No conoces a Jack. Barry Levinson.
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Ficha técnica:
Título original: You don't Know Jack
País : Estados Unidos.
Año: 2010.
Duración: 141 minutos.
Dirección : Barry Levinson.
Guión: Adam Mazer, basado en el libro "Between the Dying and the Dead de Neal Nicol y Harry Wylie.
Casting: Ellen Chenoweth.
Director de Fotografía: Eigil Bryld.
Música: Marcelo Zarvos; supervisor: Evyen J.Klean.
Editor: Aaron Yanes.
Directores artísticos: Amy Fritz, Tod Seidman.
Decorador del set: Rena DeAngelo
Diseño de Vestuario: Rita Ryack.
Jefe de Departamento de maquillaje: Dorothy Pearl, Kymbra Kelley.
Departamento de peluquería: Colleen Callaghan.
Productor: Scott Ferguson.
Productor ejecutivo: Steve Lee Jones, Glenn Rigber, Lydia Dean Pilcher, Barry Levinson, Tom Fontana.
Productores ejecutivos: Drew Gallagher, Troy Powers, Stephen Markey III.
Diseño de producción: Mark Ricker.
Compañía: HBO Films presenta a Bee Holder Production, Cine Mosaic Production, Levinson/Fontana Production.
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Intérpretes:
Al Pacino : Dr. Jack Kevorkian,
Danny Huston : Geoffrey Fieger,
Susan Sarandon : Janet Good,
Brenda Vaccaro : Margo Janus,
John Goodman : Neal Nicol,
James Urbaniak :Jack Lessenberry,
Eric Lange : John Skrzynski,
John Engler : él mismo,
Adam Mucci : Dave Gorosh,
Jeremy Robb: David Rivlin,
Rutanya Alda: Vendor,
James Urbaniak: Jack Lessenberry,
...
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Sinopsis:
Jack Kevorkian, también conocido como 'Doctor Muerte, fue famoso por asistir más de 130 eutanasias y encarcelado durante ocho años por asesinato en segundo grado.
Género: Drama.
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Premios:
2010: 2 Emmys: Mejor actor (Pacino) y guión. 15 nominaciones, incluyendo mejor telefilm
2010: Globo de Oro a Mejor Actor. Nominada a Mejor Miniserie o TV-movie.
2010: Nominada a Critics' Choice Awards: Mejor película para TV.
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Comentario:
Barry Levinson apoyado en Al Pacino. ambos mayores de 70 años, (un factor a tener muy, pero que muy en cuenta en la elección del tema que nuclea su historia), se coaligan para hacer una película en torno a una decisión individual de cada ser humano que los sectores conservadores han decidido convertir en un tabú social y una guerra abierta contra la conciencia de los hombres: la eutanasia. La sensibilización de amplios sectores ante esa cuestión de tanta trascendencia favoreció hace unos años que el español Alejandro Amenabar se llevara todos los galardones de los festivales de cine más prestigiosos tanto de Estados Unidos como de Europa, el mismo año en el que el conservador Clint Eastwood se enfrentara al mismo problema (porque para una parte importante de hombres y mujeres lo viven como tal) en Million Dollar Baby (2004), demostrando que es algo que preocupa a la sociedad en su conjunto de modo transversal. Lo más notorio de este proyecto es que fue concebido para un público masivo,como una miniserie para la televisión que penetra en los hogares obligando a sus ocupantes a realizar una reflexión profunda sobre la muerte: humana, inhumana, libremente aceptada o decidida por otros. En definitiva, lo que los partidarios de la llamada 'buena muerte', o final del ciclo vital sin sufrimiento, defienden cada día ante un público que prefiere sentirse inmortal y creer, mientras puedan, que es algo que jamás les pasara a ellos, a pesar de que algunos sabios se encargan de recordarlo contrario, como hacía el jurista y ensayista español y primer alcalde democrático de la ciudad de Madrid (1979) Enrique Tierno Galván.
Barry Levinson, el director de la inolvidable Sleepers (1996), que ha realizado uno de los mejores homenajes a este grandísimo actor, Al Pacino, cuando todavía vive y puede disfrutar de una actuación propia de la categoría de la que hace gala en The Humbling (La sombra del actor, 2014), trata el tema de la muerte con el respeto que se merece, cuando el paciente decide el momento. Una voz en off, la del narrador, el Dr. Jack (Al Pacino), hace una reflexión tras el óbito del paciente nº 1; Janet Adkins, mientras en la pantalla vemos las imágenes de una ambulancia y coches policiales que describen el lugar donde ha aparecido el cadáver, una furgoneta, y las características de la mujer finada, cuya identidad desconocen: "Cuando un paciente que agoniza muere, la vocación del médico se requiere. A petición del paciente debe lograr en buena hora una muerte humana, rápida e indolora." El paciente ha disfrutado de esa ayuda, pero el que queda ve el escenario nauseabundo de un crimen, con el cadáver abandonado en una furgoneta ante las puertas de un hospital, fruto de la clandestinidad que impone la intransigencia de los poderosos.
