La casa del pánico. D.J.Caruso..




EL CUARTO DE LOS HORRORES DE LA NOBLEZA



Ficha técnica:


Título original: The Dissapointments room/ AKA 'El Ático'.
País: Estados Unidos.
Año: 2016.
Duración: 92 minutos.

Dirección: D.J.Caruso.
Guión: Wentworth Miller y D. J. Caruso.
Casting: Deborah Aquila & Tricia Wood.
Dirección de Fotografía: Rogier Stoffers, ASC, NSC.
Música: Brian Tyler; supervisor: Bob Bowen.
Edición:  Vince Filippone.
Dirección artística: Kevin Hardison.

Diseño de Vestuario: Marian Toy.
Maquillaje: Jennifer McCollom.
Estilísta de peluquería: Christina Raye.

Productores: Geyer Kosinski, Ryan Kavanaugh, Vincent Newman.
Productores ejecutivos: Tucker Tooley, Robbie Brenner., Ron Burkle, Jason Calbeck, Samenglebardt, William D. Jhonson, Wentworth Miller. Jeffrey Soros, Simon Horsman.
Co-productor:  Kenneth L.Halsband.
Diseño de producción: Tom Southwell.
Compañías productoras: Medarest  Production, Gussi Cinema, Imagem Films, Relativity, Media Talent Group, asociados a Los Angeles Media Fund.


Intérpretes:


Kate Beckinsale: Dana Barrow,
Mel Raido: David Barrow,
Celia Weston: Marti,
Duncan Joiner: Lucas Barrow,
Michaela Conlin: Jules,
Joely Fisher: psiquiatra,
Micahel Landes: Teddy,
Marcia Derousse: Md. Judith,
Gerald McRaney: Juez Blacker,
Lucas Till: Ben,


Sinopsis:


Dana (Kate Beckinsale) es una madre que se muda con su esposo y su hijo pequeño a una casa rural que cumple con todos los requisitos para ser llamada una casa de ensueño. Sin embargo, la ilusión de un nuevo hogar se ve ensombrecida por los extraños sucesos que giran en torno al siniestro ático de la casa. Pronto, la paranoia se irá desatando en Dana, nublando aún más la delgada línea que separa la realidad de la fantasía, e incluso de la cordura.


Críticas:


La crítica reaccionó de forma muy negativa ante el penúltimo film de D.J.Caruso, un thriller psicológico, The Dissapointments room/ AKA 'El Ático', que ha sido traducido al castellano como 'La casa del pánico', una denominación muy ambigua que puede apuntar tanto a un producto basado en el temor a las casas encantadas, como al desorden que rige la 'azotea' de una mujer. Se sabe poco de este director, del que se ha dicho (Jesús Chavarría) que navega en la mediocridad, aunque, por momentos llega a ser envolvente (1), o algo tan poco comprometido, como que es un cinta de terror genérica (Manuel Kalmanovitz (2)



Comentario:


No les falta razón a estos 'creadores de opinión' cuando ningunean la película, realizada por un cineasta que tiene un gran bagaje a sus espaldas, constituido por obras del género, y que suele trabajar con buenos actores. Nunca ha conseguido colocar ninguno de sus films entre aquellos que han pasado a formar parte del imaginario colectivo, ni tan siquiera a los de ese subgénero etiquetado con la denominación de 'películas de culto', aunque tiene la virtud de realizar productos correctamente ejecutados, respetando de forma escrupulosa las características del paradigma. Consigue,además, a pesar de la mediocridad de que le acusan sus censores, cumplir una función: familiarizar a ese espectador que ve películas sentado en el sofá de su casa con el mando en la mano y trasladando al cine el carácter excesivamente fragmentado del discurso televisivo, agravado por un zapeo constante. Este público se diferencia del que acude a las salas porque, en contra de lo que cualquiera pueda decir, está constituido por aquellos espectadores que sólo buscan matar el tiempo, frente a quienes se desplazan a una sala de proyecciones buscando disfrutar de una obra singular y se sienten defraudados,  como demuestran los datos que da el Tomatometer de la página Rotten Tomatoes, que ofrecen cifras espantosas: 0% de aceptación de la prensa, aunque hay que advertir que sólo 19 medios se han ocupado del film, frente a un 18%, obtenido de algo más de 3000 usuarios de la página. 

