El número 23. Joel Schumacher





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Ficha técnica:

Título original: The number 23.
País: Estados Unidos.
Año: 2007.
Duración: 95 minutos.

Dirección: Joel Schumacher.
Guión: Fernley Phillips.
Casting: Mali Finns, c.s.a.
Dirección de Fotografía: Matthew Libatique, a.s.c.
Música: Harry gregson Williams.
Editor: Mark Stevens.

Diseño de Vestuario: Dinisl Orlandi

Productores: Beau Films, Tripp Vinson.
Productores ejecutivos: Toby Emmerich, Richard Brenner, Keith Goldberg, Brooklyn Weaver, Eli Reichbourg.
Productor asociado: Linda Fields Hill.
Co-productor: Fernley Phillips.
Diseño de producción: Andrew Laws.
Compañías: New Line Cinema, Contrafilm/Firm Films Production.

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Intérpretes:

Jim Carrey
Virginia Madsen
Logan Lerman
Danny Huston
Rhona Mitra
Lyn Collins
Mark Pellegrino
Patricia Belcher
Ed Lauter
Mali Fin, c.s.a.
Hitler Killed: él mismo.

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Sinopsis:

Un hombre vive obsesionado con un libro que parece describir detalles de su vida íntima. El hombre empieza a sentirse amenazado y se vuelve paranoico debido a un número que se repite una y otra vez en el libro: el 23.

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Premios :

2007: Nominada a los Premios Razzie: Peor actor (Jim Carrey).

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Comentario:

La película que ha recibido las peores críticas, algo habitual en el cine de Joel Schumacher. (Jóvenes ocultos, 1987,  Batman Forever, 1995, o Batman y Robin, 1997) como ahora veremos; ha merecido, sin embargo,  la atención de especialistas de otras áreas, como la de expertos en literatura literatura, que ven en este título el traslado a una sintaxis audiovisual de la obsesión de uno de los escritores más destacados de la generación beat, un escritor maldito William S. Burroughs, uno de los apóstoles de la contracultura de los 1960, que escribía "cosas indescifrables u ofensivas hasta la médula" (emiliomontehernanz.blogspot.com.es).


Joel Schumacher


Este escritor, que, junto a muchos otros, consideraba la locura una fuente creativa, estaba obsesionado con el número 23, hasta tal punto que lo veía detrás de toda fatalidad,  por una serie de circunstancias azarosas como son todas las mutaciones que impulsan la evolución de la especies y el mundo en el que se desenvuelven. o nada fortuitas, sino inspiradas por el propio diablo: " nuestro ADN está dividido en 23 pares de cromosomas, poseemos 23 vértebras, la sangre tarde 23 segundos en recorrer nuestro cuerpo, etc. Para este profesor,Emilio Monte Hernanz,  sin embargo:" Muchos autores malditos sencillamente estaban mal de la chaveta. Pero la locura parecer ser, en muchos casos, la dinamo que genera las mejores ideas (ya se dice que los locos abren los caminos que más tarde seguirán los sabios)."

El pasado 8 de junio del año en curso, Nuño Dominguez. encargado de la sección  de ciencia del diario 'El País', escribía un artículo, cuyo título era muy significativo, "Creatividad y psicosis comparten las mismas raíces genéticas", en el que afirmaba que: "Algunas enfermedades psiquiátricas pueden ser entendidas como una forma diferente de pensar. Eso mismo caracterizaba a Miguel Ángel, Charlie Parker, Beethoven, Virginia Woolf, Van Gogh y muchos otros. De ellos se ha dicho que su arte se debía en parte a trastornos psiquiátricos, lo que ha contribuido a reforzar la idea de que ningún genio ha existido sin una mezcla de locura, como dijo Aristóteles. Ahora, un estudio que ha analizado a decenas de miles de personas desvela que hay una conexión genética entre enfermedades como la esquizofrenia o el trastorno bipolar y la creatividad."

