45 años. Andrew Haigh.





Cartel, ficha técnica,  sinopsis, premios, críticas, trailer (Pinchad aquí).



Comentario:

Andrew Haigh es un joven realizador, nacido en Harrogate. North Yorkshire en 1973. Hijo de una familia modesta, se graduó en la Universidad de Historia de Newcastle. Tras trabajar como ayudante de montaje en películas de Ridley Scott, - Gladiator  (2000) y  Black Hawk derribado (2001) -, debutó en el cine con películas de temática gay, Pete (2009)  y Fin de semana (Weekend, 2011). En 2015 realizó este film por el que obtuvo varios galardones en festivales de prestigio. Un film que trata del amor, la enfermedad, la vejez y de la muerte, (el único argumento de la obra de que habla Gil de Biedma)  , temas tratados con una política de encuadre en la que el montaje pasa a segundo plano en la construcción de significado, a pesar de que Haigh había comenzado su carrera como montador,  El realizador británico no busca imágenes preciosistas en  la realidad que enmarca con su cámara, sino representar la forma en que transcurren las vidas cotidianas de los que se erigen como sus protagonistas, sin que le tiemble el pulso como a un novato, ni busque la notoriedad con planos aberrantes. Pero esta sencillez, esta captación de la rutina diaria se ve atravesada por un hecho extraordinario que altera profundamente las vidas de un matrimonio en el ocaso, como un lanzazo que acaba con las ilusiones cultivadas durante tantos años.




Un plano largo nos muestra un espacio rural en el que se hacen audibles los sonidos del amanecer en estos idílicos parajes , (el piar de los pájaros al amanecer, la música que sale de las casas. y los ladridos de los perros cuyos dueños sacan a pasear por la mañana, y los que esperan que sus amos se desperecen y se acuerden de ellos). Kate (Charlotte Rampling) prepara su 'sábado', su fiesta especial que celebra 45 años de convivencia con su marido, pero un cartero, al que sus gemelos han despertado temprano lleva un mensaje también de forma prematura, en la primera parte del film, la de presentación de los personajes y su contextualización: un fantasma del pasado, Katya, una antigua amante del pasado de Geoff, aparece en el fondo de un glaciar en el que había caído en su juventud, probablemente con la misma apariencia que cuando el hombre estaba enamorado de ella. Una metáfora escalofriante del amor imperecedero, inmortal, que contempla la remota posibilidad de encontrar a un ser amado tras muchos años de ausencia sin que hubiera transcurrido el tiempo y, como consecuencia, no hubiera podido hacer mella en el rostro de la mujer. Andrew Haigh coloca una pared con un enorme vano, una gran ventana de cristal,  que funciona como un factor de extrañamiento, distanciador.  Una frontera entre el universo de la pareja y la amenaza que viene de fuera. Un elemento que busca el alejamiento con el objetivo de implicar al público y obligarle a reflexionar sobre este insólito hecho. A nadie se le escapa que la vida del hombre está condicionada por el temor a la muerte, la existencia de Dios y la posibilidad, como consecuencia, de seguir siendo tras abandonar el mundo terrenal y el amor, en torno al cual se teoriza desde diferentes puntos de vista, bien como un constructo de la sociedad patriarcal, que con frecuencia deriva en el mal amor o el desamor, presente en muchas teorías fílmicas feministas, bien como una dimensión desconocida para cineastas como Chritopher Nolan (Interestellar),o como un sentimiento tan poderoso que puede arrastrar a quien padece el abandono del ser querido a la depresión o el suicidio, y muchas veces se interpone entre el hombre y su desarrollo integral como persona y su capacidad creativa. Aunque en este proceso entran en juego otros elementos psicológicos importantes, como el menoscabo de la autoestima como consecuencia de la pérdida de poder sobre el otro por cualquier causa...

