Lío en Broadway. Comentario





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Comentario:


Antes de entrar en el análisis de la screwball  de Peter Bogdanovich, necesito desahogarme y contar el thriller de que he sido protagonista. 28 de julio, calor asfixiante en la ciudad de Valencia, (ayudan algo los ventiladores, el aire acondicionado o el iluso establecimiento de corrientes en el interior de las casas, una realidad que se convierte en una pesadilla si pensamos en la gente que carece de recursos y que como el ocupante de una furgoneta, un hombre de 47 años, ha fallecido hoy mismo víctima un golpe de calor, cuando estaba realizando su jornada laboral, por un salario de miseria; curiosamente se salvan de los estragos de la canícula los avaros, que se mantienen como vampiros a pesar de ahorrar en lo que sea para acumular el vil metal ). Tras este largo preámbulo, necesario para descargar adrenalina, entro en la cuestión: llego tranquila a mi butaca, sin estresarme por consejo del médico, guardo mis gafas de sol, y saco de su estuche las de mirar de lejos, introduzco en un bolsillo la entrada por lo que pueda pasar, saco el móvil para desactivar el sonido, justo en el momento que se apagan las luces, y , de pronto un grito me estremece: ¡Un móvil! , grita una señora nostálgica de aquellos tiempos en los que daba órdenes y era obedecida. Estaba tan aterrorizada como si hubiera visto un Kaláshnikof, y no es que había oído alarma alguna que le impidiera leer los títulos de crédito con tranquilidad, sino sólo había visto una luz en la oscuridad. Cuando me he dirigido a ella y le he dicho que lo estaba silenciando, no le ha parecido suficiente y me ha apremiado a que lo hiciera rápido y entonces le he ofrecido que lo apagara ella para que su tranquilidad llegara antes, mas el aparato le debía parecer un instrumento del diablo. ¿Por qué será que disfruto más viendo a los jóvenes y los adolescentes gritando de emoción, todos con sus lucecitas en las manos, por si les llama un amigo ( en-silencio-por-supuesto) y disfrutando con la película que están viendo ?



Como podréis comprender ésta sensación de disgusto que me embarga, porque no me gusta que me den órdenes, especialmente una 'señora' que ha molestado con sus gritos más que mi pobre móvil con su luz, no es la más apropiada para disfrutar de una comedia loca, una screwball que toma como referente y convierte  en el motor de su historia una frase que susurra Adam Belinski ( Charles Boyer) a Jennifer Jones con el objetivo de seducirla sobre 'dar ardillas a las nueces', en una comedia loca de Ernest Lubitsch, 'El pecado de Cluny Brown/Cluny brown', (1946) en la que ridiculiza a la alta sociedad inglesa, creando situaciones abracadabrantes adobadas con diálogos picantes , que hoy no aprobarían el examen de la censura, como el empujón que da Gary Gran a Katheryn Hepburn, agarrándole la cara,  en 'Historias de Filadelfia' de George cuckor (1940). Pero el toque Lubitsch queda modificado por 'el toque Allen', y las heroínas de Bogdanovich, en especial la protagonista-narradora, a través de la cual vemos a los demás personajes de la historia, un punto de vista muy subjetivo, es mucho más ñoña que las protagonistas de la seccrewball de los años 40, y más naïf que las de la comedia pre-code; a pesar de representar el papel de la prostituta, da la imagen de una adolescente necesitada de protección. Nada que ver con Katheryn Hepburn o Lauren Bacall o Marilyn Monroe.

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El film se contamina de la mirada romántica del cantor por excelencia de New York, Woody Allen, su visita a los grandes almacenes de lujo como los Barneys, cuya primera tienda fue abierta por Barney Pressman en la 7th Av con la 17th Street de Manhattan, con un escaparate de 6 metros, en la que Bogdanovich rueda una secuencia; pero también deja sentir la influencia de Blake Edwards, inspirado en Truman Capote, el mas glamuroso de los neoyorquinos,  y la otra Hepburn, Audrey, desayunando cada mañana, después de ejercer como prostituta de lujo, unos donuts que esconde en una bolsa de papel ante el lujo que ofrece a su mirada Tiffanys. Jennifer Aniston desempeña el trabajo más loco, incluso excesivo e histriónico, de la psiquiatra dominada por la obsesión de las veces que su novio puede hablar con su padre, un detective de manual, cada día y  de la que afortunadamente se libra el joven dramaturgo, un intelectual pusilánime, cuando ella siente el flechazo de Eros y cae rendida ante el hombre más cínico  y dominante de todos, interpretado por el carismático Rhys Ifans. Owen Wilson hace un papel entre ingenuo y sinvergüenza, que lo aproxima al que desempeña para Woody Allen en 'Midnight in Paris, entre la inocente prostituta y la harpía de su mujer.

Bogdanovich quiere que nos quede claro que su película es un actualización de una screwball, y que no nos quede ninguna duda de ello, y con este objetivo, mientras desfilan los títulos de crédito finales, intercala una secuencia, justo aquella en la que Charles Boyer pronuncia la frase tantas veces repetida de la ardilla  de 'Cluny Brown', aunque unos instantes antes ha realizado un importante cameo de Qentin Tarantino, haciendo de él mismo como nueva pareja de Isi/Isabella (Imogen Poots), para informar a su público de que, aunque vuelva su mirada a los años 40, no renuncia a su presencia entre los realizadores actuales. Tarantíno se presta al juego y cede su imagen. Os aseguro que no todo el público que llenaba la sala, acostumbrado a no salir de su ghetto, libre de los artilugios modernos que diseña el diablo, lo ha reconocido, a pesar de que el director de Pulp Fiction ha sido durante mucho tiempo, aunque ahora se le ensalce, el diablo en persona, la imagen de la violencia.

Un film entretenido, aconsejable, más ingenuo y naïf que las comedias pre-code y las screwball de los años 40, una mirada que no acabamos de entender bien y  que demuestra claramente el axioma de Marx de que 'la historia se da primero como drama y luego como farsa'. La película es entretenida pero es como un mal facsimil del género que quiere imitar y de ella han desaparecido, sin lugar a dudas, la sofisticación de la clase alta del siglo pasado, ( ahora la distinción la marca el ordenador portatil de la manzanita), los diálogos ágiles,los dobles sentidos sexuales en un momento en que el Código Hays estaba muy vigilante, el buen gusto muy restringido, y la  crítica, por muy sutil que fuera, a nuestra sociedad, con mujeres fuertes de carácter, guerra de sexos... Sólo en una ocasión alguien pronuncia la palabra crisis, que se podía haber evitado. En la película desempeña un papel muy secundario Louise Stratte, la hermana de Dorothy, asesinada, hace algunos años,  por su marido que sospechaba de su relación con Bogdanovich.

Kathryn Hann, Louise Stratten, Peter Bogdanovich y Owen Wilson.

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