La herencia del viento. Comentario.
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Comentario:
No hay que perder la esperanza. Cuando las carteleras de cine se derrumban y dejan dos o tres películas taquilleras para el escaso-gran público, es decir aquel que reúne al menos veinte o treinta personas en una sala, que huye del calor y se refugia en un espacio agradable y oscuro con aire acondicionado y un cómodo sillón; cuando las televisiones incorporan en sus programaciones películas mil veces repetidas en cada periodo vacacional, de vez en cuando, surge un título que nos demuestra que los fondos cinematográficos son inagotables y que incluyen obras maestras, que no sólo están bien ejecutadas sino interpretadas por actores de la talla de Spencer Tracy, a cuyo frente se pusieron directores valientes que no dudaron,como Stanley Kramer, en incorporar al elenco nombres de personajes que como Gene Kelly habían destacado en otros sectores, ya fuera la danza moderna o el teatro en Broadway, un innovador al que Jacques Demy, enamorado del musical norteamericano, incorporó en su film 'Las Señoritas de Rochefort' (1967), que también contó con el protagonista portorriqueño de West Side Story George Chakiris, adaptada al cine por Robert Wise y Jerome Robbins en 1961. Otra buena oportunidad para disfrutar estos días de canícula de esta envolvente y sensacional película, protagonizada por las dos mágicas hermanas: Catherine Deneuve y Françoice Dorléac.
El director de ¿Vencedores o vencidos? (1961), 'El mundo está loco, loco' ( 1963), 'Oklahoma Crude' (1973) o 'Más allá del amor', tenía en su haber 'La herencia del viento'/Inherint the Wind (1960), una magnífica película que abordaba el tema del combate eterno entre la religión y la ciencia, y tomaba partido con valentía por las luces y la razón, aunque resulta evidente que las fuerzas conservadoras le impusieron un final contemporizador antes de que el censor diera el visto bueno a este título. Stanley Kramer plantea muchas cuestiones atemporales, que acompañan al hombre desde que adoptó la posición erecta y optó, en muchos casos, como ocurre en una pequeña localidad de las que jalonan los Estados Unidos, por la ley del mínimo esfuerzo, que dejaba y deja a los pies de los caballos a los que dedican su vida a la reflexión, la creación y la ciencia, científicos a los que el conocimiento vuelve agnósticos,aunque sea desde la posición más modesta del maestro de escuela. Los representantes de la sociedad más reaccionarios suelen poner de su parte con discursos populistas a gran parte de la gente que decide con su voto las leyes que van a regir las relaciones sociales entre los ciudadanos, algo de lo que se queja Hornbeck, el periodista, que representa otro de los pilares democráticos del poder, interpretado por Gene Kelly. El comportamiento en masa de estas gentes, que se manifiestas hostiles ante la cárcel en la que han recluido a un profesor que ha enseñado las teorías de Darwin a sus alumnos, hace exclamar a Henry Drummond, el abogado defensor del osado maestro, interpretado por Spencer tracy, que son "un insulto para el mundo entero". "No se puede administrar imparcialmente una ley impia,"
Este proceso informa al espectador europeo de algo que desconoce por completo: los políticos que ocupan el gobierno en Estados Unidos imponen su ideología en la enseñanza pública, en la que no se puede explicar a Darwin, pero no ocurre lo mismo en la privada, que goza de total libertad en la formación de las élites, lo que, de ser cierto,denuncia de la forma más contundente la utilización de la educación con fines políticos y de sumisión de las masas; Europa ha logrado neutralizar estos intentos hasta el momento mediante la 'libertad de cátedra', un privilegio que permite al alumno recibir una enseñanza libre y científica, mande quien mande, y al profesor expresarse en libertad, si bien no faltan intentos de acabar con esta institución, algunos muy recientes. El abogado defensor señala el riesgo de las prohibiciones que tienen que ver con la libertad de enseñanza, ya que si se considera un crimen que se enseñen las leyes de Darwin en las escuelas públicas, no es imposible que la prohibición se extienda mañana también a las privadas, y que más tarde incluso se considere un crimen leer sobre ellas y después leer periódicos y más tarde resulte fácil enfrentar católicos con protestantes y protestantes con protestantes y, por fin, intentar introducir sus doctrinas en todas las mentes, "porque el fanatismo y la ignorancia desarrollan mucha actividad y necesitan alimentarse y muy pronto ondearán banderas y redoblarán tambores que nos conducirán marcha atrás, retrocediendo, a las gloriosas épocas del siglo XVI, cuando los fanáticos quemaban a los que se atrevían a aportar luz y conocimiento a la mente humana."
