El irlandés. comentario




Ficha técnica, sinopsis, críticas (Pinchad aquí)


Comentario:


Nada destacable en lo que está empezando a constituir por derecho propio un nuevo género: el independiente, más duro, cruel y realista que el 'indie', con vocación de 'cinema verité y con un sentido del humor muy particular, Una 'comedia' en la que lo más sobresaliente  son las alusiones directas al cine y al modelo de policía heroico que  exportan los norteamericanos: "Ya sabe como son los yankis con sus putos ideales." Un joven irlandés, concluida la sesión fotografíca al agente negro americano con una máquina polaroid se la entrega al tiempo que le dice: "Esta es buenísima, temperamental.Te servirá para la portada de tu libro. Vosotros siempre escribís libros sobre vuestras putas experiencias. Luego vendéis los derechos a Hollywood para hacer una película.  Mucha acción, un poco de humor, añades una pareja de chavales enrollándose y listo." Don Cheandler responde: "Sin final feliz no se vende". Pero el joven insiste en su versión colectiva de los acontecimientos: "Habéis frustrado una operación de millones de libras y matado a un trío de capos de la mafia de la droga ¿qué tiene eso de infeliz?. Hemos perdido a un buen hombre responde Cheandler...Este es el punto en el que John Michael McDonagh, el cineasta de origen irlandés (The Guard, 2011; Calvary, 2014), decide dar por concluida su historia, dejando abierto a cualquier interpretación el destino de Gerry Boile (Brendan Gleeson), mostrando una imagen ambivalente del policía irlandés sonriente dentro de su coche-patrulla (Una instantánea del pasado, una imagen actual?)

Son legión los cineastas que no se conforman con estar toda su vida bajo las órdenes de un equipo técnico encabezado por el director y deciden, o bien dirigir una obra propia o bien participar como asesores o productores ejecutivos, como hace Don Chandler en esta película, una actitud legítima en la que se da con frecuencia el dilema entre desarrollar una buena idea con poco recursos o someterse a los dictados de la industria y dejar que manipulen tu proyecto. El irlandés no es una cosa ni otra: ni la idea sobre la que se sustenta la película tiene una gran originalidad ni se ha encontrado la forma de sorprender al público con una buena puesta en escena y una utilización magistral de los recursos lingüísticos audiovisuales. La elección de la buddy movie para llevar esta historia a la pantalla, en la que los protagonistas son un policía irlandés un tanto chapucero y cercano tanto a los traficantes como a la organización terrorista del IRA, prácticamente desarticulada. y un efectivo policía norteamericano, profesional y distante, es también poco original. La forma en que se ejecuta la setpiece, en la que colaboran  agentes tan dispares en un duelo final con los delincuentes, no logra emocionar a los espectadores, ni con el insensato  clima de western que se pretende  crear con el score musical, propio del spaghetti de Sergio Leone, por cuyas películas circulaba una gran savia vital que impregnaba a los actores de carisma. y la introducción de inmensos títulos de colores fuertes acompañados de una música vivificadora que influyeron tanto en Quentin Tarantino, se traduce en una impostura difícil de asimilar. Tampoco impactan los cameos al cine polar francés ( 'El clan de los sicilianos' de Henry Venueil, 1969), que suenan postizos, aunque mucho más oportunos al desarrollarse la acción en el solar europeo.Claro que los ingleses siempre han practicado un aislacionismo del continente que les ha perjudicado, no sólo en estas comedias intrascendentes, sino cuando se han querido implicar en historias de más enjundia, como la "Suite françaice', (Saul Dibb, 2014).

El policía que encarna Brendan Gleeeson se muestra ante los espectadores como el vecino bonachón, que tiene madre y se muere en el tiempo de la película, que habla con los niños, bebe con sus vecinos, se relaciona con los restos del IRA y con los delincuentes de altos vuelos, siempre con la misma actitud displicente que no revela al pistolero que se encuentra detrás de ese buen hombre con exceso de peso. Un actor y una forma de representar ante la pantalla muy del gusto de los amantes del cine que arranca con la Nouvelle Vague, que busca una diégesis aligerada de artificios, una imagen que cree que les acerca a la realidad, una forma de cinema verité cuyo único mérito es imitar la realidad; en definitiva  un ejercicio equivalente a  abrir un agujero en las paredes de nuestra casa y vigilar al vecino. Pero este planteamiento, si no tiene un discurso que interese, ni una forma poética o artística de hacer, aporta bien poco al séptimo arte, enfada a los críticos, que consideran la película una tontería más o menos divertida, y el público que le da la espalda. No falta quien considera a John Michael McDonagh un  nuevo valor a seguir.





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