Dunkerque. Christopher Nolan.


ESTRENO 21 DE JULIO DE 2017



Ficha técnica:


Título original: Dunkirk.
País: Estados Unidos.
Año: 2017.
Duración: 107 minutos.

Dirección: Christopher Nolan.
Guión: Christopher Nolan.
Casting: John Papsidera, Toby Whale.
Dirección de Fotografía: Hoyte van Hoytema.
Música: Hans Zimmer.
Edición: Lee Smith.
Dirección artística: Toby Britton.
Decoración del set: Emmanuel Delis.

Diseño de Vestuario: Jeffrey Kurland.

Productores: Christopher Nolan, Emma Thomas.
Productores ejecutivos: Jake Myers, Greg Silverman.
Diseño de producción: Nathan Crowley.
Compañías: Warner Bros., Canal  +, Cine  +, Dombey Strret Productions, Kaap Holland Films, RatPac Dune Entertainment, StudioCanal, Syncopy; distribución: Karo Premiere, Warner Bros.

Intérpretes:


Tom Hardy : Farrier,
Kenneth Branagh : Comandante Bolton,
Cillian Murphy
Mark Rylance
Aneurin Barnard : Gibson,
Harry Styles : Alex,
James D'Arcy
Barry Keoghan : George,
Jack Lowden : Collins,
Elliott Tittensor : Montañés,
Brian Vernel


Sinopsis:



El film aborda la evacuación, en todo tipo de embarcaciones, de más de 300.000 soldados aliados de Bélgica a las costas de la Gran Bretaña, oriundos de Canadá, y de Francia, que habían sido rodeados por el ejército nazi en las playas y el puerto de Dunkerque, Francia, entre el 26 de mayo y el 4 de junio de 1940, durante la Batalla de Francia en  la Segunda Guerra Mundial (1939-1945). 


Crítica:


No existen estimaciones, excepto la expectativa del público norteamericano que alcanza el 99 %, (Rotten Tomatoes), por dos razones: cuando estamos muy abrumados y desorientados, no está de más recordar la máxima que se atribuye a George Santayana de que 'quien olvida la Historia está condenado a repetirla', y, en segundo lugar, porque existen algunos géneros cinematográficos que, como ocurrió en el pasado con la novela histórica de Victor Hugo, Leon Tolstoi y tantos otros, el peplum, el bélico o la ciencia-ficción, que exigen grandes recursos, en cuya realización el cineasta se la juega.

De forma irremediable siento que vuelve a atacarme la recurrente urticaria cada vez que un creador de opinión pronuncia con solemnidad una gran mentira que se han inventado: la posverdad, que paradójicamente es solo eso: una mentira. A continuación se ponen estupendos hablando de los grandes universales con los que siguen estrujándose el cerebro, verdades como la enfermedad, la soledad y la muerte, al que suman ahora la madre de todos los males: la depresión económica, cuando ya todos sabemos, como nos recuerda Andy Robinson en 'Un reportero en la Montaña Mágica', que no estamos navegando en el contexto de una crisis, sino en la fase de acumulación de capital para posicionarse en la nueva sociedad tecnológica, ya casi concluida, en la que un 1% de la población acumula un 99% de los recursos. Pues bien, llegado el momento, no parece que íbamos muy errados y los nuevos ludistas han puesto los motores de sus apisonadoras, destructoras de todo disenso, al grito pronunciando al unísono que emerge del corporativismo de una 'intelligentsia' que no ha sabido ubicarse ni intelectual ni políticamente: ¡¡¡blockbuster!!! Algo así como gritar: ¡¡¡Card2go, Cabify, Bianbi... !!! con la esperanza de suscitar sentimientos negativos en el personal. Que estos cambios han venido para quedarse y que habrá que negociar con ellos nadie lo duda. La imposibilidad de crear arte con medios tecnológicos es una idea tan absurda como la de renegar del moldeo a cera perdida, aunque no es inusual oír enegar a quienes están plácidamente tomando combinados en las orillas de las playas y demonizar a los que ocupan habitaciones de sus propias casas para conseguir dinerillo extra (nadie lo hace por gusto), o desde las páginas de los periódicos contra osados escribientes de blogs y webs, cuya formación es con frecuencia, muy superior a la de quienes  lo haceb desde periódicos importantes y disponen de un corifeo. (En verano se nota la ausencia de corrector).

