. El estado socio-accionista sin voto, no pudo enfrentarse a los buitres que, tras provocar el colapso mundial de la economía, pretendían (algo que al parecer han conseguido e incluso incrementado) mantener  las remuneraciones y las bonificaciones, para evitar la fuga de los 'talentos' de la economía, los mismos que crearon los paquetes que incluían las subprimes, junto con acciones más o menos sanas. Así se gestó el new deal de 2008 y  la palabra mágica fue, para unos rescate, para otros nacionalización. La avaricia, esa rana venenosa que pintó  Warhol y que simboliza el dinero,  ha matado al sistema y los sueldos y los derechos del hombre occidental se han asimilado a los del área en la que domina el capitalismo de estado y la economía más o menos planificada y abierta al mercado.

La mitad de los bancos del mundo compartieron cama con Lehmans Brothers. Creyeron que los precios de los pisos no bajarían nunca y contrataron seguros con las mismas compañías.Cuando despertaron de su sueño, la pérdida de confianza en que se basa el sistema de valores hundió la economía mundial. ¿Por qué decíamos que era inexacta la definición de Wikipedia en relación con España? Las subprimes no se inventaron aquí, pero si las compraron los bancos españoles y todas las compañías inversoras, pero no solo de España, sino de Francia, Inglaterra, Japón...; igual que sucedió en Estados Unidos, los bancos que se creían más saneados, se negaban a aceptar el rescate y no querían  aparecer en los papeles, hasta que descubrieron que el mal también los alcanzaba; la gente que había invertido en todo tipo de productos financieros comenzó a sentirse estafada al descubrir que sus acciones carecían de valor o eran incobrables, y los bancos dejaron de prestar dinero. España es el país con más costa de Europa y se construía, con gran dolor de amplias capas de españoles impotentes y masacrados si emitían su opinión en contra, el doble o más que en el resto de Europa, aunque los gestores llevaban la misma política a un lado y otro del Atlántico, por lo que tenía, forzosamente, que salir peor parada. Pero ésto no es el lugar para hablar de nuestro país y echamos de menos que no haya iniciativas como las norteamericanas que se preocupen de trasladar a su pueblo el conocimiento de lo que ocurrió, especialmente en el mismo lugar en el que se gestó la gran depresión de 1929, muy estudiada por las Universidades. Ellos saben que el hecho de que no fluya el crédito es más nocivo para la economía de mercado, que las ideas más o menos revolucionarias de unos cuantos. La mayoría todavía cree que un salvador la va a devolver a la situación de la que gozaba antes de 2008. No les vendría mal ver 'Margin Call' de J.C.Chandor (2011), o 'El lobo de Wall Street' de Martin Scorsese (2013). Pero si son de aquellos a los que les gustan las catástrofes, pueden entrar en una depresión romántica posmoderna, y deleitarse con el cine catastrofista de Roland Emmerich, o esperar que se estrelle el planeta Melancolia de Lars Von Trier contra la Tierra, mientras siguen dando su confianza a los lobos de  la economía financiera. Gordon Gekko, el personaje ficticio de Oliver Stone, ya vio en  1987 como se extendía la avaricia por capas cada vez más amplias de la población y anunció los desastres que ahora nos acucian. Quien avisa no es traidor.

El film se puede ver entero en YouTube, y es más que aconsejable verlo una y otra vez, porque información es poder y es obligación del ciudadano conocer e impedir que lo manipulen y lo dirijan en dirección contraria a sus intereses. La crisis tuvo el mismo origen en todo el mundo: el final de la burbuja inmobiliaria y como consecuencia la crisis bancaria y de las compañías de seguros, que operaron de forma suicida, acuciados por la avaricia; las consecuencias dependieron de las fortalezas de la economía en cada país. Los máximos responsables fueron los que operan a corto, es decir juegan en bolsa con el único objetivo de especular, y realizan algunas operaciones de futuros muy arriesgadas, sustentadas en auténticas estafas como la venta en el mismo paquete de basura y valores fiables. Pero los jugadores de bolsa no sólo están en Wall Street, sino que se los puede ver en los parqués de cualquier lugar del mundo, y aunque actúan localmente, adquieren sus productos globalmente.

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