Consciente de la solemnidad del tema, evitando que la representación de los acontecimientos sea agradable, poética, o se convierta en un tópico literario ad usum del escritor. opta por el mocumentary o falso documental, un tipo de película o programa de televisión en el que los acontecimientos de ficción se presentan en estilo documental, combinando secuencias interpretadas por actores muy comprometidos de la categoría de Al Pacino y Susan Sarandon con imágenes fingidas de enfermos reales. Toda la nomenclatura que entra en juego en torno a un tema que el hombre evita llamar por su nombre con el objetivo de defender la idea de que nullum crimen, nulla pena sine lege (Ningún crimen, ninguna pena sin ley ), pertenece al 'realismo mágico del reino de la hipocresía', ya que el que ayuda al enfermo a realizar el tránsito no interviene directamente. Hasta tal extremo se llega en el uso de eufemismos que se genera un nueva poética de la muerte: el abogado, un aficionado al arte dramático, define a los tribunales como teatros de la justicia, ante los cuales su trabajo consiste en demostrar las desgarradoras emociones de quien pide la muerte, un relato de terror que los jurados no podrán soportar y desistirán de la condena de un hombre por un asunto que sólo concierne a los anhelos más íntimos de los hombres y mujeres del país, que resulta obsceno diseccionar como un animal en una carnicería, en presencia de todos. Una vez más, en países que con orgullo de autodenominan demócratas, los sectores más poderosos, los conservadores, utilizan su ideología, sus creencias como una losa contra los que piensan de una forma diferente.
Este hombre da pie con su osadía al nacimiento de un subgénero periodístico, englobado en lo que se denomina telebasura; los periodistas crean su propio lenguaje específico para desacralizar y privar de carga dramática cuestiones tan sensibles que pueden reducir o aumentar la audiencia mediante el alumbramiento de nuevos términos que definen a las personas a las que se les aplican y a todo aquello que los rodea: Doctor Muerte, Doctor Frankenstein (porque obtiene de los pacientes el permiso para donar sus órganos), Máquina de la Misericordia, etiquetas con las que los medios de comunicación descargan de gravedad, y a la vez parodian y ridiculizan los conflictos con el objetivo de atraerse un público cada vez más amplio . Las organizaciones de derechos civiles se ofrecen a dar cobertura formal al doctor Jack y sus colaboradores para penetrar en las conciencias de los ciudadanos, derribar barreras ideológicas y psicológicas o evitar los escraches de las comunidades religiosas, que amenazan físicamente la vida de quienes mantienen una posición diferente a la suya. Pero el Doctor Jack desafía a la sociedad y quiere salir a la luz, defenderse en las televisiones, ante los tribunales, sin abogados, porque cree que la razón lo asiste.
Barry Levinson y Al Pacino plantean la cuestión como una lucha de clases, en la que sólo los pobres tienen una mala muerte, y la justicia se muestra incapaz de ser ciega como se la representa. La juez hace un triste e hipócrita alegato al final: "Usted se invitó aquí para presentar su última batalla, pero se autoinvitó al foro equivocado. Nuestra nación tolera diferencias de opinión, porque tenemos una forma civilizada y pacífica de resolver nuestros conflictos. Tenemos medios y métodos para protestar contra las leyes con las que no estamos de acuerdo; podemos criticar la ley, debatir sobre la ley, hablar con los medios o pedir el voto de la gente. Pero hay que hacerlo siempre dentro de los límites marcados por la ley. No podemos quebrantar la ley o tomarnos la justicia por nuestra mano. Nadie es ajeno a la polémica ni a las emociones que suscita el tema de la eutanasia y el control del dolor. Supongo que el debate continuará en un foro calmado y razonado mucho después de que este juicio y sus acciones se hayan olvidado de la memoria pública. Pero aquí no se juzgaba esa controversia, aquí se le juzgaba a Ud. Señor. Usted ha ignorado y desafiado a la Asamble Legislativa y al Tribunal Supremo, ha desafiado a su propia profesión. En este juicio se juzgaba su anarquía y su falta de respeto por una sociedad que existe y prospera gracias a la fortaleza de nuestro sistema judicial. Nadie está por encima de la ley...Considere señor que le hemos parado los pies."
Claro que esta juez ignora que ella no es dios y no puede decidir cuando la sociedad decide debatir sobre éste o cualquier otro tema que le interese, de forma calmada o visceral; que los primeros médicos, los que hoy salvan vidas humanas, fueron mandados a la hoguera por gente como ella, y unos pocos cientos años después constituyen la élite de su sociedad. Y que nadie, tras este castigo ejemplar que consiste en encerrar de por vida a un hombre a morir en la cárcel, al condenar a un jubilado a una pena entre 10 y 15 años de cárcel, y soportar una mala muerte por haber osado desafiar a la sociedad que ella representa, jamás se ocupa de perseguir de oficio las eutanasias que se practican en los hospitales privados de lujo, según denuncia constantemente el doctor Jack, que ayuda a quien no tiene más recurso que una furgoneta para realizar el tránsito final. Todos los implicados en este serio asunto es probable que ya hayan muerto y habrá sido de la forma que los médicos que los atienden hayan decidido: ¿privarles de agua y comida hasta que mueran de inanición? ¿Dejar que los devoren las escaras? Algunos hemos visto esto de cerca y sabemos que lo que este film produce es miedo de verdad, no el divertimento de los filmes de terror. El dúo Levinson-Al Pacino nos está demostrando en los últimos tiempos ser un par de hombres valientes, dispuestos a dejar toda su sabiduría, acumulada a lo largo de su vida, como el mejor legado a una sociedad que mejorará con el conocimiento. Mi más profundo respeto por quien se atreve a pensar y devolver a la sociedad una reflexión que nos da miedo de verdad, momento que aprovecho para aconsejar The Humbling, el último trabajo de ese gran actor dirigido de nuevo por Levinson.