Da miedo pensar qué hubiera sido de la humanidad si se hubiera deshecho de estos depresivos y se hubiera quedado sólo con los cuerdos, que realizan estos análisis con unas pocas variables que pueden inducir a error. Lo cierto es que los hombres y mujeres creativas son una inmensa minoría, considerada rara por amplios sectores de la población, que sólo sufren crisis emocionales cuando no se cumplen sus expectativas materiales que pertenecen a la vida cotidiana: acceder a una buena casa, un buen coche y unas satisfactorias vacaciones, aunque esta sea una expresión  tan simplificadora como la anterior.

Así pues, Joel Schumacher partía de una muy buena premisa para hacer una magnífica película, pero como le ocurre siempre a este realizador, a la hora de materializar sus ideas, de hacerlas realidad en un lenguaje audiovisual atractivo y bien construido, pincha el globo, y el resultado es una sarta de memeces que roza el ridículo, y que carece de un subtexto inteligente en el que insertar una buena historia. Fijémonos que lo que decía en su momento Ethan Alter, del rotativo Premier, de Joel Schumacher y su película, ( lo mismo que los críticos literarios dijeron en su momento de Burroughs, salvando las distancias): "Además de ser imposible de seguir, es también completamente aburrida."; Javier Ocaña (Diario 'El País'), añade algún detalle que pretende dar más empaque al mismo significado de su crítica: "Historia de una paranoia numérica farragosa, innecesariamente trascendente, interpretativamente pobre y estéticamente hortera." Difícil de seguir no es, pero sí absolutamente decepcionante la forma en la que trata la locura de un joven psicópata, de raíces freudianas ( odio al padre,basado en el temor, que le obligaba a esconder las revistas de chicas sugerentes, entre los números de su libro de matemáticas; la muerte de la madre dejo huérfanos al hijo y al padre, que se quitó la vida).

Casi en lo único que acierta este cineasta es en el planteamiento de temas que interesan a los jóvenes, ansiosos de emociones fuertes, entre los que se encuentra la relación mística que se establece entre los números y los seres vivos y los acontecimientos importantes (numerología). En el año 300 d.C. Porfirio atribuyó a los números pitagóricos el carácter de símbolos jeroglíficos, cuya correcta interpretación explicaba la naturaleza de las cosas; H.P. Blavastik llamó a la numerología 'doctrina secreta', (como el libro que escribe Sparrow: Top Secret), teorías que han hecho suyas los ocultistas y que constituyen un potente reclamo para un público joven que ha inundado con sus comentarios, las páginas de Filmaffinity (163 críticas), un éxito que no consiguen películas mucho más importantes.

Schumacher se introduce sin pudor en la paranoia que domina a Sparrow, un padre de familia atrapado en la lectura de un libro sobre números primos y combinaciones interesadas que siempre tienen como resultado el número 23, asociado a la mala suerte por el pensamiento mágico, sin fundamento científicos. Su vida se llena de números que dan, según como los dividas, el 0.6666, que representa al diablo, señales del infierno como NED, un perro, guardián de los muertos, cuyo nombre es también el resultado de reflexiones y cálculos cabalísticos, secretos, oscuros... a lo largo de una historia deficientemente contada, en la que llega a plantearse que la única pregunta filosófica auténtica es la de saber si uno debe suicidarse o no; esa es la faena que le hizo su padre. que no le dejó una nota, sólo un número.

Cuando concluye el film nos domina la perplejidad: ¿Qué hemos visto? ¿Un thriller sobre un psicópata que mata obsesionado por el número 23? ¿Una película de falsos culpables? ¿Un film familiar? Por otro lado, nada logra conmovernos, asustarnos, ni generar tensión.Ni el color rojo de algunas paredes, o el verde de otras, que plantea la dualidad (¿metáfora de la esquizofrenia?) entre el miope y el hipermétrope, es decir el que no ve nada que no esté encima de sus narices o el que sólo es capaz de interpretar su entorno cuando se aleja y pone perspectiva de por medio; pero, además deja incógnitas sin resolver: ¿Cómo llega 'Top Secret' en los estantes de una librería? Sólo el final es tan previsible que no defrauda: una feliz familia americana no puede tener otro resultado. No vale la pena ni calentarse los cascos, y sólo quien disfruta jugando con el azar, los números, la uija...y todo lo que lo comunique con un mundo sureal, será capaz de disfrutar un poco ante este film. A las pruebas nos remitimos.



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