Mi tío.






Cuando el cine está en horas bajas y el cinéfilo ha agotado sus posibilidades, ha llegado el momento de volver la mirada a creadores como Jacques Tati,  un director y actor francés, de origen, ni más ni menos, que franco-ruso-italo-neerlandes, como ha escrito alguien en la enciclopedia de la red, que van construyendo los usuarios, la Wikipedia. Toda época tiene su encanto cuando la contemplamos de manera nostálgica, mediatizada por el paso del tiempo, aunque nadie puede negar que hay periodos históricos más fecundos que otros, y el tiempo que le tocó vivir a Tati fue especialmente fascinante. El personaje fue nieto del conde ruso Dimitri Tatischeff, del que su padre era hijo natural, y de un emmarcador Su padre llegó a ser director de la marca Van Hof. Tati no fue buen estudiante; abandonó la escuela a los 16 años, trabajo con su abuelo y más tarde abandonó el negocio y se integró en el mundo del espectáculo, donde le pillo la crisis que se produjo en la Bolsa de Wall Street y llegó a Europa en 1931-32. Tras participar en la Segunda Guerra Mundial y terminada la contienda, fundó con Orain una productora, Cady-Films, que promovió las tres primeras películas del realizador. Tras 'Las vacaciones del Sr. Hulot' (1953); las diferencias con Orain provocaron la ruptura entre ambos y la creación por Tati de su propia productora, Spectra Films, en la que comienza la relación con Pierre Étaix. En 1958 estrena Mon oncle (Mi tío), la primera película en color, con gran éxito en el exterior de Francia, un trabajo por el que consiguió un Oscar a la Mejor Película Extranjera.

Su política de autor le integra en el grupo de cineastas que cuidan sobre todo el encuadre en la escritura del texto cinematográfico, según terminología de los teóricos franceses Dominique Villain y Jacques Aumont. "Utiliza no sólo lo que queda dentro de campo, sino lo que se coloca fuera de él, como fuente creadora de efecto cómico, ( dilatación del tempo del gag, acumulación de elementos narrativos...) y da una gran importancia al sonido como vehículo narrativo. Se sirve del color como recurso semántico, conectado con la estética del pop art. Elementos que contribuyen al extrañamiento de lo cotidiano que ocupa un lugar único e irrepetible en la historia del cine." (Sergi Sánchez . El Mundo, (El Cultural), 3 de julio de 2003).

Jacques Tati recoge como nadie la transición que se produjo al final de la década de los 50, con el boom de la construcción y la fiebre consumista en Europa, que afectaba a todos los aspectos de la vida: casas más grandes y asépticas en bloques regulares y uniformes, desarrollo del arte pop, basado en las experiencias de la Bauhaus que introdujo el diseño en artículos cotidianos, que iban desde cualquier objeto de la vajilla hasta la última silla de la casa, pasando por la ropa de las mujeres, cuyas últimas tendencias recogía la revista Vogue. Frente a este alarde de modernidad,esta asepsia y diseño no habían llegado al conjunto de la sociedad francesa, situación que se manifestaba en las calles, donde con frecuencia la basura rebosaba los cubos en los que se depositaba, llenando de inmundicias las vías y las aceras; los verduleros vendían sus frutas y verduras 'frescas', pescado y carne en plena vía pública, sin preocuparse por las mínimas condiciones higiénicas, mientras los viejos ociosos jugaban a las cartas en las terrazas cutres de los bares. Este era el mundo que amaba el Señor Hulot (Jacques Tati), cuya hermana vivía en una casa unifamiliar. en la que la exhibición de ingenios vanguardistas rozaba el ridículo, provocando los momentos más afortunados del film.

La primera secuencia en la que se establece la jerarquía social entre los perros callejeros y el can pijo de la hermana del Señor Hulot, es la mejor introducción que se le pudiera haber ocurrido a alguien que quisiera contar una historia de esta guisa. Ambos mundos están emblematizados formalmente de forma radical: el Tío no habla en la película, con la excepción de algún adverbio de negación o afirmación y un ¡hola! extraviado; pertenece al mundo del cine silente y se expresa mediante gestos cargados de significación. Los nuevos ricos están ridiculizados ocupando el centro de una modernidad de la que se pavonean: flores de plástico, fuentes que emanan agua si la categoría de los visitantes lo exige, sillas y sillones de diseño, concebidos para ser mirados, pero en los que es casi imposible sentarse, o distribución del espacio de tal manera que apenas deja lugar para el esparcimiento en el amplio 'jardín mecánico'.

Por todas partes accesorios de los que se pueden encontrar en las casas de artículos de diseño para pijos. Gags inolvidables, como el del mechero electrónico del coche, al que el tío trata como una cerilla; fiesta desastrosa del empresario con empleados, vecinos y amigos, y otros similares convierten esta película en una delicia. Los roles de las mujeres están claramente establecidos desde la primera secuencia, en el que la ,mujer perfectamente emperifollada persigue a su familia con una trapo del polvo en la mano, limpiando las carteras del hijo y el marido, la valla metálica de la casa, las puertas y embellecedores del coche, buscando ansiosamente una mota de polvo. Dos mundos enfrentados: uno que se acaba, - tan sólo cincuenta años después la ciudad de Paris resulta francamente irreconocible-, y otro que comienza. Hoy el diseño se ha extendido a todos los objetos que se pueden encontrar en un hogar, aunque hayan sido adquiridos en bazares chinos. Tati recoge el momento en que ambos universos se encuentran y chocan, y el resultado es muy, pero que muy divertido.Asombra la modernidad de los hombres que revolucionaron el arte en la primera mitad del siglo XX, (futurismo, arte pop o neoplasticismo holandés...), con su concepción arriesgada de las formas y su deseo de cambiar la sociedad junto con estos nuevos modos de representarla.

Una película única y excepcional que no te puedes perder. Aunque es verdad que ambos mundos todavía cohabitan, sólo un nuevo cataclismo económico puede hacernos retroceder hasta el mundo que nos muestra Tati, 

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