La gran muralla. Zhang Yimou.








Ficha técnica, sinopsis, crítica, cartel, fotografías y trailer. (Pinchad aquí)


Crítica.


El  género 'wuxia' (que inspiró a realizadores muy apreciados   en la actualidad, como Quentin Tarantino), aunque de manera ecléctica a causa de la contaminación de realizaciones norteamericanas del cine fantástico y bélico en especial de Disney, fruto de la colaboración económica chino-estadounidense, retorna de nuevo a la filmografía del director chino más occidental, Zhang Yimou, una concesión que muchos compatriotas consideran como su pequeña traición, emblematizada por la potente y rotunda figura de Matt Demon, el célebre 'soldado Ryan', perdido en Japón en 1944, interpretando a un personaje muy  peculiar: una especie de comerciante aventurero y tramposo, sin los ornamentos literarios de un 'Marco Polo', que debe batirse el cobre con las variopintas bandas que pululan en el desierto, y que convierten al que consigue sobrevivir (2 de un grupo de ocho) en auténticos guerreros, capacitados para la lucha más individual de las guerrillas que complementa a los organizados ejércitos de un gran imperio gobernados por un inerme y debilitado niño.

No osaría calificar el film, como hace Tomás Fernández Valentí, de anodino, sino de portador de una imagen con más peso, menos flotante y ligera que aquellas con las que nos sorprendió Yimou en 'Hero' (2002),  'La casa de las dagas voladoras' , 2004) o 'La maldición de la flor dorada' (2006), una sucesión de danzas guerreras preciosistas de la que nos proporciona pequeñas entregas, entre ellas la de las mujeres que se precipitan, provistas de lanzas y atadas con cuerdas, desde las murallas, y que constituyen, junto a comandos suicidas, algo parecido a los kamikazes japoneses. Y menos compartimos la idea propuesta por este creador de opinión de que 'razón y política son términos antitéticos', especialmente cuando nos esconde la razón de semejante aserto, difícil de traducir por el lector medio. No sabemos si lo que le disgusta es la denuncia de la revolución cultural que hace el autor en alguna de sus películas u otra que no hace explícita, ni la razón por la que, tras el estreno de 'Las flores de la guerra', algunos lo llamaron 'cineasta del régimen', como Jordi Costa', o 'chaqueteros' como Sergi Sanchez, en unos momentos en que la industria cinematográfica norteamericana está cayendo en manos de inversores chinos. Entonces ¿De qué régimen hablamos?

'La gran muralla' retoma el bien traído y llevado tema de la reaparición, cada cierto periodo de tiempo de los Jinetes del Apocalipsis, que en pos de la satisfacción de su avaricia, se organizan férreamente en torno a un líder carismático, que los arrastra con una idea tan sencilla que, desaparecido el jefe, sus ejércitos de seguidores se desvanecen. Se ha querido comparar este muro con el que quiere levantar en México Donald Trump, sin tener en cuenta que la película fue concebida y realizada cuando nadie pensaba que podía llegar a la presidencia del gobierno de Estados Unidos alguien parecido a la 'reina' de los seres inmundos y fantásticos que amenazan a la humanidad en la película de Yimou; no es lo mismo levantar muros contra la avaricia que para evitar que los miserables entre en 'El Dorado' o salgan del 'Purgatorio', algo que ya supo ver Marc Forster en 'Guerra Mundial Z', algo  que se hace explícito en la imagen de los muros de Jerusalén superados por los zombies, y de lo que advierte el propio Zhang Yimou. Mas, si fracasan las fronteras invisibles que se han levantado por los hombres, hace cientos de años, contra los depredadores y que están cayendo unas tras otras, la humanidad entera peligra, como aseveran los jefes asiáticos.

Desde antiguo, el lenguaje literario ha recurrido al tropo, la sinécdoque y la metáfora, representando a los villanos con forma de animales fantásticos (San Jorge y el dragón), y ha dejado que el lector los modelara a su manera. El desarrollo de las nuevas tecnologías que ponen a disposición de las mentes más fructíferas e imaginativas la posibilidad de recrear casi todas sus 'ilusiones' ha irrumpido con fuerza en el cine, en cualquiera de sus manifestaciones, y es difícil que el espectador adicto al género de aventuras o fantástico renuncie a estas nuevas formas de representación y sacrifique al Capitán Jack Sparrow, de la saga 'Piratas del Caribe', a favor de un muñeco de trapo o de cartón 'terrorífico' como los que atormentaban a los niños de 1930 o 1940, por mucho que el cinéfilo disfrute con la fecundidad de unos y la inocencia de otros. La cuestión que ahora se plantea es la creatividad del diseñador de criaturas, de vestuario o los maquilladores especiales, que están dejando obsoletas las fichas técnicas que realizamos.

La concentración de ejércitos vistosos, cuyos soldados, ataviados de diferentes colores (todos ellos sólidos más que ligeros y brillantes, en la línea de los nuevos superhéroes de Marvel o DC Comics), pertenecientes a diferentes cuerpos (infantería, arqueros, suicidas,defensores de las murallas...), en un espacio reducido, en el que se aglomeran cientos de personajes que se confunden con máquinas ensordecedoras con diversos usos y destinos; la sustitución de los ligeros ropajes por armaduras que disminuyen la gracilidad de los cuerpos, y las nubes que ensombrecen el horizonte de un valle espectacular,  convierten la imagen en más austera, abigarrada y rotunda de aquella a la que nos tenía acostumbrados el cineasta chino, tanto en las películas que se pueden englobar mucho más claramente en el género wuxia, como en esta especie de western en el que un mercenario medio bandolero, que acude al país asiático en busca del entonces apreciado 'oro negro', la pólvora, tras contribuir de manera decisiva al restablecimiento del equilibrio en esta construcción milenaria, tras el triunfo sobre el malvado invasor, retorna al hogar, renunciando al botín y al amor de la 'amazona'. El hecho de que los guionistas (seis) sean norteamericanos ha inclinado la balanza a favor de la estructura del film hacia el  género épico estadounidense por excelencia. Si el film es olvidable o no ya se verá. Hoy refleja la realidad de un país que está perdiendo la hegemonía a favor de un gigante asiático que colabora con el viejo imperio extrayendo de él sus mejores esencias. Nada que no sepamos ya.






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