Siempre juntos (Benzinho) . Crítica





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CRÍTICA :


Hay que advertir al público del centro de las ciudades, unos espectadores bugueses que, en buena medida, buscan un tipo de cine que se adecue a su sensibilidad cultivada en un modo de hacer académico y canónico, que en verano se desempolvan muchas películas francesas y españolas, algunas de las cuales esperan su turno en la recámara, que suelen ser del gusto de estos espectadores, aunque de vez en cuando se desliza un producto del cine llamado de los márgenes, por historiadores del medio con Luís E. Parés, alternativo y que se reduce a salas a las que acuden espectadores que generalmente rechazan la radicalidad de la filmación y la estridencia del cine americano y se refugian en la cultura que emana de países emergentes o del tercer mundo. Una de estas películas es 'Bezinho' dirigida por Gustavo Pizzi, que convierte a estos espectadores en unos privilegiados que asisten al milagro de ver cómo el brasileño utiliza los escasos medios que tiene a su disposición, apoyado en el papel protagonista por su ex-esposa Karine Teles y un par de gemelos que tuvo con ella.






El cineasta brasileño consigue, con un lenguaje audiovisual más sofisticado de lo que parece, convertir al espectador en un auténtico voyeur que se asoma por la ventana que él demiurgo le ofrece, constituida por planos subjetivos tomados a la debida distancia, a la vida cotidiana de una familia como cualquier otra, constituida por un matrimonio que, excepcionalmente se lleva bien, cuatro hijos y una hermana que se refugia con ellos, acompañada de su hijo, víctimas ambos de la violencia de género, sin exagerar el drama y evitando imágenes innecesarias que no aportan más información. 





Irene (Karina Teles, co-guionista del film) es una mujer que no tuvo demasiadas oportunidades cuando era joven, pero que está dispuesta, como Norma Rae (Martin Ritt, 1979), a buscar su lugar en el mundo, si bien de forma individual, sin encabezar ningún movimiento de lucha por alcanzar más derechos para hombres y mujeres. Una pequeña burguesa, cuyo marido tiene un pequeño negocio , una copistería que ya no da beneficios y que busca otras actividades más rentables, por lo que precisa vender su chalet en la playa para recaudar fondos en un momento de crisis y reformar una casa que se cae a pedazos. A estos problemas se añaden el que el hijo mayor, jugador de balonmano, ha sido seleccionado por un equipo alemán, una oportunidad para dejar atrás las dificultades económicas de su país, pero que pone una distancia de casi veinte horas de trayecto y miles de kilómetros entre su familia y él, y provoca en la madre el síndrome del nido vacío. Nada que no le pase a los ciudadanos corrientes que no disponen de la renta suficiente para no tener que levantarse a trabajar cada día.






A pesar de que los sudamericanos tiene una forma de trabajar muy diferente a los Norteamericanos, más pegados a los detalles cotidianos más insignificantes y menos dados a las elipsis, a las que estamos tan acostumbrados que nos parece que el resultado es más realista, Pizzi maneja de forma magistral los elementos del discurso audiovisual de que dispone para expresar lo que quiere en cada momento. En especial llama la atención la despedida de Irene del hijo mayor que marcha a Europa en busca de su destino, una situación triste seguida de un desfile festivo en el que, al suprimir la música diegética, que sale de los instrumentos de la banda local que atraviesa la pantalla, en la que su segundo hijo toca una tuba gigantesca, y sustituirla por un score electrónico, muestra a su público de la mejor forma que la mujer 'no está ahí', hasta que va domeñando su dolor más violento y comienza a sonreír a la vez que invade la sala el sonido que emiten los instrumentos de los músicos mientras un primer plano nos  desvela a la madre sonriente, más tranquila, a la vez que unas lágrimas discurren por sus mejillas. Es un momento en que todas pensamos que somos Irene, una mujer cualquiera que sueña, trabaja, quiere y cuida a su familia, pero confía, sobre todo, en lo que ella pueda ganar gracias a su esfuerzo. No hay una mejor forma de transmitir este mensaje.



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