Antes del amanecer. Richard Linklater. Comentario.
Ficha técnica:
Título original: Before Sunrise
País: Estados Unidos
Año: 1995
Duración: 101 minutos
Dirección: Richard Linklater
Guión: Richard Linklater y Kim Krizan
Casting: Judy Henderson, c.s.a. y Alycia Aumuller, c.s.a.; Austria: Regina Schlagnitweit
Dirección de Fotografía: Lee Daniel
Música: Fred Firth
Edición: Sandra Adair
Dirección artística. Asistente: Maximiliam Jezo_Parovsky
Diseño de Vestuario: Florentina Weller
Maquillaje y peluquería: Karin Dunst
Productor: Anne Walker-McBay
Co-productores: Ellen Winn Wendl, Gernot Schaffler, Wolfgang Ramml
Productor ejecutivo: John Sloss
Productor asociado: Gregory Jacobs
Productor manager: Bernhard Schmatz
Diseño de producción: Florian Reichmann
Warner Independent Pictures/Castle Rock Entertainment para Turner Company, presentan a Detour Filmproduction, asociada con F.I.L.M.H.A.U.S., Wien
Intérpretes:
Ethan Hawke: Jesse
Julie Delpy: Celine
Andrea Eckert: esposa del tren
Hanno Pöschl: marido del tren
Erni Mangold: lector
Dominik Castell: Poeta del parque
Sinopsis:
Céline (Julie Delpy), una estudiante francesa, y Jesse (Ethan Hawke), un joven estadounidense que realiza un viaje a través de Europa tras ser abandonado por su novia en Madrid, comienzan a hablar en un tren con destino a París, vía Viena. Llegados a la capital austriaca, Jesse debe descender porque al día siguiente regresa a los su país; sin embargo, logra convencer a Céline para que pase una noche con él en la ciudad. En el curso de esa noche, se conocen a fondo, discuten y revelan cuestiones diversas como la vida, la muerte y el sexo.
Comentario:
Richard Linklater comienza en 1995 una trilogía dilatada en el tiempo, con los mismos actores lo que da a estas películas un sentido constativo importante, cuyo título tiene un valor polisémico, válido para las partes en que dividimos el día y las etapas en las que fragmentamos convencionalmente el decurso de nuestra permanencia en el mundo: el amanecer, el atardecer y el anochecer (1995, 2004 y 20013); esta presencia de los mismos actores, en un proyecto que se extiende tanto en el tiempo, permite al realizador-guionista observar las marcas que va dejando la vida en las ilusiones, las ideas e incluso la decadencia física en el espacio que dista entre la juventud y la madurez. Elvis Mitchell (The New York Times)cree que "lo que el Sr. Linklater hace mejor en este caso es llegar a tácticas de conversación que tienen el atractivo justo para que se adapten a esta situación", opinión que comparte Javier Ocaña, entonces en Cinemanía, y añade la percepción de "una noche de romanticismo juvenil de paseo por Viena. Muy bien escrita por Linklater (...) Muy buena".
Su mayor valor cinematográfico es la capacidad de convertir al espectador en un voyeur, capaz de sentarse en su butaca y estar pendiente, durante horas, de la conversación sobre temas cotidianos de dos personas ajenas. En esta primera entrega, las informaciones que se intercambian son más sabrosas y suculentas, atrapan más, puesto que unos horas antes eran unos auténticos desconocidos, que se introducen en el corazón de Europa hasta la frontera natural con los bárbaros, el tantas veces cantado Danubio Azul. El tren en el que viajan Jesse y Celine, circula por unos railes, unas líneas ya fijadas, que les llevan, sin poder evitarlo, hacia una relación no duradera, sin compromisos, sin ilusiones ni proyectos, pero genial. Mas esta realidad es dura cuando uno se siente enamorado.
Su recorrido por la ciudad del Danubio les llevará por algunos lugares emblemáticos, pero no turísticos, como el Prater en el que está la famosa noria que preside el encuentro de Holly Martins y Harry Lime; el cementerio de 'Los sin nombre', en el que descansan los restos de personas, en general jóvenes, que entregaron sus vidas al caudaloso río; locales emblemáticos de la vida nocturna vienesa. En estos paseos se revelan sensibilidades distintas: ella, hija de unos izquierdistas franceses, involucrados en el mayo francés, que habían hecho sus carreras y se habían aburguesado; él, hijo de padres separados. Ella, una chica bien educada que ha heredado una forma de ver la vida, futura activista medioambiental; él, un joven práctico del nuevo continente, futuro escritor monotemático.
Linklater recrea la época, los gustos de los jóvenes ilustrados de occidente a través de la música de esa tienda de discos de vinilo en la que venden las producciones de Frank Zapa, Sinatra, Dean Martin, The Searchers, Ella Fitzgerald...; en la despedida, que la hay, se replantean todos sus propósitos y entienden que el contacto físico es importante. Cuando uno ha entendido que todo es posible, que nada es 'excelsior', como se repite el protagonista de 'El lado bueno de las cosas' de David O. Russell, se puede volver muy cínico, pero no tanto como para no sentir el vacío que deja una persona en los lugares en los que se compartieron tan bellos sentimientos con ella.
Un homenaje a mi buen amigo que me entenderá si me lee.
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