Este proceso informa al espectador europeo de algo que desconoce por completo: los políticos que ocupan el gobierno en Estados Unidos imponen su ideología en la enseñanza pública, en la que no se puede explicar a Darwin, pero no ocurre lo mismo en la privada, que goza de total libertad en la formación de las élites, lo que, de ser cierto,denuncia de la forma más contundente la utilización de la educación con fines políticos y de sumisión de las masas; Europa ha logrado neutralizar estos intentos hasta el momento mediante la 'libertad de cátedra', un privilegio que permite al alumno recibir una enseñanza libre y científica, mande quien mande, y al profesor expresarse en libertad, si bien no faltan intentos de acabar con esta institución, algunos muy recientes. El abogado defensor señala el riesgo de las prohibiciones que tienen que ver con la libertad de enseñanza, ya que si se considera un crimen que se enseñen las leyes de Darwin en las escuelas públicas, no es imposible que la prohibición se extienda mañana también a las privadas, y que más tarde incluso se considere un crimen leer sobre ellas y después leer periódicos y más tarde resulte fácil enfrentar católicos con protestantes y protestantes con protestantes y, por fin, intentar introducir sus doctrinas en todas las mentes, "porque el fanatismo y la ignorancia desarrollan mucha actividad y necesitan alimentarse y muy pronto ondearán banderas y redoblarán tambores que nos conducirán marcha atrás, retrocediendo, a las gloriosas épocas del siglo XVI, cuando los fanáticos quemaban a los que se atrevían a aportar luz y conocimiento a la mente humana."
La queja contra el comportamiento de 'la gente' hace exclamar a Hornbeck : "¡Gamberros del mundo uníos! Sólo os falta quemar a vuestros intelectuales, Estos son los que sustentan el proceso democrático." Este personaje, decididamente ateo y nada contemporizador, a diferencia del abogado, un hombre de ideas que puede llegar a sentir algún respeto por los predicadores como el acusador Brady, a pesar de enfrentarse ferozmente a él hasta derribarlo por completo, se lamenta que de Darwin estuviera probablemente equivocado, ya que el hombre sigue siendo un mono y sus creencias son inaccesibles."Cuando consiguió ponerse en pie miró a las estrellas y pensó que eran para comérselas. Al ver que no podía alcanzarlas decidió que eran el alimento para criaturas más importantes y así nació Jehová. Tú perderás el tiempo en hacer razonable lo que es risible en el género humano. ¿Por qué no te quitas la venda?", le dice al abogado. Esta convicción, basada en la experiencia es la que conduce a marchas forzadas al hombre hacia el cinismo imperante, porque sabe que, en efecto, el futuro ya está anticuado y que ya no puede soñar con un noble destino, porque ya ha empezado su estúpida marcha atrás hacia los mares de los que salió.
El pesimismo del periodista se extiende hoy por la población mundial que incapaz de imaginar utopías, sólo alcanza la excelencia dando forma a las más oscuras y crueles distopías, un sentimiento depresivo al que colabora una justicia venal, que impone sus sentencias porque puede hacerlo y, muchas veces, sin ajustarse a derecho; sólo se le puede combatir con sus propias armas, y así lo hace Drummond, con la biblia de la secta evangélica a la que pertenece el predicador: la Asociación Cristiana Evangélica, fundadada en en 1899 en Janesville, Wisconsin, los gedeones, una organización de hombres de negocios y profesionales, que distribuyen copias gratuitas de la Biblia, especialmente en moteles y hoteles, (donde la encuentra Gene Kelly y se la da a Spencer) , hospitales, escuelas y universidades. Y, apoyándose en uno de estos ejemplares, rebate a su sectario oponente hasta destruirlo por completo, porque no puede explicar un solo hecho de los que incluye el libro sagrado, desde qué pasó cuando Josué paró el sol hasta la terrible paradoja de que si el sexo es el pecado original no puede haber justos en la Tierra. Incluido el propio predicador, producto del mismo pecado original.
Stanley Kramer defiende lo más sagrado para los agnósticos: la inteligencia individual. En una mente infantil que es capaz de aprender la tabla de multiplicar hay más santidad que en todos los gritos de ¡amén!, de ¡Bendito sea! y de ¡Osana! Una idea es un monumento muy superior a una catedral y los progresos de los científicos son muy superior a la creación de fábulas que convierten a los diablos en serpientes y difunden la historia de que un ser humno puede separar las aguas del mar. Los hombres de hoy tienen una religión: el progreso, pero esta creencia tiene un costo, una factura que hay que pagar : la pérdida o debilitamiento de la fe en un ente superior que lo rige todo. Esto no lo puede entender quien ha puesto fecha, día, hora y año al acto de la creación: el 23 de octubre de 4004 a.c. a las 9 de la mañana. Un hombre como Brady no puede seguir viviendo sin sus creencias, y Stanley Kramer le concede un pequeño respeto, que se materializa en la imagen de Spencer Tracy que abandona la sala de juicios con el dos libros en la mano: el de las leyes del estado laico y la Santa Biblia.
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