Más poderoso que la vida. Nicholas Ray.
Ficha técnica:
Título original: Bigger than Life.
País: Estados Unidos.
Año: 1956.
Duración: 95 minutos.
Dirección: Nicholas Ray.
Guión: Cyril Hume y Richard Maibaum, basado en un artículo del 'The New Yorker' de Berton Roueché.
Director de Fotografía: Joe McDonald, A.S.C.; fotografía efectos especiales: Ray Kellogg. Color: De Luxe; consultor: Leonard Doss.
Música: David Raksin; interpretada por Lionel Newman.
Edición: Louis Loeffler.
Dirección artística: Lyle R.Wheeler, Jack Martin Smith.
Decoración del set: Walter M.Scott, Stuart A.Reiss.
Diseño de Vestuario: Mary Wills-
Maquillaje: Ben Nye.
Estilista de peluquería_ Helen Turpin, C.H.S.
Productor: James Mason.
20th Century Fox.
Intérpretes:
Jame Mason: Ed Avery,
Barbara Rush: Lou Avery,
Walter Matthau: Wally Gibbs,
Robert Simon: Doctor Norton,
Christopher Olsen: Richie Avery,
Roland Winters: Doctor Ruric,
Rusty Lane: Bob LaPorte,
Rachel Stephens: Enfermera,
Kipp Hamilton: Pat Wade.
Sinopsis:
Debido a una rara enfermedad, Ed Avery debe tomar un droga que todavía está en proceso de experimentación y que le provoca alteraciones mentales que repercuten en su trabajo como profesor y en sus relaciones familiares.
Comentario:
Con una política de autor, y en concreto de montaje, por muy tranquilo que sea, un buen elenco de actores y un cuidado exquisito del color, Nicholas Ray nos cuenta la historia de un profesor norteamericano pluriempleado y sumamente estresado, (compatibiliza las clases con un trabajo extenuante en un servicio de radio-taxi ), pero elige un contexto dudoso del que, al parecer, el mísmo no tardó en arrepentirse, inspirado en un artículo superficial de 'The Newe Yorker'' , escrito por un tal Berton Roueché, que cuestiona profundamente el uso de la cortisona que ha salvado más vidas que la penicilina, en un caso grave, como el de Ed que padece una inflamación severa de las arterias, y al que se le da como máximo un año de vida. Se habla frívolamente de enfermedades psicosomáticas, que se pueden curar con un aspirador. Muchos han interpretado el film como una crítica de las adicciones, y si ésto es verdaderamente así, la elección de un enfermo grave como paradigma de un adicto no puede ser más desafortunada, en especial con un remedio que, a pesar de las contraindicaciones propias de todos los medicamentos, ha prolongado la vida de mucha gente afectada por enfermedades inflamatorias.
Dicho ésto, el director de 'Johnny Guitar' o 'Rebelde sin causa' radiografía a la clase media americana
inquilina de los típicos suburbios constituidos por casas exentas rodeadas de un pequeño jardín, escrupulosa con las reglas del juego de la sociedad patriarcal, en la que el hombre es el productor, el que trabaja fuera de casa y la mujer queda reducida al ámbito privado del hogar, encargada del cuidado de su familia; la esposa del profesor se muestra muy reticente a recuperar su trabajo de soltera, a pesar de las circunstancias. Espejos rotos que reflejan la fragmentación de la psique del enfermo, contrapicados en los que éste, desde su cama observa empequeñecido a los médicos, gráficos sobreimpresos en los momentos álgidos convierten el film en un estudio psicológico de los efectos que tiene en las familias el sometimiento a unas pautas sociales rígidas que revelan el temor más profundo de esta clase: descender un escalón social, un hecho más doloroso que el soportar una grave inflamación en cualquier parte del cuerpo.
Eran tiempos en los que, si bien el cortar y pegar se consideraba en el cine americano como la acción más importante en la construcción de significado, el sujeto de la enunciación, el público apreciaba una edición tranquila, un director invisible, requisitos que siguen satisfaciendo a amplios sectores de público conservador. El rock and roll todavía estaba en pañales y escandalizaba a la población blanca, hasta que se incorporaron los suyos, en especial Elvis Presley que provocó la expansión del movimiento electrizante de imágenes como un reguero de pólvora hasta que en la década de los 70 se produjo una revolución de las formas de hacer que todavía no han sido aceptadas por ciertos sectores de críticos, al tiempo que se observa una involución en el cine y en la música, con registros del movimiento indie, que buscan a toda costa la contención y el minimalismo inmovilista más conservador. Ray construye el significado mediante el montaje, dejando para el encuadre unas escasas pinceladas del American Way of Life, reforzadas por algunas breves secuencias que muestran la formación del profesor en lenguas clásicas, en especial un poster que se hace presente de forma constante y continuada; un coche de pequeñas dimensiones y la imposibilidad de comprar un calentador, que obliga a estos 'pequeños burgueses' a llenar las bañeras con pucheros de agua caliente, y a aceptar subempleos que añaden ralos ingresos extras a sus mediocres salarios, exigencias para mantener las apariencias propias del estatus. Comprar un vestido de Dior es un exceso y la excepción de una mente confusa, aunque lo verdaderamente revulsivo es dejar de lado los avances sociales y educativos, abandonar lo políticamente correcto y mostrarse tal como uno y es, escandalizando a la comunidad educativa y a los amigos. Tras una serie de situaciones excesivas que conducen la trama hasta el final, el realizador reconduce la situación hacia un happy end que refuerza el pacto social vigente en aquellos momentos.
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