D. J.Caruso ha pecado de ambición, al intentar meter con calzador textos, subtextos e imagenes de todos, o casi todos, sus referentes en una historia, cuyo verdadero significado parece evidente desde que la película comienza a dar sus primeros pasos, y el espectador avisado se plantea si estamos ante el castillo de Kafka o ante el complejo de culpa americano, a lo que contribuye el cuadro de Hartung que cuelga de una de las paredes del despacho de la psiquiatra.; Caruso da pistas de todo ello, y no solo crea una protagonista que no distingue la ficción de la realidad, sino que parece muy interesado en volver loco a su auditorio. Desde las primeras secuencias algo nos indica que no estamos ante una película de casas encanadas al uso, cuya arquitectura evoca la de mansiones célebres de  'Terror en Amytville' (Stuart Rosenberg, 1979) o  'Al final de la escalera'  ( Peter Medak, 1980), en la que se inspira constantemente, en ocasiones rozando el ridículo. Como el protagonista de Medak, Dana llega a la mansión profundamente traumatizada por un hecho luctuoso que la persigue, si bien el detalle de la pelota no tiene aquí la más mínima significación ni oportunidad. En la parte más alta de esta enorme residencia existe lo que la encargada del registro de las casas del lugar llama una 'habitación de decepciones', (solo podían abrirse desde fuera), que construían las familias acaudaladas que ocupaban un lugar destacado en sociedad,  para encerrar a los niños que nacían con ciertas discapacidades que los padres sentían como vergonzosas en aquellos tiempos y con el objetivo de mantenerlos en secreto, una nueva evocación clara de la película de Medak. Estos niños, confinados en esa habitación, sólo eran atendidos por sus padres o un sirviente de confianza;  no tenían con quien hablar y cuando terminaban su paso breve por la vida, eran enterrados en secreto, y no faltaba quien decía que sus espíritus perturbados permanecen en las casas.

No existe ninguna conexión entre el problema de Dana y la existencia de estas 'habitaciones de decepción', ni tampoco con la existencia de fantasmas como los de 'Terror en Amityville'; Dana y su marido gozan de una situación económica y social tan prominente como la de los ricos que construían estas estancias, pero viven en el siglo XXI, fuman porros y disponen de remedios para hacer frente a la penosa situación en que se encuentran. Pero Caruso quiere asustar a su público de todas las maneras posibles, sin que parezca importarle mucho la coherencia: hombres ricos malos y prejuiciosos, fantasmas que dejan testimonios de su existencia, mentes enfermas que no pueden entender qué les pasa, espejos que reflejan imágenes diferentes a quien se encuentra ante ellos, sugiriendo otras formas de vida, e incluso guiños a 'Los Otros' de Amenabar. Un final estrafalario deja al espectador hastiado y confuso ante un relato que no parece tener muy claro quien lo ha pergeñado, ni en su desarrollo ni en su conclusión, ya sea  el director o su guionista, el mismo Caruso que escribió esta historia con  Wentworth Miller. Para pasar miedo la historia debe ser, al menos, verosímil, algo a lo que ha querido renunciar Caruso, que ha dejado estupefacto a un espectador que no sabe si ha visto una película de fatasmas, un thriller psicológico o las dos cosas a la vez, algo bastante difícil de casar, precisamente cuando el guión se encarga de crear temor con cualquier recurso que inmediatamente se muestra como equivocado y producto de la imaginación de la mujer, que podía haber sido perfectamente un hombre.



(1) El ático. Cine Premiere, 
(2) Revista  Semana,



Comentarios

Entradas populares