El vendedor de helados. Paul Norman ( Norman Apstein) . Ficha técnica y crítica.
Ficha técnica:
Título original:
País
Año: 1995
Duración: 82 minutos
Dirección: Paul Norman (Noman Apstein)
Guión: Guión: David Dobkin, Sven Davison, basado en una historia de David Dobkin
Casting: Lori Cobe, CSA
Dirección de fotografía: Garret Griffin
Música: Richard Lyons
Edición: André Vaillancourt
Dirección artística: John Gomez
Decorador del set: Michael Krause
Coordinador de especialistas: Art Camacho
Responsable de maquillaje: Alan Bosshardt
Productor ejecutivo: David M.Goldstein
Productores asociados Michael Koretsky
Diseño de producción: Ron Greenwood
Compañías productoras: Doublesteen Production, David M.Goldstein Productions; distribución: A-Pix Entertainment
Intérpretes:
Clint Howard: Gregory Tudor,
Justin Isfeld: Johnny Spodak,
Anndi McAfee: Heather Langley,
Jojo Adams: Tuna Casseta,
Mikey LeBeau: Pequeño Paul,
Sandahl Bergman: Marion Casseta,
Andrew Evans: Wanda,
Steve Garvey: Mr.Spodak,
Olivia Hussey: Enfermera Wharton,
David Naughton: Martin Casseta
Jean-Michael Vicent: Detective Gifford,
David Warner: Reverendo Langley
Edwin T.Morgan Doctor loco,
Stephanie Champlin: Janet
Jessica Devlin: Mrs. Smith,
Ken Hames: Oficial de Policía
Sinopsis:
Cuando sólo era un niño, Gregory Tudor asistió con indiferencia al asesinato del rey de los helados de su barrio. Después de pasar veinte años en una terrible institución mental, Gregory se incorpora al mundo real recogiendo el testigo del vendedor de helados. Sus ingredientes ...
Crítica:
Mucho cine de los 90, como el film de Norman Apstein que apenas despertó pasiones en pro o en contra, con pulso firme y aparente frialdad y un clima tranquilo, produce imágenes muy truculentas y bizarras, que dan lugar a una exhibición nada contenida de mermelada de fresa y de tomate, que se consume con la misma indiferencia con la que el policía come un ojo humano y le da varias vueltas en la boca (tomada en primer plano), interpretando que se trata de un tropezón como otro cualquiera de los que uno se puede encontrar en cualquier alimento manipulado y cocinado por otros. En el cine actual las bandas sonoras y sus componentes, ya se trate de ruídos, música o cualquier otro sonido, se conforman como un elemento narrativo más que contribuye a generar la atmósfera adecuada a cada momento y la tensión necesaria cuando el realizador decide el momento en que se va a producir el esperado y ansiado susto que hará que el espectador se aferre a su butaca, una sensación que provoca emociones fuertes de las que huyen quienes ya no soportan estas tensiones..
El film que dirige Norman Apstein no se puede calificar de terrorífico, aunque la historia es especialmente espantosa y siniestra. Las víctimas del psicópata son los niños, a quienes atrae como el 'flautista de Hamelin', pero, a diferencia del protagonista del cuento tradicional, el vendedor de helados selecciona a sus víctimas y no se las lleva a todas a una. La materia que hace diferentes y más exquisitos sus helados es carne humana, un ingrediente que convierte en caníbales inconscientes a sus clientes, muchos de los cuales se concentran en el hospital del suburbio, por el que deambulan como zombis indefensos, aunque amenazantes cuando avanzan agrupados en una actitud similar a la que adoptan los no-muertos. El propio médico padece una locura semejante, en un hospital en el que la asepsia brilla por su ausencia, sustituida por graffitis con mensajes apocalípticos.
Los niños no sólo son las víctimas en un mundo de adultos que no presta atención a sus quejas, sino que, conscientes del riesgo que corren, si quieren sobrevivir, deberán ponerse al frente de la investigación, poniendo en juego sus vidas. Los verdaderamente perjudicados en esta mirada crítica de la cámara, no sólo son unos padres, demasiadas veces no conscientes de la responsabilidad que adquieren al decidir ser ponerse al frente de una familia, sino una policía, - la élite de inspectores -, narcisista, que se pasea ante los vecinos a los que debe proteger, conscientes de su superioridad física y de su poder. Serán las primeras víctimas del 'vendedor de helados', precedidos por el hermano de uno de los niños, aspirante a ingresar en el cuerpo de defensores de la ley, pero sin la más mínima capacidad de reflexión.
