Crazy, stupid, love. Glenn Ficarra y John Requa.




Ficha técnica:


Título original: Crazy, stupid, love.
País: Estados Unidos.
Año: 2011
Duración aprox,. 113 minutos.

Dirección: Glenn Ficarra y John Requa.
Guión: Dan Fogelman.
Casting: Mindy Marin, c.s.a.
Dirección de Fotografía: Andrew Dunn, B.S.C.
Música: Christophe Beck, Nick Urata; supervisores: George Drakoulias y Jason Ruder.
Edición: Lee Haxall.
Coordinador de especialistas: Charlie Groughwell.
Director artístico: Sue Chan.
Decorador del set: David Smith.

Diseño de Vestuario: Dayna Pink.
Responsable de maquillaje Geri B. Oppenheim.
Responsable de peluquería: Roxanne Griffin.

Productores: Steve Carell y Denise Di Novi.
Co-productor: Ery Brown.
Productores ejecutivos: David A.Siegel, Vance DeGeneres, Charlie Hartsock.
Productor asociado: Jeffrey Harlacker.
Diseño de producción: William Arnold.
Compañías: Warner Bros. Pictures Production, Carousel Production, Di Novi Pictures Production.


Intérpretes:


Steve Carell: Cal,
Ryan Gosling: Jacob,
Julianne Moore: Emily,
Emma Stone: Hannah,
Jonah Bobo: Robbie,
John Carroll Lynch:  Robbie,
Analeigh Tipton: Jessica,
Josh Groban: Richard,
Marisa Tomei: Kate
Kevin Bacon: David Lindhagen,
Liza Lapira: Liz,
Joey King : Molly.



Sinopsis:



El cuarentón Cal Weaver (Steve Carrell) piensa que su matrimonio es perfecto, hasta que su mujer, Emily (Julianne Moore) le pide el sivorcio. Ahora Cal es soltero y busca el amor con un experto mujeriego, Jacob Palmer (Ryan Gosling) que hace que su hombría cambie para siempre. Entre inapropiados flechazos y encuentros amorosos, Cal y Jacob descubren que siendo un jugador sin el compañero apropiado no es sólo alocado y estíupido, sino además ¡imposible!


Críticas:


Curiosamente los críticos más moderados, que suelen buscar algún valor para acabar realizando una crítica constructiva. son los únicos que dan una visión muy negativa de esta película, dirigida por Glenn Ficarra y John Requa, como Jordi Batlle Caminal, para quien los realizadores "sirven aquí un guión del especialista en animación (Bolt, los dosCars…) Dan Fogelman, en torno a las tribulaciones de un recién divorciado a cuyo alrededor pululan otros personajes e historias. Más bien hueca, chata e insustancial, pese a algunas escenas afortunadas. Lo mejor, la chispeante secundaria Marisa Tomei." (Crazy, stupid, love: Los apuros del divorcio." La vanduarcia, cine, 7 de octubre de 2011).

Frente a él, Javier Ocaña intenta dar empaque al film con dos o tres citas, pretendidamente culta, como la evocación del cine de Todd Solonz, un realizador indie, un misántropo, al que no  parece que le guste mucho la gente, y crea un universo poblado de seres maltratados por su fealdad física y sus perversiones; un storyteller al que no le gustan los finales felices, porque quizás en la realidad no lo son y al que le gusta poner de manifiesto las oscuras debilidades de la clase media americana periférica. O sirviéndose de  Fíodor Dostoievski y su obra 'Los hermanos Karamazov', una novela del ruso en la que todo el mundo se enamora de la persona equivocada. Unas muletas necesarias para mantener un edificio que se derrumba, pero que no pueden evitar su caída. En su opinión, no obstante, se trasluce el tono tramposo y carca del film: "Glenn Ficarra y John Requa, los artífices de la reciente Philip Morris, te quiero, reinciden en las angustias provocadas por el amor a través de un cuento moral de humor, con hado padrino estético incluido, de atrevida apariencia, notable comicidad y fondo más bien conservador. Como unos sucedáneos de un Todd Solondz al que hubieran domesticado su desolador mensaje sobre la familia, la pareja de directores tiran del hilo cómico hasta resultar trágicos, y del hilo trágico hasta llegar a lo cómico.(Un cuento moral. Diario 'El País', 7 de octubre de 2011).

No es, pues, extraño, que el film gustara en el medio más conservador de este país, ABC, y que su crítico de cine, Federico Marín Bellón, hiciera este panegírico:" Los directores de «Phillip Morris ¡Te quiero!» vuelven a plantear una comedia romántica extraña y anticlimática. O dicho de otro modo, original e inteligente. También es más comercial. O dicho de otra forma, menos valiente. Steve Carell, que ya es un actor como la copa de un baobab, da un recital como el marido engañado y abandonado (por Julianne Moore) que acaba en manos de Ryan Gosling, quien consigue el milagro de convertir a un playmobil en un playboy. (...) Ficarra y Recua no terminan de cuajar una obra redonda. No queda claro si su aire minoritario es deliberado o un accidente." (Las críticas de los estrenos del 7 de octubre).


