Y la nave va? Chema Cardeña. Crítica





Los materiales pertenecen a Arden Producciones y han sido cedidos al blog para
la promoción del espectáculo. ¡Gracias!



Desde hace cinco años Chema Cardeña y su grupo de comediantes nos ofrecen un espectáculo que nadie, y menos la ciudad de Valencia, se puede permitir el lujo de desdeñar, porque es fruto de la inquietud de unos hombres y mujeres o mujeres y hombres que viven con plena conciencia el mundo que les pertenece y son capaces de involucrarse en el peor de los escenarios y salir airosos, consiguiendo que resurja de las cenizas, cual Ave Fenix, la magia del directo, en el que el actor se deja todas las plumas. 


Ficha técnica: 


Texto y espacio escénico: Chema Cardeña
Dirección musical: David Campillos
Cartel y Fotografía: Juan Terol
Vestuario: Pascual Peris i El Bosc
Coordinación técnica: Josemi Felguera
Regidor: Juanjo Benavent

Equipo de producción: David Campillos y Mª Carmen Giménez
Producción ejecutiva: Juan Carlos Garés
Producción: Arden Producciones S.L.; distribución: Carles Alonso/Arden-on-Tour








Reparto:


Chema Cardeña: Capitan Van der Decken
Juez: Solomon Lagsam
Jaime Vicedo: General Ulises Getysburg
Raquel Ortells: Isolda Maeterlink
José Domenech: Reverendo Jeremías Sloan
Darío Torrent: Gideon Galeno
Iria Márquez: Ofelia Coburgo
Rosa López: Ekaterina Stovinsky
Juanjo Benavent: Grumete, Toulouse
Colonos: Usted que nos mira




Sinopsis:


Una trouppe de artistas de finales del siglo XIX, nos convocan en su teatro – circo, para deleitarnos con su espectáculo; “C´et la vie”. Una propuesta a caballo entre el music hall, el teatro y el circo, donde asistimos a una revisión de la sociedad que hemos construido. Sus leyes, sus tradiciones, sus corruptelas. El feroz sistema capitalista. La religión, la justicia, la moral y la política corrupta e ineficaz. Mediante un gran espectáculo, en el que la música es la protagonista, vamos adentrándonos en la construcción de un país y de forma satírica y humorística repasamos nuestra realidad. La de un mundo decadente y estancado, que no sabe enderezar su rumbo. 




El autor. 

Nada mejor para introducir nuestro comentario que las palabras de su autor:  “Y la nave va…” es un montaje que pretende recoger el espíritu de aquellos artistas bohemios de finales del siglo XIX y sus ideales verdad, libertad y amor. Los pilares de su filosofía. Su mirada utópica. La lucha del ser humano por superarse. La denuncia de la corrupción y la mala administración de la riqueza del mundo. Fomentar otro estilo de vida, generosa e idealista. Sirviéndonos de todos estos valores y utilizando la estética de un momento cultural vital y explosivo, planteamos un montaje colorista y lleno de imágenes nostálgicas de una época, moderna y rompedora, que utilizó el arte en todas sus facetas para expresar la emoción del ser humano y su eterna lucha entre la existencia y el arte. El poder y la creación. Unos personajes sacados de esa misma época y con los roles del music hall que hacían las delicias en lugares tan míticos como el “Moulin Rouge” o los teatros ambulantes de ese mismo periodo, Con ellos viajamos a nuestro presente, utilizando una vez más el pasado. Personajes libres y de todas las nacionalidades, que nos sirven para reflejar todos los aspectos de nuestra sociedad, la política, el arte, la religión, la economía, la justicia…etc Ellos serán jefes de pista, adivinos, acróbatas, músicos, cómicos o bailarines y sus roles serán los que nos dibujen esa realidad, oculta entre el oropel y la magia del espectáculo. Un viaje sin destino, en el que analizamos lo absurdo de nuestra sociedad, sus vacíos y sus errores y la eterna lucha del ser humano por ser feliz en un mundo más justo. Con este viaje, tratamos de reflexionar y dialogar con el espectador, sobre la realidad cotidiana que le envuelve. Y sobre los sueños eternos que todos necesitamos para sobrevivir. Nos disponemos a zarpar, porque como siempre, irremediablemente…La nave va…


Cada uno a su asiento




Crítica:



