Megapetarda. Nick Moore.





DE 'CHONI' Y MEGAPETARDA A PIJA HIPERCONSERVADORA, GRACIAS AL MILAGRO DE LA DISCIPLINA INGLESA.



Ficha técnica:


Título original: Dirty Girl.
País: Inglaterra.
Año: 2008.
Duración: 98 minutos.

Dirección: Nick Moore.
Guión: Lucy Dahl.
Casting: Joanna Colbert y Fiona Weir.
Dirección de Fotografía: Chris Seager, b.s.c.
Música: Michael Price; supervisor: Nick Angel.
Editor: Simon Cozes.
Director artístico: David Mindle.

Diseño de Vestuario: Julia Caston.
Diseño de peluquería y maquillaje: Fae Hammond.

Productores: Tim Bevan, Eric Fellner, Diana Phillips.
Productores ejecutivos: Liza Chasin, Debra Hayward.
Producto en línea: Alexandra Ferguson.
Diseño de producción: Eve Syewart.

Intérpretes: 


Emma Roberts: Poppy,
Natasha Richardson: Mrs. Kingsberg,
Shirley Henderson :: matrona del colegio.
Alex Pettyfer: Freddie,
Nick Frost: Mr. Christopher,
Aidan Quinn: Gerry Moore,
Georgia King: Harriet,
Kimberley Nixon: Kate,
Juno Temple: Drippy,
Selina Cadell: Mrs. Loughton,
Daisy Donovan: Miss Rees-Withers,
Jason Watkins: Mr.Nellist,
Linzey Cocker: Josie,
Sophie Wu: Kiki,
Shelby Young: Ruby.

Sinopsis:


Poppy Moore (Emma Roberts), una consentida pija americana de 16 años, es enviada por su padre (Aidan Quinn) a un estricto colegio británico para que aprenda disciplina.


Comentario:



El  film no solo atenta contra la estética, el  mal gusto para unos y 'chachi' para otros, y la forma de vida de una de las tribus urbanas más numerosas, transversal en su composición social, aunque un@s alivian el calor del verano en piscinas construidas en balcones naturales abiertas al mar, ya sea en Malibú, Denia o Benidorm, mientras otr@s se tienen que conformar, con mucha suerte, con la bañera de su casa, o las playas vulgares a las que van las familias, muy diferente a esos cuartos de baño de los colegios de élite británicos para las niñas ricas del mundo, que alinean yacuzzis como si fueran camas de un dormitorio. Pelos teñidos, preferentemente rubios o pelirrojos, pseudo-glamour en ropas que se suponen caras, pero que es difícil entender quién es el responsable de su confección, tacones de aguja y otros perifollos  son sus señas de identidad, que las diferencian de las pijas y las mojigatas.

Pero si la niña, que se  desenvuelve entre vivos colores que inundan su casa de rosa pálido, azul celeste, dorados y otros trapos que la devuelven a la época de las barbies, acompañadas de sus amigos canis o Kenny, que cultivan su cuerpo y lo esculpen a base de la ingesta de pollo al tiempo que se rapan el pelo demostrando que Sansón no tenía razón, se pone díscola, su papá rico no la manda al paro, sino a un colegio en el que la sacrosanta disciplina inglesa la devolverá al camino recto y responsable que corresponde a  una chica de su clase y condición. Y vaya si la cambia: le tiñen el pelo de color castaño, se aficiona al estudio y el deporte y se enamora del hijo de la directora. Un film que hará soñar a los pre-adolescentes (y desgraciadamente más a las chicas) que disfrutarán viendo humillada y ofendida a la villana de la clase, que defiende principios de igualdad, justicia y tolerancia, pero es un auténtica, arbitraria y peligrosa delincuente. El criminal nunca gana.

Una narración de corte televisivo, sin estridencias, riesgos, ni músicas enloquecedoras que destrocen los nervios de los adultos que acompañan a sus hijos y nietos a los cines y tienen que soportar estas horribles películas, que los críticos no se molestan ni en machacar. Estas producciones tienen el efecto de provocar sueños imposibles, en los que niñas de condición modesta viven de la experiencia vicaria que les proporciona la observación de unos hábitos de vida de los que nunca gozarán, merced a la ventana que abre el cine para la observación de un universo inalcanzable para la mayoría.




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