A pesar de estar realizada en 1995, no aparece un solo negro en esta historia, aunque al poner en el foco a los pequeños, no penetra en la sociología del americano medio que habita estos suburbios de casas exentas rodeadas de jardín, y al seleccionar a los inspectores, sin uniforme, tampoco penetra en la actuación de la policía que interviene en un primer momento en crímenes y accidentes, de los que tan solo vemos dos cabezas separadas de sus cuerpos, sin gorra, con los que juega el vendedor de helados como si fueran marionetas. Todos estos personajes forman parte de un mundo paralelo, torpe y en el que Norman descarga la vis cómica. El universo de los niños, que se camuflan para actuar de noche, se desplazan en bicicleta cargados de 'armas' infantiles, se ajusta a la imagen que crearon mucho antes directores como Steven Spielberg, Joe Dante, Tommy Lee Wallace y otros, salvando las distancias con los grandes maestros del terror y del cine fantástico. A pesar de esto el film se disfruta gracias a unas imágenes coloristas y bien filmadas, muy características de los 90, en la que los efectos especiales son escasos y poco intrusivos. Nunca agradeceremos bastante al cine de terror, que goza de total libertad de representación, las innovaciones que experimenta y que se trasladan a otros géneros, responsables de ciertos procesos de deconstrucción de imágenes y de nuevos tópicos cinematográficos que se van extendiendo, como en otro tiempo ocurría con la poesía. La imagen inquietante del payaso, que tiene presencia subliminal en el interior de la furgoneta del psicópata.protagonista, un guiño a It, pertenecen ya al imaginario colectivo.
Podéis ver este film curioso durante unos días en TIVO, en la plataforma de ONO, entre otras.
Trailer en Youtube
Los niños no sólo son las víctimas en un mundo de adultos que no presta atención a sus quejas, sino que, conscientes del riesgo que corren, si quieren sobrevivir, deberán ponerse al frente de la investigación, poniendo en juego sus vidas. Los verdaderamente perjudicados en esta mirada crítica de la cámara, no sólo son unos padres, demasiadas veces no conscientes de la responsabilidad que adquieren al decidir ser ponerse al frente de una familia, sino una policía, - la élite de inspectores -, narcisista, que se pasea ante los vecinos a los que debe proteger, conscientes de su superioridad física y de su poder. Serán las primeras víctimas del 'vendedor de helados', precedidos por el hermano de uno de los niños, aspirante a ingresar en el cuerpo de defensores de la ley, pero sin la más mínima capacidad de reflexión.
A pesar de estar realizada en 1995, no aparece un solo negro en esta historia, aunque al poner en el foco a los pequeños, no penetra en la sociología del americano medio que habita estos suburbios de casas exentas rodeadas de jardín, y al seleccionar a los inspectores, sin uniforme, tampoco penetra en la actuación de la policía que interviene en un primer momento en crímenes y accidentes, de los que tan solo vemos dos cabezas separadas de sus cuerpos, sin gorra, con los que juega el vendedor de helados como si fueran marionetas. Todos estos personajes forman parte de un mundo paralelo, torpe y en el que Norman descarga la vis cómica. El universo de los niños, que se camuflan para actuar de noche, se desplazan en bicicleta cargados de 'armas' infantiles, se ajusta a la imagen que crearon mucho antes directores como Steven Spielberg, Joe Dante, Tommy Lee Wallace y otros, salvando las distancias con los grandes maestros del terror y del cine fantástico. A pesar de esto el film se disfruta gracias a unas imágenes coloristas y bien filmadas, muy características de los 90, en la que los efectos especiales son escasos y poco intrusivos. Nunca agradeceremos bastante al cine de terror, que goza de total libertad de representación, las innovaciones que experimenta y que se trasladan a otros géneros, responsables de ciertos procesos de deconstrucción de imágenes y de nuevos tópicos cinematográficos que se van extendiendo, como en otro tiempo ocurría con la poesía. La imagen inquietante del payaso, que tiene presencia subliminal en el interior de la furgoneta del psicópata.protagonista, un guiño a It, pertenecen ya al imaginario colectivo.
Podéis ver este film curioso durante unos días en TIVO, en la plataforma de ONO, entre otras.
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