Este hombre da pie con su osadía al nacimiento de un subgénero periodístico, englobado en lo que se denomina telebasura; los periodistas crean su propio lenguaje específico para desacralizar y privar de carga dramática cuestiones tan sensibles que pueden reducir o aumentar la audiencia mediante el alumbramiento de nuevos términos que definen a las personas a las que se les aplican y a todo aquello que los rodea: Doctor Muerte, Doctor Frankenstein (porque obtiene de los pacientes el permiso para donar sus órganos), Máquina de la Misericordia, etiquetas con las que los medios de comunicación descargan de gravedad, y a la vez parodian y ridiculizan los conflictos con el objetivo de atraerse un público cada vez más amplio . Las organizaciones de derechos civiles se ofrecen a dar cobertura formal al doctor Jack y sus colaboradores para penetrar en las conciencias de los ciudadanos, derribar barreras ideológicas y psicológicas o evitar los escraches de las comunidades religiosas, que amenazan físicamente la vida de quienes mantienen una posición diferente a la suya. Pero el Doctor Jack desafía a la sociedad y quiere salir a la luz, defenderse en las televisiones, ante los tribunales, sin abogados, porque cree que la razón lo asiste.
Barry Levinson y Al Pacino plantean la cuestión como una lucha de clases, en la que sólo los pobres tienen una mala muerte, y la justicia se muestra incapaz de ser ciega como se la representa. La juez hace un triste e hipócrita alegato al final: "Usted se invitó aquí para presentar su última batalla, pero se autoinvitó al foro equivocado. Nuestra nación tolera diferencias de opinión, porque tenemos una forma civilizada y pacífica de resolver nuestros conflictos. Tenemos medios y métodos para protestar contra las leyes con las que no estamos de acuerdo; podemos criticar la ley, debatir sobre la ley, hablar con los medios o pedir el voto de la gente. Pero hay que hacerlo siempre dentro de los límites marcados por la ley. No podemos quebrantar la ley o tomarnos la justicia por nuestra mano. Nadie es ajeno a la polémica ni a las emociones que suscita el tema de la eutanasia y el control del dolor. Supongo que el debate continuará en un foro calmado y razonado mucho después de que este juicio y sus acciones se hayan olvidado de la memoria pública. Pero aquí no se juzgaba esa controversia, aquí se le juzgaba a Ud. Señor. Usted ha ignorado y desafiado a la Asamble Legislativa y al Tribunal Supremo, ha desafiado a su propia profesión. En este juicio se juzgaba su anarquía y su falta de respeto por una sociedad que existe y prospera gracias a la fortaleza de nuestro sistema judicial. Nadie está por encima de la ley...Considere señor que le hemos parado los pies."
Claro que esta juez ignora que ella no es dios y no puede decidir cuando la sociedad decide debatir sobre éste o cualquier otro tema que le interese, de forma calmada o visceral; que los primeros médicos, los que hoy salvan vidas humanas, fueron mandados a la hoguera por gente como ella, y unos pocos cientos años después constituyen la élite de su sociedad. Y que nadie, tras este castigo ejemplar que consiste en encerrar de por vida a un hombre a morir en la cárcel, al condenar a un jubilado a una pena entre 10 y 15 años de cárcel, y soportar una mala muerte por haber osado desafiar a la sociedad que ella representa, jamás se ocupa de perseguir de oficio las eutanasias que se practican en los hospitales privados de lujo, según denuncia constantemente el doctor Jack, que ayuda a quien no tiene más recurso que una furgoneta para realizar el tránsito final. Todos los implicados en este serio asunto es probable que ya hayan muerto y habrá sido de la forma que los médicos que los atienden hayan decidido: ¿privarles de agua y comida hasta que mueran de inanición? ¿Dejar que los devoren las escaras? Algunos hemos visto esto de cerca y sabemos que lo que este film produce es miedo de verdad, no el divertimento de los filmes de terror. El dúo Levinson-Al Pacino nos está demostrando en los últimos tiempos ser un par de hombres valientes, dispuestos a dejar toda su sabiduría, acumulada a lo largo de su vida, como el mejor legado a una sociedad que mejorará con el conocimiento. Mi más profundo respeto por quien se atreve a pensar y devolver a la sociedad una reflexión que nos da miedo de verdad, momento que aprovecho para aconsejar The Humbling, el último trabajo de ese gran actor dirigido de nuevo por Levinson.
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