Malos tiempos en los que el rapsoda se vuelve oscuro como Tácito y busca recursos de extrañamiento para involucrar al espectador en su relato. Ayer fue uno de esos momentos, un día 13 de diciembre en el que hasta el tiempo se revolvió contra el espectáculo que arrancaba a las 20,30 horas en el 'Teatre Russafa', que nos devolvía al siglo XIX con unos personajes que reunían características del siglo XXI que los hacía perfectamente reconocibles. En ningún momento lo han tenido fácil Chema Cardeña y su equipo desde que hace cinco años decidieron lanzar un espectáculo en época navideña que divirtiera a su público y, al mismo tiempo, lo hiciera reflexionar sobre temas de actualidad, y siempre lo conseguían. Con ellos hemos vivido el fin del bipartidismo y los últimos coletazos de las dos grandes formaciones políticas, el nacimiento de nuevos partidos y la crisis de Cataluña, siempre apoyados en cuentos clásicos como Alicia in Wonderland de Charles Lutwidge Dogson, que escribía bajo el seudónimo de Lewis CarrollPeter Pan de James Matthew Barrie, o el clásico de cine, 'El Mago de Oz', basado en un guión de Long Langley y dirigido por Victor Fleming en 1939. Ahora vuelven con una leyenda europea, la de "El holandés errante', un capitán de barco, Willem Van der Decken, que hizo un pacto con el diablo para poder surcar los mares sin importar los retos que pusiera Dios en su travesía. La deidad, omnisciente, lo castigó a navegar eternamente sin rumbo, sin poder tocar tierra, un hecho que dio origen al nombre de esta historia.




Quienes hemos tenido la suerte de viajar con ellos desde el principio, hemos vivido tiempos más coloristas, en los que la gente tenía fe en lo que entendía como una apertura de la sociedad al diálogo e intercambio de ideas, pero después vino la crisis de Cataluña y comenzamos a recoger los frutos de la transversalidad, que se ha extendido por todo el pensamiento contemporáneo, con independencia del color. Perdidos todos los sueños, más preocupados por lo que gana el vecino o el coche del alcalde, aunque divididos, la mayoría se inclinó hacia el discurso dominante, también transversal, y eligió para designar al nuevo mundo el  nombre del lugar en el que viven las míticas amazonas:  Amazonia. Un topónimo relacionado con el discurso de la ya llamada cuarta ola feminista, tras ser invitados a elegir entre otros tan sugerentes como Utopía o Shangri-La, un paraíso perdido, descrito por James Hilton en ''Horizontes perdidos', que implican al hombre en grandes proyectos comunes. Mas a Chema Cardeña no se le escapa nada de lo que ocurre en la tierra o en el mar y convirtió su nave en el refugio de unos 'migrantes' (neologismo de moda que hace referencia a los que van a la deriva sin que nadie se haga cargo de ellos y que no eligen el puerto de salida ni el de llegada) muy particulares, que a diferencia de los que mueren cada día en el Mediterráneo, son castigados por su corrupción, su falta de ideas nuevas y sanas con las que crear una nueva sociedad, todos heridos de muerte por esa transversalidad, incluidos no sólo los que forman los clásicos agrupamientos de militares, curas, jueces y dueños del dinero, sino los de la otra orilla, feministas, intelectuales y científicos, dispuestos a engrosar las filas de quienes den satisfacción a sus intereses personales. En el pasado se confrontaban ideas y triunfaba el que era más capaz de convencer a sus electores, ahora se enfrentan personas, lo que ha empobrecido la política y ha crispado a la sociedad. No es, pues, extraño, que el capitán abandone el barco, cansado de hacer malabarismos, vistiéndose de lagarterana si hace falta, para saciar a los insaciables, a los que apenas les interesan los ideales humanos que ansía recobrar, sino que llegan a echar, todos a una, por la borda al propio Toulouse Lautrec, emblema de la renovación que se llevó a cabo a finales del siglo XIX y principios del XX. Escenas muy divertidas que esconden realidades estremecedoras.





Es fácil imaginar el desgarro de unos actores que, animados por unos intérpretes que convierten la función en un musical y apoyados en su vis cómica y su capacidad para hacer reír  mientras lloran por dentro, se han empeñado en convertir una realidad concreta en un constructo abstracto y, basándose en él, edificar una historia que cumpla las funciones básicas del teatro y del cine: abrir nuevos horizontes a su público y entretener. Y ayer consiguieron que la magia hiciera su aparición y que a  sus espectadores les supiera a poco y necesitaran más. Chema y su equipo hacen un espectáculo vivo,- algo muy diferente a su quehacer cotidiano siempre dentro del teatro-, que nace y se desarrolla cada día de representación, en el que el público es un elemento narrativo más (algo que siempre forma parte de la diégesis de la narración), que no sólo condiciona el ánimo de los actores, sino lo que vemos en el escenario. Esta es la razón por la que me gusta asistir a estas representaciones el primer día y a mitad de campaña; os aseguro que veo representaciones diferentes. No me atrevería a decir cuál me gusta más, ya que si bien la primera puede tener más gravedad, nos da en toda su magnitud el compromiso del 'mimo' que expresa, con todo su cuerpo, la asociación de lo que siente con lo que representa; más adelante ya se habrá acomodado a su personaje y sus modos serán más ligeros. Ambas realidades nos interesan.

Hacía falta que alguien nos contara esta historia y Chema Cardeña lo ha hecho, un esfuerzo añadido al de ponerse y quitarse una máscara, que siempre le agradeceremos.


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