Después de la tormenta. Kore-Eda. crítica
Ficha técnica, sinopsis, lo que se dice (Pinchad aquí)
Crítica:
Hirokazu Kore-Eda , el realizador japonés de 54 años, nacido en Tokio en 1962, nos ha hecho reflexionar, detenernos y aparcar la moto en la que generalmente nos desplazamos por la vida, circulando a toda velocidad, y nos ha obligado a fijarnos en el mundo en el que vivimos, la superficialidad de nuestras opiniones, con demasiada frecuencia contradictorias, y a mirar de cerca aquello que ensalzamos o denostamos. 'Después de la tormenta ', nacida con vocación de cinéma verité, muestra las terribles consecuencias de ser coherente con uno mismo, que obliga al individuo que siente la necesidad de invertir su vida en ser fiel a sí mismo a renunciar a todo (un empleo, una familia, un hogar...). Si el hombre es lo que hace, Ryota quiere hacer aquello para lo que está capacitado y lo siente como un imperativo categórico para él, una regla moral que no puede imponer al resto de la sociedad que tiene como mayor aspiración llegar a ser 'funcionario', es decir tener un salario asegurado para pagar su casa, la educación de los hijos, etc, abandonando todo aquello que lo define como ser humano. Una realidad que lo aisla de los demás.
Durante casi dos horas Hirokazu Kore-eda se regodea y se deleita en contemplar con su cámara cómo su pueblo se va occidentalizando, come en cadenas de auto-servicio, que disgustan a la madre de Ryota, juegan al rugby, llevan zapatillas deportivas de marcas norteamericanas, sus casas está dotadas de electrodomésticos modernos, los niños van a colegios en los que portan uniformes europeos...Todos estos signos de modernidad conviven con los pequeños altares a los antepasados, recluidos en un rincón de la sala donde conviven los familiares, o el futón para dormir.
El protagonista, un escritor que no ha conseguido triunfar a los 50 años, es una rara avis, que como el mandarino que plantó cuando era niño, no da flores, ni da frutos, pero sirve para que se posen en sus ramas mariposas de inexplicables colores; vive rodeado de gente pragmática, depauperado, ejerciendo la picardía en el trabajo de detective que desempeña para obtener información para su propia novela, apostando en las carreras, o rebuscando en casa de su madre algo de valor para empeñar, un trabajo en el que se le adelante su austera y justiciera hermana, bien empleada, pero que intenta obtener prebendas de su anciana madre, una mujer que sufre por el futuro de su hijo y la desintegración de su familia. El cineasta japonés observa de tal manera el mundo que lo circunda y lo traslada a la pantalla con tal fidelidad, que recibe del público la reacción que tal vez busca: la incomprensión de la mayoría de la historia que representa, lenta y sin argumento, que describe más que cuenta; el público americano está más acostumbrado a ver el cine de Kore-Eda, por lo que el tomatometer de la página Rotten Tomatoes da un índice de aceptación del 100 % de la crítica, consultadas 18 reseñas ( es obvio que es un cine de minorías) y un 84 % del público, tras pulsar la opinión de 70 usuarios. No cabe la menor duda de que la inmensa mayoría de la población, incluso los que se consideran portadores de una cultura superior, prefieren ser 'funcionarios' como el hijo de Ryota, entre otros muchos.Una idea que le ha inculcado su madre desde niño, con un objetivo: que no se parezca a un padre, al que sólo lo puede ver una vez al mes, porque no tiene dinero para pagar regularmente su pensión alimenticia. Después de la tormenta, algo parece que comienza a cambiar.
El protagonista, un escritor que no ha conseguido triunfar a los 50 años, es una rara avis, que como el mandarino que plantó cuando era niño, no da flores, ni da frutos, pero sirve para que se posen en sus ramas mariposas de inexplicables colores; vive rodeado de gente pragmática, depauperado, ejerciendo la picardía en el trabajo de detective que desempeña para obtener información para su propia novela, apostando en las carreras, o rebuscando en casa de su madre algo de valor para empeñar, un trabajo en el que se le adelante su austera y justiciera hermana, bien empleada, pero que intenta obtener prebendas de su anciana madre, una mujer que sufre por el futuro de su hijo y la desintegración de su familia. El cineasta japonés observa de tal manera el mundo que lo circunda y lo traslada a la pantalla con tal fidelidad, que recibe del público la reacción que tal vez busca: la incomprensión de la mayoría de la historia que representa, lenta y sin argumento, que describe más que cuenta; el público americano está más acostumbrado a ver el cine de Kore-Eda, por lo que el tomatometer de la página Rotten Tomatoes da un índice de aceptación del 100 % de la crítica, consultadas 18 reseñas ( es obvio que es un cine de minorías) y un 84 % del público, tras pulsar la opinión de 70 usuarios. No cabe la menor duda de que la inmensa mayoría de la población, incluso los que se consideran portadores de una cultura superior, prefieren ser 'funcionarios' como el hijo de Ryota, entre otros muchos.Una idea que le ha inculcado su madre desde niño, con un objetivo: que no se parezca a un padre, al que sólo lo puede ver una vez al mes, porque no tiene dinero para pagar regularmente su pensión alimenticia. Después de la tormenta, algo parece que comienza a cambiar.
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