Manchester frente al mar. Kenneth Lonergan. Comentario.



Ficha técnica, sinopsis, cartel, fotografías, trailer . (Pinchad aquí)


Comentario:




LA INTENSIDAD TRÁGICA Y DOLOROSA DE LO COTIDIANO




Kenneth Lonergan estructura su film en dos partes bien delimitadas: la primera de ellas nos muestra a Lee Chandler, interpretado por Casey Affleck,  enfrascado en sus reiteradas y alienantes tareas de 'hombre para todo', al que se denomina erróneamente en el doblaje conserje, que recibe la noticia del fallecimiento de un hermano, y se ve obligado a desplazarse desde Boston a Manchester, New Hampsire, (sorprende el título del film, ya que Manchester no está frente al mar, sino en una zona de grandes lagos) y atender a todo el rito  funerario que acompaña la inhumación del cuerpo de un hombre católico que debe esperar en una cámara frigorífica el momento de ser enterrado, -no incinerado-, ante la imposibilidad de hacerlo en un suelo helado, ya que las máquinas no pueden ingresar en un camposanto. Un magnífico ejemplo de cinema verité, en el que realidad pugna por introducirse en la pantalla y casi lo logra. Una buena parte de los 137 minutos que dura el film la consume en el relato  de unas prácticas muy conocidas por el espectador, al que va preparando con una sucesión alternada de secuencias paralelas, que avanzan en zig-zag, mediante flashbacks y flashforward, que preparan al público para lo que va a ver y experimentar en la segunda parte.




La segunda parte, aunque va involucrando al espectador en la historia, es en la que Lonergan comete sus mayores errores y deja descansar todo un edificio de más de dos horas en los hombros, aparentemente vulnerables, de un magnífico Casey Affleck.  Es a partir de ese momento en el que se develan hechos mucho más relevantes que explican la actitud de los Chandler, en especial de Lee, un joven ni sumiso ni rebelde en exceso, sino como alguien que lleva 'el diablo bajo la piel', como lo definió Michael Winterbotton en su película de 2010, un film que nos sorprendió en su momento, La tragedia del joven emula la de Teddy Daniels (Sutter Island, Martin Scorsese, 2010), con sus protagonistas invertidos, unos hechos que convierten a un joven despreocupado y feliz en una sombra de sí mismo, cuidado y protegido por su hermano mayor que ahora desaparece y le pasa la antorcha, dejándole como herencia una responsabilidad: cuidar de su hijo Patrick, encarnado por Lucas Hedges, un adolescente que aspira a conservar la herencia de su padre, acabar sus estudios de secundaria, conservar a sus novias y respetar los deseos de su padre. Un joven como los demás.







Tanto su padre como su tío se separaron de sus esposas por razones diferentes, lo que convierte a Patrick  en un 'Boyhood' (Richard Linklater, 2014), al que su trashumancia por las casas de familiares y por el hogar materno le ayudará a entender la diversidad del pueblo americano, las diferentes costumbres, religiones, protocolos y normas de los hogares, a los que muchos pretenden agrupar bajo una sola etiqueta, la de 'americanos', que lo empujan a querer vivir bajo la custodia de la familia paterna hasta su mayoría de edad y después emprender el camino solo, como su tío Lee. Hemos dicho antes que es en el tránsito de la primera parte a la segunda en el que Lonergan comete sus mayores errores formales: cámaras lentas para solemnizar el rito del funeral, uso abusivo del flashback, empleo de  una banda sonora del todo inadecuada para los hechos que narra, como hace con la ambientación de la tragedia de Lee, ilustrada con el Adagio de Albinoni, que en momentos roza el ridículo, y algún tropiezo más que, a pesar de todo, no afecta al magnífico trabajo de Casey Affleck, que lo convierte en un claro candidato para recibir el Óscar de la Academia al mejor Actor, en la edición de 2017. Un serio competidor de Ryan Goslin.






Comentarios

  1. Quisiera hacer una puntualización que me parece necesaria. Kenneth Lonergan ha cometido el mismo error que en su tiempo cometió Stanley Kubrick: elegir una poema sinfónico muy conocido, -'Así habló Zaratustra' de Richard Strauss-, para su 2001: Una Odisea del espacio -; o Lars Von Trier que comienza 'Melancolía' con la obertura de 'Tristán e Isolda' de Wagner, ganándose de este modo a esa clase media de que hablaba Marshall McLuhan. Pero tiene un mérito que lo aleja de los nuevos ricos 'indies': sus espacios se ven abigarrados, porque en ellos hombres y mujeres de la clase trabajadora, deben amontonar los testigos de sus historias, lo que los convierte en lo que son, porque no tienen el poder y el dinero que los hace respetables. como a Grey. Esa autenticidad basada en la credibilidad con que interpreta su papel Casey Affleck convierten el film en una película singular.

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