Madame Bovary. Sophie Barthes.





Cartel, Ficha técnica, sinopsis, trailer (Pinchad aquí).



Crítica.



Estos días está en cartelera en los cines españoles la nueva versión de Madame Bovary, realizada por una mujer francesa, Sophie Barthes, y ambientada en Normandía la patria chica del escritor, unas circunstancias que parecen un aval indiscutible para enfrentarse al icono literario más importante de la modernidad, creado por un hombre, Auguste Flaubert, un escolar irresponsable para su profesores cegatos, al que no le salió precisamente barata su inspiración, ya que fue procesado por atentar contra la moralidad pública, aunque resultó absuelto, a diferencia de Baudelaire, autor de 'Las flores del mal' que fue condenado. El escritor acabó sus días en la residencia materna, en Croisset, cerca de Ruan, en la que vivió casi toda su vida , escenarios en los que ubicó su mítica novela.





Pero, sin embargo, el resultado es que el film se carga el mito, a pesar de que se haya insistido hasta la saciedad que ha respetado el ambiente de la época y lo ha reproducido con total lealtad. Sin embargo, al convertir a Madame Bovary en una adolescente, cuyos amantes están realizando todavía sus estudios o viven de sus rentas (aquellos en los que se centra : León  Dupuis y Marques), frente a un Monsieur Bovary treintañero, un médico rural de una aldea espantosa, hace un guiño indiscutible a los amplios sectores del público joven que llenan en la actualidad los cines, pero arrebata a la protagonista una de sus características más definitorias, aquella que la convirtieron en un personaje universal, que hizo temblar los cimientos de la sociedad burguesa y puritana de la época: la nueva esposa del médico de pueblo es tan joven  y comienza tan pronto su camino desviado, que ni tan siquiera tiene hijos. ¿Dónde queda la mujer que prioriza el hecho de serlo al de sacrificarse para ejercer la función de madre que la mencionada sociedad le tiene reservada?




El público adolescente y juvenil probablemente se pondrá del lado de una pobre joven que no tiene radio, televisión ni reproductores de música (aunque sean de vinilo, tan de moda), que lleva uno o dos trajes, costosísimos de poner, para pasear por una calle oscura, empedrada, gris y generalmente lluviosa, cogida del brazo del marido, con el único atractivo de ver a unas mujeres portando leña en la espalda o lavando en el río. En casa, su única compañía es la de una sirviente, a la que, cuando se pervierte, viste con uniforme. ¿Quién no se pondría de su lado la primera vez que sus ojos se cruzan con el joven León, secretario y estudiante en Ruan en un bufete ?. La primera secuencia ha introducido un elemento justificatorio de la actitud de Emma, que también distorsiona la historia: la joven reside en un convento al que la ha llevado su padre al quedar viudo para que reciba una buena educación, por lo que no es extraño que se prende del primer joven que se encuentra, tras contraer matrimonio con Bovary, ya que ha visto muy pocos en su vida.





De hecho, el médico conoce a la mujer cuando, por motivos de trabajo, visita la granja de su padre, el Señor Roualt, una joven imaginativa, gran lectora de novelas románticas, que sueña con un mundo que no existe, y que, como la mayoría de nosotros aspira a mejorar sus condiciones, aunque elige una vía equivocada, la del endeudamiento para vivir una vida acomodaticia y codearse con la crème dela crème de la sociedad de una gran ciudad, algo que le consiente su marido ante las frecuentes depresiones en que cae, a causa de su no aceptación de su pobre realidad.




Las deudas que la esposa adquiere las incrementa el marido enamorado con los costosos tratamientos de que es objeto Emma, que ocasionan la ruina de la familia y la muerte prematura de ambos conyuges, que dejan una hija huérfana sin recursos, Berthe, de la que su madre jamás se hizo cargo y que fue educada por sirvientes y acabó viviendo con una tía suya. Esta es la historia que nos contó Flaubert: la de una mujer que soñó con realizarse como tal y que abandonó el papel de procreadora y cuidadora de su progenie, que le tenía reservada, como a cualquier mujer,  la sociedad burguesa y patriarcal de su tiempo, y que buscó la gloria por el camino del endeudamiento y el disfrute del amor fuera del hogar, con hombres que tenían más glamour que el médico de pueblo con el que se casó, algo que Monsieur Bovary descubrió una vez ella murió,







Es, como mínimo,  curioso leer cosas como las que dice Javier Ocaña, uno de los pocos críticos a los que ha gustado esta película, en cuyo subtítulo deja claro su criterio sobre el film: "La fiel adaptación de Barthes de la mítica novela que destaca por su bella puesta en escena." Cuando llama la atención que ni siquiera respete la forma en la que Madame Bovary decide quitarse la vida (no hay riesgo de spoiler, ésta es la primera imagen del film),  ya que la mujer no se mata con una pócima o veneno del maletín de su esposo, sino con arsénico que adquiere en la botica de Homais ¿Qué más le daba dejarla pasar por la farmacia?.(1) Luís Martínez es mucho más duro cuando afirma que ha calcado el argumento de la Wikipedia, lo que deja en muy mal lugar a su compañero. Pero dice algo más: "Sophie Barthes se lanza a la arriesgada tarea de hacer lo que muy pocos han podido: acercarse en la pantalla a la agudeza psicológica y profundidad de espíritu de la novela en la que se miden todas las novelas. Ahora, la directora francesa deja en manos de Mia Wasikowska la lejana posibilidad de dar con la clave. La idea es ensuciar el objetivo, naturalizarlo, hasta acercar lo más posible el casi siempre falso cine de época a la verdad del presente." (2)  Eso es precisamente lo malo, que no la acerca al presente, lo que quizás no estaría ni bien ni mal, dependiendo siempre del resultado, sino a lo que el articulista llama la realidad del presente.

En Norteamérica se sigue la misma línea, como recoge el extracto del artículo de Todd MacCarthy en The Hollywood Reporter: "Emma Bovary muere al final, por supuesto, pero en esta nueva versión ni siquiera llega a cobrar vida (...) la adaptación de Sophie Barthes tiene a la siempre admirable Mia Wasikowska, pero muy poco más a su favor, ni comercialmente, ni artísticamente". Y  así un largo etcétera.


Homenaje al film de Claude Chabrol, que muestra la desesperación de Emma.












La realizadora opta, para su puesta en escena, por un estructura constituida por una secuencia inicial en la que la protagonista pone fin a su vida que introduce un gran racconto que retrotrae al espectador al momento en el que la joven, según esta versión de Wikipedia (esto tampoco es así, porque Wikipedia respeta el texto), está en el convento recibiendo una exquisita educación y sale para contraer matrimonio con el Señor Bovary, del que nunca se dice que es viudo, para no abortar ilusiones. Al final se cierra el círculo, sin otra intención que  poner fin al relato y dar paso a los créditos finales. Un film que no acabará de convencer a los jóvenes, con los que intenta ser complaciente, y mucho menos a los amantes de la novela de Flaubert, algunos nada canónicos, sino abiertos incluso a la actualización de la historia, que  si quedarán descontentos con  la destrucción de un mito que ha servido de referente a los creadores de la novela moderna, y en cuya figura femenina se inspiró el mismo Leon Tolstoi para escribir su bellísima Ana Karènina.





(1) Flaubert, por una mujer. Diario 'El País', 20 de mayo de 2016.
(2)  Madame Bovary perdida. Diario 'El Mundo', 19 de mayo de 2016.





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