Muerto el 4 de muerto de julio (Tío Sam). William Lustig.
Ficha técnica:
Título original: Uncle Sam . I Want You...Dead!
País: Estados Unidos.
Año: 1997.
Duración: 89 minutos.
Dirección: William Lustig.
Guión: Larry Cohen.
Casting: Karen Rea.
Dirección de Fotografía: James A.Lebovitz.
Música: Mark Governor.
Edición: Bob Murawski.
Dirección artística: Sue Savage.
Decoración del set: Piper Ferguson.
Diseño de Vestuario: Amy Wetherbee.
Jefe de Departamento de maquillaje: Debra Lee-Davidson.
Peluquería: Christine Steele.
Productor: George G-Braunstein.
Diseño de producción: Charlotte Maimïof.
Compañías: A-Pix Entertainment.
Intérpretes:
William Smith : Major',
David 'Shark' Fralick : Maestro Sam Harper,
Christopher Ogden : Jody Baker,
Leslie Neale : Sally Baker,
Bo Hopkins : Sgt. Twining
Matthew Flint: Deputy Phil Burke,
Anne Tremko : Louise Harper,
Isaac Hayes : Sgt. Jed Crowley,
Timothy Bottoms : Donald Crandall,
Tim Grimm : Ralph,
Resto de créditosen Imdb.
SINOPSIS:
Un héroe militar muerto en combate es trasladado a su ciudad, donde le espera su joven sobrino. A través de su admiración, el chico resucita inconscientemente el cadáver mutilado de su tío que, vestido como el Tío Sam, descarga su venganza asesinando y sembrando el terror durante las celebraciones del 4 de julio...
Muerto el 4 de julio (Tío Sam), realizada por William Lustig con un guión de Larry Cohen, desmiente una afirmación muy potente que circula a este lado del Atlántico, ya sea porque el ciudadano europeo no conoce bien cómo arraigan las diferentes ideologías en las distintas latitudes de los Estados Unidos, ya sea porque no se plantea demasiados problemas cuando ve las banderas en películas como 'Gran Torino' de Clint Eastwood sin poner demasiado empeño en decodificar las imágenes. William Lustif y Larry Cohen construyen situaciones en las que es muy evidente que la bandera estrellada, la de los yankees y el patrioterismo exacerbado implícito en las llamadas al ejército del 'Tio Sam' a las levas del ejército, se expresa mediante una sinécdoque brillante por medio de la cual se toma el todo por la parte, es decir el disfraz y el nombre del 'héroe' muerto en combate (él no quería, desde luego, morir y antes de hacerlo se lleva por delante a algún que otro compañero), derrotado por 'fuego amigo', con el mismo apelativo con el que se designa a la personificación nacional de los Estados Unidos de América y al gobierno de USA, 'Tio Sam', una expresión que comenzó a usarse en 1812 y gozó de su primera ilustración gráfica en 1852. Una forma muy inteligente de plantear un tema con muy pocos recursos, en la que más que terror los responsables del título parecen haber procedido a una catarsis personal, que ha derivado en una obra de culto, al conectar con espectadores iconoclastas de cualquier parte del mundo.
Pero el film va más allá y, por medio de dos mujeres, informa al espectador de que el tal 'Tío Sam' (el protagonista del film) era un maltratador de mujeres, algo parecido a lo que ocurría con el hermano de las protagonistas. Ni una ni otra de estas mujeres echaban de menos al marido o al pariente; ambas habían rehecho su vida, que se encargará de destrozar el zombie redivivo, tan quemado como murió una vez recuperadas las medallas que guarda su sobrino, un militarista acérrimo que imagina batallas repletas de acciones criminales con sus muñecos bélicos. Las represalias no sólo se dirigen contra los amantes de las que el muerto viviente considera propias, sino contra todos los que ultrajan los símbolos de la nación y se ríen de su nacionalismo patriotero. Es probable que haya querido construir una metáfora sobre la idiosincrasia americana en su conjunto, realizada con bastante dignidad y sin reproducir esquemas como los de Joe Waters, que intenta provocar la misma reacción estirando la capacidad de su público de acoplarse a una estética deliberadamente estrafalaria, cutre y con frecuencia escatológica.
CRÍTICA:
Muerto el 4 de julio (Tío Sam), realizada por William Lustig con un guión de Larry Cohen, desmiente una afirmación muy potente que circula a este lado del Atlántico, ya sea porque el ciudadano europeo no conoce bien cómo arraigan las diferentes ideologías en las distintas latitudes de los Estados Unidos, ya sea porque no se plantea demasiados problemas cuando ve las banderas en películas como 'Gran Torino' de Clint Eastwood sin poner demasiado empeño en decodificar las imágenes. William Lustif y Larry Cohen construyen situaciones en las que es muy evidente que la bandera estrellada, la de los yankees y el patrioterismo exacerbado implícito en las llamadas al ejército del 'Tio Sam' a las levas del ejército, se expresa mediante una sinécdoque brillante por medio de la cual se toma el todo por la parte, es decir el disfraz y el nombre del 'héroe' muerto en combate (él no quería, desde luego, morir y antes de hacerlo se lleva por delante a algún que otro compañero), derrotado por 'fuego amigo', con el mismo apelativo con el que se designa a la personificación nacional de los Estados Unidos de América y al gobierno de USA, 'Tio Sam', una expresión que comenzó a usarse en 1812 y gozó de su primera ilustración gráfica en 1852. Una forma muy inteligente de plantear un tema con muy pocos recursos, en la que más que terror los responsables del título parecen haber procedido a una catarsis personal, que ha derivado en una obra de culto, al conectar con espectadores iconoclastas de cualquier parte del mundo.
Pero el film va más allá y, por medio de dos mujeres, informa al espectador de que el tal 'Tío Sam' (el protagonista del film) era un maltratador de mujeres, algo parecido a lo que ocurría con el hermano de las protagonistas. Ni una ni otra de estas mujeres echaban de menos al marido o al pariente; ambas habían rehecho su vida, que se encargará de destrozar el zombie redivivo, tan quemado como murió una vez recuperadas las medallas que guarda su sobrino, un militarista acérrimo que imagina batallas repletas de acciones criminales con sus muñecos bélicos. Las represalias no sólo se dirigen contra los amantes de las que el muerto viviente considera propias, sino contra todos los que ultrajan los símbolos de la nación y se ríen de su nacionalismo patriotero. Es probable que haya querido construir una metáfora sobre la idiosincrasia americana en su conjunto, realizada con bastante dignidad y sin reproducir esquemas como los de Joe Waters, que intenta provocar la misma reacción estirando la capacidad de su público de acoplarse a una estética deliberadamente estrafalaria, cutre y con frecuencia escatológica.
Y el link para descargar?
ResponderEliminarCinelodeon sólo realiza crítica de cine, y ni descargamos, ni ofrecemos el visionado de películas. Es una página de crítica. Gracias, de todas formas.
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