Mambo italiano. Émile Graudreault.





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Ficha técnica:

Título original: La petite Italie.
País: Candá.
Año: 2003.
Duración: 92 minutos.

Dirección: Emile Graudreault.
Guión: Emile Gaudreault & Steve  Galluccio, basado en la obra teatral de Steve Galluccio.
Casting: Lucie Pabitaille,
Dirección de Fotografía: Serge Ladouceur, c.s.c.
Música: FM Le SWieur.
Sonido: Claude La Haye, Marie Claude Gagné, Gavin Fernandes, c.a.s.
Editor: Richard Comeau.
Decorador del set: Jules de Niverville.
Coordinador de especialistas: Marc de Sourdi.

Diseño de Vestuario: Francesca Chamberland.
Maquillaje: Christina Fattori.
Peluquería: Christine Lajeunesse.

Productores: Denise  Robert y Daniel Louis.
Diseño de producción: Patricia Christie.
Compañías. Samuel Goldwyn Films, Equinoxe Films,  Cinemaginaire.

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Intérpretes: 

Luke Kirby: Angelo Barberini,
Ginette Reno: Maria Barberini,
Peter Miller: Nino Paventi,
Sophie Lorain: Pina Lunetti,
Pierrette Robitaille: Rosetta,
Tim Post: Pedro,
Michel Perron: Padre Carmignane,
Lou Vani: Marco,
Mark Camacho: Johnny Christofaro,
Dino Tavarone: Giorgio,
Mary Walsh: Lina Paventi,
Paul Sorvino: Gino Barberini,
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Sinopsis:

Un joven gay, Angelo, intenta irse a vivir con su novio, sin que sus peculiares y entrometidos padres, Gino y María,  se enteren. Mas su novio, el policía Nino Paventi, no se atreve a decírselo a su madre, la siciliana Nina.

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Comentario:


Emile Graudeault es un entrañable director canadiense, educado en el seno de una familia liberal, hijo de una mujer feminista, formado en Cégep de Jonquière, una de las primeras universidades que emergió en Québec, especializada en arte y tecnología mediática, que ofrece dos componentes distintos: las tecnologías de comunicación en los medios  y las técnicas de producción de televisión y postproducción. Mas, al margen de estos aspectos técnicos, hay que agradecerle el regalo que nos hace de una peculiar visión de la vida, optimista, desprejuiciada, libre de  las ataduras vitales de la burguesía más recalcitrante, que teóricamente milita en movimientos tan progresistas que rozan la potencialidad revolucionaria, pero que en la distancia corta son generadores de tal cantidad de prejuicios que resulta del todo loable que un realizador de apenas cincuenta años, que superó un cáncer en 2012, pueda hacer una película como ésta. Tras realizar 'Mambo italiano' se decidió a salir del armario y declaró su homosexualidad.

El padre del protagonista, Angelo/Gino, un emigrante italiano, que viaja por error a Canadá, creyendo como Cristobal Colón, que desembarcaba en la tierra de las oportunidades, donde cualquier sueño es posible, afima que : "Cuando llegamos al nuevo continente, nadie nos dijo que había dos Américas: la verdadera, Estados Unidos, y la falsa, Canadá; una vez aquí tampoco nadie nos dijo que había dos Canadás: el verdadero, Ontario, el falso: Quebéc. El desarrollo de los jóvenes Maria y Gino estuvo marcado por los miedos paternos y una escuela, (École Polyvalente St. Pius X, St. Pius X Comprehensive High School) en la que el 99,99 % de los alumnos era italiano, y en la que  el chico sufrió acoso escolar por los indicios que seguramente manifestaba, a tan tierna edad, de su incipiente homosexualidad. La más vital de sus amigas, su tía Yolanda, una joven creativa que quería ser estrella, del cine, el teatro o la canción, fue obligada a casarse, una imposición que no pudo soportar y se quitó la vida, dejando una marca indeleble en su sobrino.  Sólo le quedaba la TV, de cuyas películas copiaba los guiones. Quería ser guionista, pero se matriculó en la Facultad de derecho por imperativo familiar, una carrera que abandonó pronto, porque le faltaba vocación y acabó en una oficina de turismo, donde la humillación descendía desde la cúpula hasta la base de la pirámide de manera inexorable.