Todo el que se mueve diariamente por las redes sabe que se enfrenta a aquellas enormes puertas que Kafka imaginó en El Proceso', ante las que cualquier personajillo se siente impotente frente a los grandes constructos económicos a los que las palabras compañía o empresa le quedan pequeñas,y que ,ante cualquier problema, algunos bastante graves, comola  eliminación de contadores, básicos para ganar algo de dinero en publicidad, o desaparición de la propia empresa virtual, se topa con una muralla que no puede traspasar para entender qué le está pasando. No es la primera vez que la humanidad se enfrenta a quienes capitanearon las revoluciones científicas y tecnológicas; la reina de Inglaterra otorgaba patente de corso a sus piratas, que los eximía de sus responsabilidades criminales en sus asaltos a los navíos que regresaban cargados del nuevo mundo. Algunos de ellos, como Drake, miembro del Parlamento Británico, pasaron a engrosar las filas de los héroes de los cuentos de aventuras.

Hay ya escritores que dividen la sociedad en dos clases, siento que con débiles argumentos: analógica y digital. Algunos países como Estados Unidos (a pesar de Donald Trump, que representa el paso atrás), impulsores, en gran medida, de los cambios, están ya plenamente integrados en las transformaciones que implica la revolución tecnológica, uno de cuyos máximos representantes en el mundo del cine  es Christopher Nolan, un cineasta que no hace ascos a la creación de imágenes en gran parte virtuales, que afectan tanto a la ubicación como a la creación de determinados personajes fantásticos, un actitud que le ha echado encima a estos ludistas, que prefieren volver a la cámara al hombro, a la imagen analógica, a la luz empobrecida... recuersos que creen que aumentan la verosimilitud de las imágenes, a pesar de que en ocasiones nos obligan a reflexionar acerca de que,ni siquiera en un apagón que nos obligara a encender velas para alumbrarnos en nuestros hogares , provocaría semejante oscuridad. Es una representación de la utopía del siglo XXI, de la nostalgia del pasado, de pensar que la escasez de recursos (el cine que circula por los márgenes) es más honesto, más puro, más trascendente. No se dan cuenta de lo que puede hacer un joven con un móvil de 200 euros y con sus amigos encarnando los papeles de una historia que ha gestado sin storyboard, capaces todos ellos de detectar cualquier ruptura del raccord.

Pero hay más: se escriben libros que quedan obsoletos antes de ser publicados. Los propios medios, son incapaces de ver cómo la sociedad ha cambiado, que hay multitud de productos (blogs, webs, páginas tecnológicas, científicas...) que informan sin ánimo de lucro. En este instante Pepa Bueno realiza una entrevista a una socióloga, Belén Barreiro, que acaba de publicar un libro. 'La sociedad que seremos', llega tarde y con un error de bulto:cuando afirma que los sectores socialdemócratas son analógicos y los emergentes digitales; no ha podido observar que los primeros han derrocado a todo un aparato sin contribución de ningún medio convencional, tan solo con facebook, una operación en la que han contribuido hombres y mujeres de todas las edades (comprobar esto está al alcance de cualquiera), mientras que los teóricamente más actualizados no pudieron mover un ápice la postura de sus aparatos, como ocurría en la época analógica. No entienden por qué los que llaman 'muy tecnológicos' son auténtico contrarrevolucionarios dentro de la revolución, como la propia socióloga los denomina, jóvenes que vuelven al campo, reivindican la bicicleta, colorean libros y cocinan con recetas de la abuela.

Este contexto sitúa en un lugar privilegiado, un magnífico laboratorio, para observar qué tecnologías usa Christopher Nolan, cómo reacciona la crítica y observar quienes se lanzan contra el film y por qué. De momento la expectativa de los espectadores norteamericanos es muy elevada, y, si bien a los cinéfilos les interesa el cine que se hizo desde Eisenstein o los Lumiére, y disfrutan con los bichos cutres de los primeros momentos del cine de género, no se resisten a las producciones propias de la era digital-tecnológica. Una postura en la que siempre nos encontraréis, como a tantos otros, muchos de ellos septuagenarios, como Ramón Cotarelo, cuyo blog, 'Palinuro', hecho a las bravas y sin apoyo institucional, es millonario en visitas, lo que los convierte en líderes de la comunicación de la nueva era digital.





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