Night of the Ghouls. Ed Wood.




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Ficha técnica:

Título original: Night of the Ghouls.
País:Estados Unidos.
Año: 1958.
Duración: 65 minutos.

Dirección: Edward D.Wood, Jr.
Guión: Edward D. Wood,  Jr.
Casting:
Dirección de Fotografía:  William c.Thompson.
Director artístico: Kathleen O'Hara Everett.
Sonido: Harry Smith.
Edicio: Consolidated Editorial Service.

Vestuario: Mickey Meyers.
Maquillaje: Harry Thomas.

Productor: Wade Williams, Edward D.Wood, Jr.
Productor ejecutivo: J.M.A., Major J.C.Foxworthy (U.S.M.C.R.)
Productores asociados: Marg Usher, Tony Cardoza, Tom Mason, Paul Marco, Walt Brannon, Gordon Chesson.
Compañías.Wade Williams Productions.

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Intérpretes:

Kenne Duncan: Dr.Acula.
"Duke" Moore: Teniente de policía, Daniel Bradford.
Criswell: Narrador.
Valda Hansen: el fantasma blanco.
Tor Johnson: Lobo.
John Carpenter: Capitán de Policía Robbins.
Paul Marco: Policía de patrulla Kelton.
Don Nagel: Grandel,
Jeannine Steve: El fantasma negro ,
Bud Osborne: Darmoor,
Harvey B.Dunn: Henry,
Thomas R.Mason: ,
Marcelle Hemphill: Mrs. Wingate Yates Foster,
Margaret Mason: Martha.
Clay Stone: Hombre joven,
Toma Mason: Fantasma de Goster,
James La Maida: Hall,
Tony Cardoza: Tony,
John Gautieri: Boy,
Karen Hairston: Chica.
Leonard Barned, Frank Barbarick, Francis Misitano, David de Maring: hombres muertos.

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Sinopsis:


Considerada la secuela de Bridge of the Monsters narra la aventura del Inspector Bradford que ha de investigar las apariciones causadas por el Doctor Acula, un timador con infulas de espiritista,  en la Casa de los Sauces.

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Comentario:

Criswell comienza la narración de la historia erigiéndose desde el fondo de un ataúd forrado de seda blanca, cuya tapa abierta en la parte superior de su cuerpo muestra el rostro del presunto difunto. A continuación un pretendido terrible paisaje pintado sirve de piazarra a los títulos de crédito , mientras la música suena terrorífica y da paso a un cartel que anuncia una Comisaría del Este de la ciudad de Los Ángeles en la que unos funcionarios realizan su trabajo rutinario, mostrando en el mismo plano secuencias alternativas que no sólo dan profundidad al campo sino que informan al espectador de que el trabajo de los policía es, con frecuencia, no sólo peligroso sino triste, cuando tienen que informar a una pareja ya mayor de un asunto desagradable, parte de una historia que se produce en segundo plano, mientras que en el primero la cámara atiende a una detención de un joven ebrio. En la pared la fotografía de  un peligroso delincuente al que se busca. Un coche de una patrulla de policía corre veloz por la carretera haciendo sonar sus sirenas, alternando con otras secuencias en las que las peleas, los accidentes o los intentos de abuso reclaman su presencia, hasta que una chica, que ha sufrido el acoso de un joven a cuyo coche ha subido confiada, se escapa de sus brazos despavorida y en su huida va a parar a la famosa Casa de los Sauces, donde le esperan los fantasmas que despertaron los extraterrestes, zarrapastrosamente vestidos.

Ed Wood utiliza todos los recursos de las series más baratas para provocar el terror de los espectadores, como las nubes que arrastran a ras de suelo los zombies, mientras las secuencias se repiten sin cesar (comisaría, carretera, Casa de los Sauces, Vampira de uñas largas como cuchillos para extraer la sangre de sus víctimas...), círculos concéntricos que van formando un bucle para ir haciendo avanzar la película hacia un final previsible, entre otras razones porque no existe otra posibilidad: los monstruos de apariencia aristocrática se han instalado en el territorio y necesitan la sangre de los vecinos para sobrevivir. Los efectos especiales y los monstruos que utiliza para dar miedo, muy pobres, dan lugar a secuencias tan bizarrras como la cena en torno a la mesa del  curioso Doctor Acula o los esqueletos con los que pensaba asustar a la audiencia, un  objetivo que con toda probabilidad no alcanzaba, por más que el cine de la década de los 50 utilizaba recursos muy rudimentarios en un género que debe sugerir cosas terribles y amedrentar al público y que, en el siglo XXI ya sólo sirven para disfrute de los cinéfilos y estudiosos del cine. No falta el 'espantoso personaje' de 'El Lobo' con el que Ed Wood creía sembrar el terror.





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