The Hallow (Los hijos del diablo). Corin Hardy. Ficha técnica y crítica
El copyright de las imágenes pertenece a sus autores
y/o compañías productoras y distribuidoras
Santos será el nombre de ellos
y bendecida su demanda
Si los que llegan echan raíces
entonces malvado será su nombre
(Lebor Gabhála Éirann/The Book of Invasions, Versículo 1150) *
Ficha técnica, sinopsis, lo que se dice, cartel y Fotografías (Pinchad aquí)
Crítica:
El film que dirigió Corin Hardy, un joven cineasta de 43 años con escaso recorrido artístico, cobró un especial interés cuando James Wan lo llamó para dirigir el spin-off de 'La Monja', basándose en su capacidad para construir monstruos, demostrada en Butterflay, una actividad que realizaba en un cobertizo para bicicletas desde que tenía 12 años, y su condición de buen storyteller de la que hizo gala en su primer largometraje, The Hallow, 2015, cuya lenguaje formal y discursivo era lo que necesitaba el malasio para dotar de una historia verosímil a su monja, cuyo nombre no se puede pronunciar (Valak), e introducirnos en lo más profundo de un bosque rumano, que debe ser santificado, (Esto es precisamente lo que significa Hallow ), si bien los protagonistas de una y otra película tienen un perfil bien diferente, al menos en apariencia: un biólogo que llega desde Inglaterra, en concreto desde Londres, con el objetivo de diezmar el bosque y vender la madera a empresas que han comprado la masa forestal irlandesa, un conservacionista especializado en plantas y vida fúngica, según la versión de Wikipedia, que contradice las imágenes y el discurso que se desprende de la voz en off y de los diálogos de los personajes. Ser un depredador de la naturaleza es lo contrario a dedicarse a eliminar plagas de hongos para salvar un bosque. Las imágenes finales, por las que discurren los créditos, (en este caso todos, ya que no hay iniciales) ayudan a resolver este duda, dejando una gran inquietud entre los espectadores, aunque muchos de éstos ya han abandonado la sala, despreciando la identidad de todos los que han participado en la ficción; una buena broma del equipo.
Corin Hardy ubica su historia en un momento en el que los monitores de los ordenadores eran de rayos de tubos catódicos y la música se escuchaba en casettes en los que se introducían las vulnerables cintas, que protagonizarán más de un susto, o en discos de vinilos que se acumulan en cajas en el desván, propiedad de un anónimo antiguo ocupante de nivel cultural similar al de Adam (Joseph Mawle). A diferencia de los filmes de terror clásicos, el británico distribuye el espacio de su habitat entre el desván, donde, Poe situaba el cerebro de la casa y donde aparece el primer indicio inquietante de lo que se avecina; la casa, herrumbrosa y distópica que anuncia un conflicto nada cotidiano, donde suena la música diegética que sale del reproductor de las susodichas cintas, suave y cadenciosa, que alivia la pesada atmósfera (un detalle que también va a introducir en 'La Monja'; en esta ocasión la música procede de un aparato de radio en forma de capilla) y da un descanso al espectador. Más abajo de la casa, en un pequeño claro provocado por el descenso del terreno hay un cobertizo que hace la función del sótano donde el autor de 'El Cuervo' situaba a sus monstruos, una amenaza que percibe el perro de la familia desde que la familia llega al lugar, como le ocurre al caballo del 'Franchute' en la Monja, que se niega a cruzar la barrera que separa el camino del bosque.
En principio, la pareja, moderna, nada supersticiosa, no hace caso de las advertencias de los lugareños, hasta que sufre el primer y terrible atentado, que destruye la habitación de su bebé; personada la policía en la casa, el agente les advierte de que el bosque no puede ser agredido, ya que pertenece al maligno, a los espíritus, los 'vangis', los duendes que roban bebés. Un pueblo conquistado, en la clandestinidad, explotado de sus tierras más sagradas por el hierro y el fuego, ha generado un imaginario propio y unas sólidas creencias en estos mitos que los protegen de quienes llegan al lugar a colonizarlos; si se molesta a los espíritus invadirán la casa. La pareja desprecia las advertencias, pero llegado el momento no dudará en defenderse de los monstruos con el hierro y la luz, que tiene mayores connotaciones actuales (se puede frenar a las masas con focos, flashes de cámaras fotográficas, y otros ingenios, y no sólo con antorchas), que suponen amenazas efectivas para quien está acostumbrado a desenvolverse en la oscuridad de un mundo clandestino. Nadie ignora el conflicto existente entre Irlanda e Inglaterra.
Así pues el británico Corin Hardy nos cuenta la historia de un matrimonio muy actual, formado, intelectual y profesionalmente, que viaja con su música, sus libros y sus porros, desde Londres hasta los atávicos y frondosos bosques de Irlanda, como ejecutores modernos, representantes de la economía global que llegan a estos lugares cerrados con el propósito de talar sus bosques, cuya 'biosfera' (así lo cuenta la voz en off) han comprado, y derribar árboles centenarios que previamente ha seleccionado Adam, y llevárselos a Inglaterra. Las oscuras fuerzas que habitan los montes, que se basa en leyendas populares, advierten que el bosque se lleva a los más jóvenes de los suyos, a los que sólo se puede derrotar por la fuerza. La experiencia demuestra, tanto en Irlanda como en Rumanía, que las creencias populares no son tan fácilmente erradicables.
Corin Hary es un nuevo talento que se incorpora al cine, al que no hay que perder de vista.
*Lebor Gábhala Éirann es un conjunto de manuscritos que revelan la construcción nacional irlandesa como suma de distintas invasiones celtas, desde su creación hasta el siglo XI. Wikipedia.
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