La sabiduría de los cocodrilos.
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Ficha técnica:
Título original: The Wisdom of Crocodiles.
País: Reino Unido.
Año: 1998.
Duración: 94 minutos.
Dirección: Po Chin Leong.
Guión: Paul Hoffman.
Casting director: Michelle Guish.
Dirección de Fotografía: Oliver Curtis. B.S.C.
Música original: Orlando Gough, John Lunn.
Dirección artística: Ben Scott,
Editor: Robin Sales.
Diseño de vestuario: Anna Sheppard.
Jefe de maquillaje: Pat Hay; asistente Helen Johnson.
Peluquería: Stephen Rose.
Productores: David Lascelles y Carolyn Choa.
Productor ejecutivo: Chris Catterall, Scott Meek, Dorothy Berwin, Nigel Satafford-Clark
Productor en línea
Diseño de producción: Andy Harris
Compañías. Productoras: Goldwyn Films International, Film Foundry Partners, Entertainment Film Distributors y Zenith Productions, asociado con The Arts Council of England, presenta a Zenith Film. Lauren Films, distribuidora de vídeos.
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Intérpretes:
Stuart Bowman C.J.December: Car Crash Mechanics.
Jude Law: Steven Griscz,
Elina Lövensohn: Anne Levels,
Kerry Fox: Maria Vaughn,
Nick Lamont: trabajador del puente,
Joseph O'Connor: Mr. Mancarrow,
Elina Löwenshon: Anne Levels,
Jack Davenport: Sargento Roche,
Timothy Spall: Inspector Healey,
Colin Salmin: Martin,
Hitler Wong: Noadles Chan,
Anastasia Hille: Karen,
Ashley Artus:el líder.
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Sinopsis:
Steven es un hombre que parece tenerlo todo; es guapo, atractivo e ingenioso, seduce a las mujeres con facilidad y se gana su confianza rápidamente. Pero cuando el cuerpo de su última conquista es encontrado en el mar, todas las pruebas apuntan hacia él. La falta de móvil junto a su sinceridad y amabilidad convence al inspector encargado del caso de que es inocente, pero su compañero no está convencido de eso e intentará descubrir el oscuro secreto que Steven esconde.
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Comentario:
Si tenemos en cuenta que la diégesis de un relato cualquiera la complementa el espectador no sólo con sus conocimientos previos y su experiencia, sino con la situación anímica por la que atraviesa, 'La sabiduría de los cocodrilos' es, si penetramos en su background, una crónica del mal amor, que tiene más que ver, en este caso con el poder que ejerce uno de los contendientes en la lucha a muerte por alcanzarlo en el ámbito cerrado de la pareja, (Fay Weldon), lo que le va a permitir vivir más tranquilo todo el tiempo que dure la relación y reducir el riesgo de verse atormentado por los celos, un sentimiento del que advertía William Shakespeare en Otelo: Señor, cuidado con los celos, pues es monstruo de ojos verdes que se burla de la carne de la que se alimenta."
La sabiduría de los cocodrilos ha sido interpretada por el público de muy diferentes maneras: ¿es una película de vampiros (Steven muerde en el cuello a sus víctimas ), un film fantástico con un protagonista muy particular,o un thriller romántico sin más? Un axioma muy conocido sitúa al que mira ante la historia que se va a representar en la pantalla " Por causa de su sabiduría el cocodrilo derrama lágrimas después de haber mordido." Una realidad que muchos han experimentado en sus propias carnes. A continuación la voz en off del protagonista Steven Griscz cuenta una anécdota, que interrumpe, dejando la conclusión para cerrar la película, que cada uno entenderá a su manera: "Cuando era un niño, me fui solo al bosque a subirme al árbol más alto. Casi llegando a la copa, resbalé y me caí, pero conseguí agarrarme a una rama. Fue una caída muy larga. Estuve allí colgado hasta que la cabeza estuvo a punto de estallar. Me sentí como si alguien estuviera arrancándome los brazos del cuerpo. Todavía puedo sentirlo: la sangre palpitando en mis oídos, el terrible dolor, y el terror a caer..." Tras un corte directo comienza una secuencia en la que un coche pende de la copa de un árbol atrapado entre sus ramas, al que diferentes trabajadores intentan liberar ante la mirada atónita de los agentes y la llegada al lugar de Steven.