Comentario:


El film comienza con muy buenas perspectivas, echando el anzuelo a quienes deciden ocupar su tiempo viendo una buena película, bien realizada y que les abra nuevos horizontes, que amplíen sus conocimientos sobre el mundo que los rodea y los individuos que lo habitan. Y lo cierto es que las primeras imágenes así parecen anunciarlo, comenzando por un plano-secuencia previo a los escasos créditos iniciales (la mayoría se reservan para el final), en el que vemos cómo funciona el lenguaje de los pies en el inicio de la seducción y cuál es su apariencia y actitud cuando llega  el desamor. Pero el análisis de esta parte importante de la indumentaria no para aquí, y el 'mujeriego' y desenfadado 'abogado del diablo' Jacob (Ryan Gosling), le advierte al desorientado Cal (Steve Carell), abandonado por su mujer, que un hombre de cuarenta años, con una ocupación decente, una casa en un suburbio burgués, un coche para él y otro para su esposa, no puede permitirse calzar deportivas, si no pertenece a una 'fraternidad' cualquiera (¿bohemia en lenguaje políticamente correcto?) o es un multimillonario como era Steve Jobs, que murió el mismo año que se estrenó este film, o Zuckerberg, ni mantener ciertos hábitos poco burgueses.


Jesse Eisenber interpretando a Zuckerberg, cuando acude a una reunión con sus promotores, a los que va a hacer millonarios.

De la conversación entre Hannah, hija de Cal, y su amiga, se deduce que ambas han sido educadas, con gran esfuerzo de sus padres, siguiendo las directrices de lo que en el viejo continente llaman la 'Europa de los mercaderes', una expresión que hasta ahora estaba vacía de contenido, pero que, poco a poco se va llenando. La joven ha realizado unos estudios universitarios mínimos (¿tres años?) y se ha formado para el futuro en un área muy restringida: 'abogada de patentes', para ocupar puestos intermedios que no le permitirán llegar a su puesto de trabajo con zapatillas. La chica se enamora, primero, de los frikis del medio en que se ha educado, lo que provoca la sorna de su amiga, pero acaba echándose en brazos del maquiavélico galán, el maestro de su padre, un joven rebelde y provocador, que disfruta de un estatus superior al de la clase media, gracias a los esfuerzos que realizó su finado padre. Cuando conquista a la chica evocando a Patrick Swayze, ni Ryan Gosling es capaz de detener la caída libre de una película que, tras unos fogonazos de ironía que parecen querer desvelar algo importante acerca de cómo funciona la sociedad actual, acaba sacando a relucir la ideología que subyacía bajo el lema que hizo suyo el Príncipe de Salinas, el héroe de  El Gatopardo de Giusseppe Tomaso Di Lampedusa, que no es otro que el de los príncipes ilustrados, que advierte a los suyos de que 'Es preciso que todo cambie para que todo siga igual'. Los demás no importan, porque no se enteran.

De este modo, tras recordar al burgués padre de familia abandonado que no puede ir por la vida como si fuera un genio, y a la hija que, a pesar de sus estudios en colegios privados y la realización de másteres superespecializados estaba muy lejos de convertirse en la novia del jefe, inicia una reconducción en toda regla de los desvaríos y afrentas a la moral burguesa que han cometido todos y cada uno de los protagonistas, -la madre y su adulterio, el hijo de trece años enamorado de la canguro de 17, la canguro de 17 enamorada del pater familias, el padre soliviantado que inicia una vida de playboy desenfrenada, y el joven millonario, cínico y rebelde-, que acaban comprendiendo que 'las almas gemelas' existen y que lo mejor es volver  al regazo del primer amor. Un cuento moral, dice Javier Ocaña, y eso es lo que hacen  Glenn Ficarra y John Requa, procurando que finalmente encajen las piezas del puzzle decepcionante que han construido, después de alentar ciertas esperanzas en las primeras secuencias. Un film que recuerda aquella delirante conversación que tienen los Monty Pitthon en el circo, (La vida de Brian), cuando uno de ellos formula su deseo de querer tener hijos, a pesar de ser un hombre; sus compañeros le advierten de que no lucha contra la opresión, sino contra la realidad. Esto les ocurre a los realizadores de I Love You, Philip Morris, (2009) y la decepcionante Focus (2015), que parecen olvidar las elevadas cifras de divorcios y de matrimonios que rehacen sus vidas sin problemas. La sorpresa final sólo sirve para empeorar las cosas y convertir, definitivamente, la película en un bochornoso ridículo; la intervención del padre en la graduación del hijo hubiera supuesto la ruptura de ambos en la mayoría de los casos, que conocemos, ya que la realidad que presentan estos realizadores es propia de otro planeta, que existe en este, y que demuestra que los terrícolas formamos comunidades que jamás intercambian experiencias.

¿Ha hecho Dan Fogelman un mal guión? Sinceramente creo que no. Ha hecho el guión que interesaba para presentar a una gente moderneta, que sin pensarlo seriamente inicia un camino de pacata liberación, y vuelve rápidamente al redil tras entender que donde mejor están las ovejas es todas juntas y apiñadas, para defenderse del lobo que las acecha. Aquí el lobo opta al fin por ser un corderito más. No se puede entender cómo estos realizadores reunieron un elenco de actores semejante para hacer esta bazofia indie.


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