Hay algo de los italianos que resulta muy atractivo para el espectador europeo y especialmente anglosajón  y que ha obnubilado al público casi desde el comienzo del cine: su sentido corrosivo del humor, que refleja una realidad mucho menos traumática de sí mismos que la de muchos otros ciudadanos de Europa sesudos , y sorprende la soltura con la que reflejan una realidad italiana, la de los mammoni, mucho más soportable que las que el cinismo que imponen quienes creen que pasarlo bien un rato es casi como cometer un crimen. Graudeault nos transmite que, a pesar de todo, todavía existe algo de humano en nosotros, aunque no se corresponda con el ideal del hombre  maduro y responsable y se adecue más al paradigma peterpanesco que tantos hombres y mujeres esconden en lo más recóndito de su ser:" los italianos salen de su  casa, dice Gino, casados o muertos. Mi vecino Massimo, soltero de 69 años, sigue viviendo en casa y recibe más de una colleja de su madre." Pero, Gino, como era homosexual, y el matrimonio gay no era legal en Canadá, tenía que hacer algo drástico: abandonar el hogar paterno e iniciar un vida independiente de sus padres, con gran dolor de éstos. Pero entonces se encuentra ante una situación parecida. lo que parece la alarma de un celular es la llamada de la madre de su compañero buscando a su hijo.

Lo negativo siempre acaba imponiéndose a lo positivo, y muchos italianos, ignoran su pasado glorioso y prefieren pensar que son conocidos en el mundo por los spaghettis; su odio a sí mismos les lleva a contraponer a Miguel Angel, Leonardo o Galileo, a Mussolini, la mafia y la pizza. Emile Graudeult plantea la cuestión de la forma más clásica: ¿Quien es el erastés y quién el eromeno? Es decir¿ quién jode a quién?, que es lo que de verdad importa: Nino a Angelo o  Angelo a Nino (recordemos la anécdota de Julio César, sodomizado, según las malas lenguas, por Nicomedes IV, cuando era rey de Bitinia, razón por la que al gran estadista romano lo llamaban la Reina de Bitinia. Esto es lo que, descubierto el pastel parece importar a la familia de Nino y Gino.

A mitad de film la comedia se torna tragedia, y el amor. mal o bien entendido de los padres contribuye a ello. La madre de Nino labora para apartar a su hijo del ghetto de la homosexualidad, y los padres de Gino temen por la salud mental de su vástago y pretenden retenerlo en casa, pero el joven se rebela contra el hogar, una prisión levantada con mentiras y sentimientos de culpa y de miedo, y lo que más desea es infringir dolor a quien trajo de Italia todos sus prejuicios y amargó la vida de los que dependían emocionalmente de ellos. Su despedida es clara, le guste a quien le guste: "si alguien quiere visitarme estaré en la vida real'.Pocas veces se escuchan expresiones tan valientes y preclaras. Angelo (Gino) tiene la valentía suficiente para salir del armario, frente a Nino que se mete en lo más profundo de él; el gay declarado acaba viviendo de forma coherente con sus inclinaciones, respetado y aceptado por su padres y hermana, y escribiendo un show sobre la familia italiana para la televisión, inspirado en su joven tía Yolanda que quiso enseñarles a bailar un mambo, pero se encontró con la cruda realidad: ellos, a excepción del joven sobrino que quería ser diferente como ella, se habían quedado en la tarantela.

Emile Graudeult nos ofrece una visión positiva del hecho de ser noble, decente y sincero consigo mismo y con los demás: Nino acaba siendo el campeón de la apariencia, el policía felizmente casado que vive con su mujer y su madre orgullosas de su hombría. Pero el paseo de la familia Barberini al completo, con Angelo y su nueva pareja, ebrios de orgullo ante sus vecinos, mientras suena I Will Survive Live, el himno del orgullo gay, es el resultado del que ha luchado y vencido a los prejuicios y se siente feliz por ello, sabiendo que, al menos en ese aspecto, su vida no será una mentira. Un film que recomendamos, que se puede ver completo y subtitulado en castellano en Youtube, y que garantiza una sonrisa permanente y un acercamiento a los que viven junto a nosotros y de los que apenas sabemos nada, aunque sean nuestros hijos.





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