El jovencito Frankenstein. Mel Brooks. Crítica








Ficha técnica, sinopsis, comentario (Pinchad aquí)


Crítica: 


El jovencito Frankenstein es una de las comedias de humor más fino e inteligente de la historia del cine, cuyo mérito consiste en darle la vuelta a las situaciones que se producen tanto en la novela de Mary Shelley como en el film clásico de James Whaler para provocar la hilaridad de un público conocedor de la historia. Gene Wilder, Peter Boyle y Martin Feldman realizan un trabajo por el que merecen pasar a los anales del relato cinematográfico. Es una película con diversas lecturas, que te permite crecer con ella y disfrutarla en las distintas etapas de tu vida, sin que pierda actualidad.

Todo es objeto de desacralización: la ciencia, la autoridad, el sexo, el mito, la vida y la muerte e incluso las actitudes y formas de comportarse de las gentes, independientemente del país en que nos hallemos; magnífica  transición desde el tren americano al de Transilvania, que deshace muchos tópicos nacionalistas, ya que  en los trenes sólo cambia la indumentaria de sus usuarios, pero en ellos se calcan las situaciones; en todo el trayecto el cirujano no ha dejado de leer la misma revista,'The Lancet', una publicación de carácter médico . Tampoco la ciencia sale indemme ante el ojo crítico de Mel Brooks y Gene  Wilder, vista  como espectáculo y su  'criatura' observada como objeto de curiosidad de masas ignorantes, a pesar del lujo de las apariencias, que idolatran lo que desconocen. Un doctor 'Fronkonstin' que reniega de sus orígenes, un 'Aigor' que le sigue el juego y cambia constantemente la chepa de hombro, una ayudante sin formación pero con buenas 'formas' y una melindrosa novia que se apasiona con el monstruo, son elementos que bien combinados en la coctelera crean un producto inolvidable. Como inolvidable es Frau Blucher, amante del abuelo del doctor y ama de llaves, cuyo nombre hace relinchar de miedo a los caballos. 

Es un film de culto, apto para cualquier tiempo y edad, por la elegancia de sus gags sólo comprensibles para los adultos, pero que a la vez pueden servir para introducir a los más jóvenes en el mundo de los mayores bien formados. Una buena réplica satírica del personaje que creó Mary Wollstonecraft Shelley, aquella noche en que los tres escritores románticos, Polidori, Lord Byron y ella misma se retaron en una mansión en Suiza, (Ginebra  17 de junio de 1816),  para realizar el mejor relato de terror . Allí nació el primer vampiro, surgido del talento depreciado y abaratado por los altivos compañeros de noble cuna de Polidori, y el primer ensayo 'de reanimación del tejido muerto, la puerta de entrada en la inmortalidad ': la criatura del  Doctor Victor Frankenstein, producto de la imaginación de la escritora. hija de la célebre feminista Mary Wollstonecraft.

Los recientes descubrimientos de la electricidad, merced a los trabajos científicos de  Luigi Galvani, Alessandro Volta, Charles-Augustin de Coulomb o Benjamin Franklin, y las aportaciones posteriores de Marie Ampère, Michael Faraday o Georg Ohm, cuyos nombres pasaron a denominar las unidades hoy utilizadas en la medida de las distintas magnitudes del fenómeno (Wikipedia), eran contemplados por las masas como maléficos, mefistofélicos, mentalidad que es utilizada por los creadores de estos monstruos para atribuir a esta energía, desconocida hasta el momento, poderes mágicos, capaces de devolver la vida a los muertos si se les aplicaban unas descargas eléctricas, cuya iconografía exige que este trabajo se haga a la intemperie. Mel Brooks combina otros signos de la ficción de terror, como algunos de la vampírica, esos dos mechones de pelo blanco que le aparecen de súbito a Elizabeth tras su primer contacto con la criatura.

Todo es objeto de crítica mordaz y ácida, desde la afición que sienten los monstruos por la música clásica, muy bien traída a cuento por Kubrick en su terrible película, 'La naranja mecánica'; la rigidez de los nazis y sus brazos de madera, ingeniados para los saludos marciales; la manipulación de las masas ignorantes y supersticiosas y su inclinación a hacer la justicia por su mano; la picaresca tradicional contada al revés, en situaciones en las que la víctima es el monstruo en lugar del anacoreta ciego que lo deja bien escarmentado, y otras situaciones cómicas nada inocentes. Mel Brooks realiza un gran homenaje no sólo al texto literario de Mary Shelley, sino al cine clásico, optando por el blanco y negro y cortinillas de iris, muy usadas en los orígenes del cine. Un film imprescindible y difícil de olvidar con el que muchos jóvenes han crecido, pasando a formar parte de los recuerdos de su tiempo perdido.


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