La taberna del irlandés. Crítica.







CRÍTICA:



La taberna del Irlandés ha sido el film más atacado y menospreciado de Ford y es cierto que es irregular en su realización, con momentos a la altura de su director y otros menos conseguidos, por decirlo suavemente. Aun a costa de ser considerada simple mi argumentación, eran tiempos en los que al hombre sólo se le exigía ser un buen actor y John Wayne lo era, pero ya no daba la talla de un galán del que podía enamorarse una jovencita aunque por esta razón favorecía el imaginario masculino de una sociedad patriarcal. Dicho ésto, y olvidando el encantador precedente de El hombrre tranquilo es profundamente fordiano.




Las tradiciones hay que respetarlas, aunque consistan en pegarse cada cumpleaños, (John Wayne y Lee Marvin); el cariño con el que trata las relaciones familiares, sea cual sea la condición... Una bellísima imagen es la de la hija nativa del Doctor Dedham cantando a la diosa del valle, no por convicción sino como reverencia a las creencias de sus antepasados. También hay gestos demagógicos, como el hecho de que el Doctor, un ex-soldado de la Guerra Mundial, tuviera hijos mestizos, pero la madre fuera una princesa, Manulani, de la isla de Haleakaloa, y fueran educados estrictamente a la manera occidental., con piano incluido. Todas las convenciones sociales en orden.





El único personaje loco, el Peter Pan del film es el que interpreta Lee Marvin. Todo lo demás son lugares comunes. Amelia, hija del primer matrimonio del doctor debe demostrar ante el notario de Boston que su padre vive indecorosamente en las Islas de los Mares del Sur para quedarse con la empresa, la Compañía de Navegación Dedham, pero al llegar a la isla se siente atraída por el ambiente y se enamora del amigo de su padre Michael Donovan, dueño de una taberna irlandesa. La condición para el matrimonio es que abandone la vida de perdulario y se desprenda del local de ocio. No faltan las palmadas en el culo a la mujer indómita y con personalidad, hoy políticamente incorrectas. Simpáticas para algunos. Con el amor para toda la vida llega el fin del paraíso masculino, la vida de taberna, las relaciones promiscuas con las mujeres y las peleas sin ton ni son.

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