Algunos críticos han establecido conexiones de Haigh con Bergman,  un autor convencido de la imposibilidad de la pareja trascendida a cualquier tiempo y lugar, algo a lo que podría contribuir este fatídico  e intenso descubrimiento. Luís Martínez  intenta construir un amago de axioma universal sobre un hecho conocido por cualquiera que 'hace' algo, ya sea con la pluma, el pincel o la cámara fotográfica: "que lo que distingue a una obra maestra es que es capaz de explicar "el argumento más complicado desde la más absoluta simplicidad", algo exagerado en este caso. Se podría decir que Andrew Haigh es bergmaniano en la forma de narrar, en la que la cámara sigue a los actores con planos muy largos, dejando que el diálogo sea el que construya el discurso, debilitando el poder de funcionar como sujeto de la enunciación de la imagen, y la participación del espectador en su confrontación con el dilema que le plantea. Los protagonistas , filmados con algún que otro salto de eje, dejan que transcurra el tiempo hablando de las cosas más cotidianas, de sus recuerdos, de su pasado, sin abordar lo que en el subconsciente les preocupa realmente: que un cadáver joven se ha interpuesto entre ellos y una celebración que llega cinco años tarde a causa de una 'enfermedad'  de Geoff., que sólo al final se hace explícita . Una pareja que ha olvidado cómo se hace el amor.




Un film multirreferencial, estructurado en capítulos (lunes, martes, miércoles, jueves...), con imágenes goddardianas, e incluso cercanas a ciertas tomas de Tarkovsky, y al cine de encuadre, pero carente de lo que hizo a estos genios grandes, por múltiples razones como el traslado de las preocupaciones del hombre moderno a otros tiempos en los que la cultura y la formación era privilegio de una élite  muy reducida. Hoy sigue siendo privativa de una minoría que se ha ampliado etraordinariamente con el welfare o estado del bienestar europeo en peligro, al tiempo que la extensión de la educación secundaria  obligatoria a toda la población y la llegada de internet han vaciado las iglesias que han perdido la prepotencia didáctica de que gozaban en el cine del sueco. Una  contradicción que subsana convirtiendo  en protagonistas a personas mayores, muchas de las cuales añoran un pasado en el que sus facultades estaban pletóricas; ahora ese pasado vuelve a Geoff de la forma más abrupta e inesperada: la posibilidad de volver a ver el rostro de una mujer a la que amó en su juventud, con la misma apariencia que tenía cuando murió a los 27 años. El mismo Geoff nos da estas razones: " Algunos días se nos olvidábamos del deseo de ir a Italia. No nos movíamos. Vivíamos despreocupados. Esa es la palabra que busco. En su Berlín levantan el muro y en América había ocurrido lo de Bahía de Cochinos. Pero allí arriba no pensábamos en nada de eso. No pensábamos en el futuro. Pero tampoco éramos despreocupados, ¿como serlo si sabes cuál es tu propósito? Cuando cada día tiene un sentido. Encontrar donde dormir, comida. Los días que no nos movíamos eran tan significativos como cuando nos poníamos en marcha.  Creo que ahí está lo peor de la decrepitud, perder eso, un propósito..." Lo que el hombre añora y con ello zahiere a su esposa es la juventud perdida.




Cada capítulo viene precedido por un plano general de la campiña con planos subjetivos con valor narrativo, en los que la protagonista es observada desde el exterior asomada a la ventana, o desde el interior paseando por delante de la casa; es así como la ve el espectador a través del ojo de la cámara, obsesionada por lo que ve como una amenaza para una pareja que va a celebrar sus 45 años juntos, para, finalmente, descubrir que no conoce a la persona con la que ha vivido tanto tiempo.  Es ahora cuando los cortes se hacen más rápidos, se alternan los formatos (plano largo, medio, primer plano, plano de detalle...) y la emoción sube de grados por el deseo de saber, de conocer, de afianzarse en el temor de que siempre ha sido segundona. Y en su obcecación por revolver en la intimidad del marido (algo muy frecuente en las parejas), algo que tiene más que ver con la posesión del otro, hará descubrimientos terribles para ella,  que inciden dolorosamente en aspectos capitales de la vida de muchas mujeres.

Un film para adultos que reconstruye de forma romántica (con diarios, hojas, flores entre sus páginas, videos...) una constante en las relaciones de pareja: escarbar en la intimidad del otro, que ahora ya no reside en viejos cuadernos plagados de fetiches, sino en programas informáticos y chats muy conflictivos que todos los jóvenes conocen. Lo cual no incapacita a los jóvenes para disfrutar de los aspectos literarios de esta adaptación de la novela 'In Another Country' de David Constantin, y entender  cómo pueden haber transcurrido los 45 años de la vida de un hombre, ocultando a su esposa sentimientos muy intensos de una relación anterior que tuvo un final dramático e indeseado.


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