Po Chin Leong construye para su segundo largometraje británico una hermosa metáfora de la que el público ha realizado diferentes lecturas, y en la que algunos quieren ver la influencia de Akira Kurosawa en la película que realizó en 1950 sobre el asesinato de una mujer: Rashomon; o la cinta de Jean-Pierre Melville 'El silencio de un hombre'. La película de Leong nos obliga a descender a los sótanos del ser humano desde la perspectiva del conocimiento profundo y meditado del hombre, planteando una cuestión filosófica de importancia: los individuos establecen una dialéctica entre el bien y el mal, sin darse cuenta de que el segundo no sólo se manifiesta en forma de masacres, asesinatos o violaciones, sino acompañado de su gran aliada, la mentira, que incorpora en su séquito las medias verdades, las verdades no dichas, lo que callamos ante nuestros seres queridos. Todo lo que les ocultamos es un robo, un fraude. un auto-engaño que hace creer a las masas que el mal es algo que se puede destruir, para que no haga daño a la gente normal. Pero la línea que separa el bien del mal se abre camino en el corazón de los hombres y nadie está dispuesto a destruir la parte infectada. El réptil, llegada la hora de consumar su acción, necesita llevar a la víctima a su guarida, aislarlo de la sociedad y conservar de este modo la esclusividad que los psicoterapeutas llaman diádica, en la que sólo caben dos, y que se rompe cuando interfiere un tercero, que puede ser algo tan simple como la familia o el trabajo. Steven nunca lleva a sus parejas a su casa hasta que llega el momento de la esclavización definitiva, cuando siente que se muere, que sus heridas ya no cicatrizan. Necesita beber de los sentimientos ajenos, de su cólera, su resentimiento, su malicia, de emociones como la desesperación; se alimenta de poseer completamente al otro y todo lo que siente por él. Si consigue a la persona perfecta, la que le proporcione todo lo que necesita, su suplicio parará, aunque es consciente de que es una especie única, una criatura,un monstruo, un cocodrilo que necesita un empleo y una cuenta corriente y una casa. Es un error, pero es incapaz de luchar contra su naturaleza. Entonces su arma pasa a ser el chantaje emocional que comienza un nuevo círculo, que irá construyendo el bucle de la infelicidad. Llegados a este punto sin retorno, Steven, que conoce su triple naturaleza de hombre, mamífero y reptil, termina su anécdota: Cuando era un niño me caí de un árbol, pero conseguí agarrarme a una rama; estuve allí colgado durante mucho tiempo, horrorizado. El silencio, el dolor en mis brazos, la sangre golpeando en mis oídos y entonces caí. No recuerdo lo que pasó cuando llegué al suelo, lo único que recuerdo ahora es la agonía de estar colgado y la maravillosa sensación de soltarme
De este modo termina su particular e inolvidable relato Leong, un cineasta de origen chino nacido en Gran Bretaña, que, formado en la Escuela de Cine de Londres, tras pasar por la BBC como aprendiz de editor, su viaje a Hong Komg para ayudar a montar la TVB y dirigir programas de entretenimiento y otro tipo de empresas, comenzó a trabajar para la gran pantalla en Saltar Ash (1976), una película de acción ambientada en el mundo de las drogas; la sabiduría del cocodrilo fue su segundo film británico en el que logró la simbiosis de la tradición británica y la milenaria China de sus ancestros, y el resultado es un film que merece un lugar en nuestra videoteca. Una obra profunda sobre el amor tóxico difícil de olvidar, que protagoniza de forma espléndida Jude Law, la reencarnación de su predecesor Charles Boyer.
Po Chin Leong construye para su segundo largometraje británico una hermosa metáfora de la que el público ha realizado diferentes lecturas, y en la que algunos quieren ver la influencia de Akira Kurosawa en la película que realizó en 1950 sobre el asesinato de una mujer: Rashomon; o la cinta de Jean-Pierre Melville 'El silencio de un hombre'. La película de Leong nos obliga a descender a los sótanos del ser humano desde la perspectiva del conocimiento profundo y meditado del hombre, planteando una cuestión filosófica de importancia: los individuos establecen una dialéctica entre el bien y el mal, sin darse cuenta de que el segundo no sólo se manifiesta en forma de masacres, asesinatos o violaciones, sino acompañado de su gran aliada, la mentira, que incorpora en su séquito las medias verdades, las verdades no dichas, lo que callamos ante nuestros seres queridos. Todo lo que les ocultamos es un robo, un fraude. un auto-engaño que hace creer a las masas que el mal es algo que se puede destruir, para que no haga daño a la gente normal. Pero la línea que separa el bien del mal se abre camino en el corazón de los hombres y nadie está dispuesto a destruir la parte infectada. El réptil, llegada la hora de consumar su acción, necesita llevar a la víctima a su guarida, aislarlo de la sociedad y conservar de este modo la esclusividad que los psicoterapeutas llaman diádica, en la que sólo caben dos, y que se rompe cuando interfiere un tercero, que puede ser algo tan simple como la familia o el trabajo. Steven nunca lleva a sus parejas a su casa hasta que llega el momento de la esclavización definitiva, cuando siente que se muere, que sus heridas ya no cicatrizan. Necesita beber de los sentimientos ajenos, de su cólera, su resentimiento, su malicia, de emociones como la desesperación; se alimenta de poseer completamente al otro y todo lo que siente por él. Si consigue a la persona perfecta, la que le proporcione todo lo que necesita, su suplicio parará, aunque es consciente de que es una especie única, una criatura,un monstruo, un cocodrilo que necesita un empleo y una cuenta corriente y una casa. Es un error, pero es incapaz de luchar contra su naturaleza. Entonces su arma pasa a ser el chantaje emocional que comienza un nuevo círculo, que irá construyendo el bucle de la infelicidad. Llegados a este punto sin retorno, Steven, que conoce su triple naturaleza de hombre, mamífero y reptil, termina su anécdota: Cuando era un niño me caí de un árbol, pero conseguí agarrarme a una rama; estuve allí colgado durante mucho tiempo, horrorizado. El silencio, el dolor en mis brazos, la sangre golpeando en mis oídos y entonces caí. No recuerdo lo que pasó cuando llegué al suelo, lo único que recuerdo ahora es la agonía de estar colgado y la maravillosa sensación de soltarme
De este modo termina su particular e inolvidable relato Leong, un cineasta de origen chino nacido en Gran Bretaña, que, formado en la Escuela de Cine de Londres, tras pasar por la BBC como aprendiz de editor, su viaje a Hong Komg para ayudar a montar la TVB y dirigir programas de entretenimiento y otro tipo de empresas, comenzó a trabajar para la gran pantalla en Saltar Ash (1976), una película de acción ambientada en el mundo de las drogas; la sabiduría del cocodrilo fue su segundo film británico en el que logró la simbiosis de la tradición británica y la milenaria China de sus ancestros, y el resultado es un film que merece un lugar en nuestra videoteca. Una obra profunda sobre el amor tóxico difícil de olvidar, que protagoniza de forma espléndida Jude Law, la reencarnación de su predecesor Charles Boyer.
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