Arden Teatre se despide mañana, día 7 de enero, con su obra 'Revelación: Nueva Nuncajamás' y pone fín a la transición de 2017 a 2018.










Mañana, 7 de enero de 2018, se despiden de Valencia, un año más, los `'titiriteros' capitaneados por Chema Cardeña, apoyados en las armas más contundentes: los instrumentos de la 'Banda de los Piratas' dirigida por David Campillos, con Johnny B.Zero (cuya música enlatada ha sonado estos días en el Teatre Russafa') y los redobles de 'Guerra' de José Montoro. Estos consumados actores que saben hacerlo todo (cantar, bailar, reír, llorar) han sido, día a día, fieles al lema con el que han introducido su nueva campaña: 'Ahora te toca reír a tí', y han perseguido su objetivo incluso cuando en los rostros de todos se notaba ya el cansancio  chaplinesco de quienes lo han entregado todo para conseguir un poco de felicidad 'navideña', aun a sabiendas de que la realidad es tozuda y no da tregua. Nos han enseñado muchas más cosas: qué es eso de la vis cómica y dramática, cómo se traduce, cómo evoluciona dotando de seguridad a los actores hasta convertirlos en sublimes, rotundos, contundentes, valientes,  atrevidos, algo que han podido observar quienes como yo, los ha visto trabajar en tres ocasiones: el día del estreno, a mitad de campaña y cuando esta llegaba a su fin.








El Presidente Pulpo da Feira, el Capitán Garfio, que acaba proclamándose rey y presidente, y los diferentes ministros de un país único y unido para enfrentarse a una delirante Wendy, erigida en la líder de 'Comunicomia/Comunicoña, se han quedado impregnados en la retina de los valencianos que no han dudado en recompensar sus esfuerzos llenando la sala del teatro cada día, y a los que se ha dado la posibilidad de realizar su propia catarsis riéndose abierta y sinceramente,  no sólo de los responsables del gran lío que reina en Nueva Nuncajamás, sino de sí mismos, empujados a una profunda y a la vez jocosa reflexión de Juan Carlos Garés, convertido en el Moisés/Gandal o un viejo loco visionario de los valencianos, que actúa como el 'Pepito Grillo' de quien es el máximo responsable de este embrollo: el propio público, cuya  raquítica constitución consta de un único punto, el derecho de los habitantes de este extraño país a votar cada cuatro años. El resultado es el que es, y la acusación no es inocente. El cine la formula cada día, el teatro, más convencional y canónico, en pocas ocasiones, pero el receptor no es todavía consciente del todo del papel que juega en aquellos acontecimientos que le conciernen.







Agradecemos a Juanjo Benavent, José Doménech, Juan Carlos Garés, Rosa López, Iria Márquez, Darío Torrent, Raquel Ortells y Jaime Vicedo, y la Banda de los Piratas, capitaneados por Chema Cardeña, el que se hayan entregado con pasión cada noche, no sólo para divertir y relajar a los valencianos, sino para hacerlos más ciudadanos, más reflexivos y responsables, una función que Arnold Hauser atribuye al arte con mayúsculas. Y realizan el milagro con un ejercicio aparentemente modesto, en el que el grupo no ha gozado del apoyo institucional en ningún momento, porque aquí, en este pequeño 'pedazo' de este curioso estado, no hemos entendido qué significa eso de hacer cantera con un espectáculo en vivo que nos demuestra que no hay una representación, o función, como prefiramos, que sea igual a la otra, porque el registro del que se expresa cada noche depende del  propio estado de ánimo del mimo y de su interacción con un público más o menos entregado y participativo y, a la vez, capaz de integrarse en su propio papel en  ese 'gran teatro del mundo', ese espejo que le devuelve a cada uno un reflejo casi siempre fiel de sí mismo con una puesta en escena ideada con esta finalidad.





Este año lo tenían muy difícil, muy difícil (lo dije el primer día), pero han salido adelante. Espero que el año que viene no nos defrauden y estén de nuevo con nosotros con un espectáculo que para los valencianos está adquiriendo la solera que para otros pueblos tienen puestas en escena millonarias, auténticos espectáculos a los que el publico acude a ver y a que les vean. El espíritu que conduce a los espectadores a la Sala Russafa es otro bien diferente: reflexionar sobre lo que nos está pasando en cada momento, hacer un resumen reflexivo de lo que nos ha ocurrido a lo largo del año, y contribuir con nuestros actores a mejorarlo. Siempre lo consiguen, y en esto consiste el verdadero 'arte', que nos deja una duda: ¿Lo que hemos tenido que padecer los habitantes de 'Nueva Nuncajamás es una revelación o una revolución?  Otros optan por una tercera vía. A final de 2018 quizás todos lo sepamos.


¡¡¡FELICIDADES!!!




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